Jorge Luis Borges: No tengo nada que agregar a esas declaraciones (se refiere a declaraciones a un medio francés).
– Para el público francés pueden quedar sin fundamentos. Para nosotros…
– Yo creo que son suficientemente claras. Piense en las elecciones que nos dieron a los radicales; piense que Perón fue elegido con toda legalidad; y piense en las dos calamidades que resultaron.
– Bueno, pero usted en esas declaraciones hace una opción entre dirigir e informar a las masas; ¿cómo cree Ud. que se llega a dirigir a las masas?
– Eso que lo expliquen los políticos yo soy más bien un escéptico en materia política ¿no? Además, no sé si debemos hablar de las masas. Primero, estamos ofendiendo a mucha gente; a nadie le gusta que lo consideren miembro de una masa. Las masas son una identidad abstracta y posiblemente irreal. Los que existen son los individuos, si es que existimos. De modo que si Ud. habla de masas está ofendiendo a una cantidad de gente; a nadie…
– Pero ha sido usted quien concretamente ha hablado de masas.
-… sí, he hecho mal, puesto que no sé si existen tampoco. Son un concepto abstracto, como si supiésemos que todas las personas cuyo nombre empieza con la letra “b” forman una sociedad. Cada individuo es muy distinto y a nadie le gusta ser considerado miembro de una masa.
– Usted no quiere o estima que no debe hablar de política. Sin embargo hay un pasaje del reportaje del ORFT en el que usted afirma que “esos hombres -los políticos- aunque engañaran un poco en política, estaban haciendo un gran país”. ¿Usted cree que es lícito “engañar un poco” en política?
– Sí, ¿y por qué no? Imagínese lo que era este país en el siglo XIX. ¿Qué era? Gran parte era un país de gauchos. De gente que luchaba o estaba de parte de un caudillo porque el patrón de la estancia lo mandaba. El gaucho no tuvo ninguna idea de patria. Cuando desembarcaron los ingleses en Quilmes, salieron todos los gauchos de los alrededores, vieron que desembarcaba un ejército extranjero, le indicaron el camino a Buenos Aires…
– Pero la época a que usted se refiere en aquel reportaje, no es tanto la época del predominio gaucho…
– ¡Aquí nunca hubo predominio gaucho!
– Usted habla allí, casi concretamente, de la época que corrió desde el año treinta al cuarenta o cuarenta y dos…
– ¿Qué, en el tiempo de Rosas?
– No. Estamos hablando de mil novecientos, mil novecientos treinta…
– Bueno, no sé si usted recuerda: el 7 de octubre tenían que cerrar todos los almacenes para que llegaran manifestaciones a la Plaza de Mayo; la gente de la CGT obligaba a los obreros a asistir; a los empleados públicos querían obligarnos a asistir, pero no íbamos. Es una época artificial…
– Ese fue el desembarco de una época. Yo recuerdo la que Ud. menciona en su reportaje, que se caracterizó por el crimen político, por el fraude, por el negociado, por los suicidios políticos, como el de Lisandro de la Torre.
– …es verdad. Sí…
– …por el hampa que auxiliaba a esos políticos que usted dice que “engañaban un poco”. Esas fueron las características de la época en que usted afirma que estaba haciendo un gran país…
– Y, sí, lo hizo… hubo algunas pequeñas trampas, pero en cuanto al hampa creo que la Alianza Libertadora superó en crímenes y torturas a todo lo que hubo antes y después. Lo superaron a Rosas. Yo tengo amigos míos, por ejemplo… yo he conocido a comunistas que los han torturado con la picana eléctrica hasta matarlos…
– Precisamente la picana eléctrica es un invento de la época que usted defiende…
– …bueno… si usted quiere entrar en polémica conmigo… es otra cosa.
– De ninguna manera, simplemente quiero ubicar sus conceptos. También más adelante usted dice que “duda de que las masas puedan tener ideas políticas, siquiera idea alguna”.
– Y creo que no. En general creo que la mayoría de la gente es bastante estúpida.
– ¿Cómo?
– Que la mayoría de la gente es bastante estúpida, sin excluir a los intelectuales, que no sé por qué los llaman intelectuales.
(En este momento, el secretario de Borges le avisa en inglés: “You know, you’d been recorded…” Usted sabe, ha sido grabado…) Borges asintió.
– Finalmente, Ud. afirma que se siente muy democrático.
– No sé. Posiblemente sea un error, posiblemente ahora ya no crea en la democracia.
– A su criterio, ¿quiénes son en la Argentina los que tienen derecho a elegir y a gobernar?
-….
– Usted habló de un pequeño grupo de personas que gobernaban el país…
– Sí, hablo de mis amigos personales.
– ¿Por qué se niega siquiera a acordarse del peronismo?
– ¡Es una época tan ridícula y tan oprobiosa! Yo tuve que vivirla y tuve que sufrirla. Me acuerdo de otro hecho: y es que ningún peronista se atrevía a decir que lo fuera. Y ahora nadie se atreve a decir que es peronista; le da vergüenza.
– Aunque no suelo hacerlo en mi profesión, permítame un caso personal: yo soy peronista y no lo niego.
– Lo siento mucho, en ese caso el diálogo va a ser muy difícil con usted; le sugiero que demos por… me parece que no hay ningún objeto en que sigamos hablando. Si usted es partidario de Rosas o de Perón…
Borges hizo un gesto entre despreciativo y aristocrático. Me fui.
Notas:
Dardo Cabo*
(Revista “Extra” ,1971)**
*Dardo Manuel Lito Cabo fue un periodista y político argentino, hijo del dirigente metalúrgico de la UOM Armando Cabo. De ideología peronista, dirigió la revista El Descamisado. Wikipedia
**Al final de la nota, la dirección de “ Extra” dice que la grabación de este reportaje se encuentra en la redacción a disposición de los lectores.