Cuando en 1804 Napoleón Bonaparte, cierra los puertos europeos al comercio inglés, el Imperio Británico vuelve su mirada a las colonias españolas en América. Londres desempolva viejos planes de conquista, porque las aspiraciones sobre el continente americano era de antigua data. La guerra europea y el consiguiente estrangulamiento de sus exportaciones, actualizan los deseos expansionistas imperiales; sin que se llegue a una decisión concreta sobre la forma y la oportunidad que debería tomar esa conquista. No obstante, a comienzos de 1806 los ingleses arrebatan Ciudad del Cabo a los holandeses y el almirante Nelson derrota a la flota hispano-francesa en la batalla de Trafalgar, quedando Inglaterra dueña absoluta de los mares. El 14 de abril zarpa la flota invasora de Ciudad del Cabo, compuesta por cinco buques y 1500 hombres, al mando de Home Popham y William Carr Beresford. El 25 de junio los buques fondean frente a las costas de Quilmes y tras vencer una débil resistencia, ocupan el Fuerte porteño; símbolo del poder virreinal. La máxima autoridad local, el Virrey Sobremonte, no estaba allí. Había recogido los caudales públicos y huyó a Córdoba con la intención de formar en esa provincia, un ejército que recuperara la Capital.
Pero el español tardó casi 72 horas en llegar a la Villa de Luján con una partida inglesa pisándole los talones, la cual finalmente se apoderó de gran parte del tesoro que Sobremonte intentó poner a salvo. Los militares ingleses que participaron de la persecución, volvieron en triunfo a Buenos Aires y Sobremonte se refugió en Córdoba.El general Beresford se instala como gobernador y exige a la población que jure fidelidad al monarca inglés Jorge III. Entre sus primeras medidas de gobierno, está una significativa: reducción de impuestos a las mercaderías importadas, en especial las inglesas. El plan británico se cumplió con asombrosa facilidad ante el estupor de los porteños que no comprendían como no hubo planes de defensa y sobre todo, la impresión de que el Virrey los había abandonado a su suerte.
Entonces en las pulperías, en el Mercado de La Recova y en cuanto sitio se reúnen españoles y criollos, circulan unas coplas maliciosas que dicen así:
“¿Ves aquel bulto lejano
que se pierde atrás del monte?
Es la carroza del miedo
Con el Virrey Sobremonte”.
Y ésta otra:
“La invasión de los ingleses
le dio un susto tan cabal
que buscó guarida lejos
para él y el capital.”
Mientras Beresford en el Fuerte planifica la apropiación de las enormes riquezas del Virreinato, la resistencia se organiza silenciosamente. El 2 de agosto se produce el choque entre los invasores y el grupo que comanda Juan Martín de Pueyrredón, siendo derrotado éste último. El seis del mismo mes, el francés Santiago de Liniers y Bremond desembarca en El Tigre luego de remontar una tropa en Colonia y tres días más tarde se le una Pueyrredón con el resto de sus hombres. El español Martín de Alzaga conduce otra fuerza y el motín se convierte en una insurrección popular. Se lucha calle por calle hasta que los británicos se refugian en el Fuerte donde quedan cercados. Allí izan bandera blanca, entonces Liniers envía a su ayudante Hilarión De La Quintana a parlamentar. Acordados los términos de la rendición, De La Quintana intentó un alto el fuego que fue rechazado por las tropas porteñas mientras haciendo fuego gritaban rítmicamente:
«Traición / traición», intentando tomar el Fuerte por asalto. Finalmente cesaron los disparos y se cumplió el armisticio. El prestigioso 71° Regimiento de Fusileros de la Reina, desfiló por Buenos Aires, pero escoltado por las milicias y en condición de prisionero. El Cabildo reemplazó a Sobremonte por Liniers pero un año después los ingleses estarían de vuelta, para ser derrotados nuevamente.
Roberto Bongiono
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