Frases y Expresiones
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Tragarse el Sapo
“En Política Todos Tienen que Tragar un Poco el Sapo”
Tragarse el Sapo

Pocas frases son tan descriptivas de un momento desagradable. La imagen de una persona con la boca abierta tratando de ingerir al sufrido batracio, es más que elocuente.

Su origen se pierde en la noche de los tiempos y las geografías. Pero lo que se mantiene imperturbable, es el sentido de esas palabras. En la cultura hispanoamericana, tanto en España como en nuestro continente, se sigue usando para describir una circunstancia embarazosa, por ejemplo cuando alguien debe aceptar una situación que no desea pero que rechazarla le representaría un mal mayor. Existen dos escenarios clásicos en los cuales se deben deglutir toneladas de sapos: uno es en la política, cuando el militante que considera haber acumulado suficientes méritos, consenso y experiencia para aspirar a algún lugar expectable en una lista de candidatos, se encuentra con que fue desplazado o simplemente no tenido en cuenta. Y otro tanto sucede con los complejos armados de gestión pública, es frecuente que a alguien bien posicionado en la escala de meritorios, le “pongan” un funcionario ( a veces desconocido en la estructura) por encima suyo. Entonces el aspirante postergado en el ascenso, debe tragarse el sapo. Otro terreno en el que pululan los sapitos, es en los lugares de trabajo. Cuántas historias propias y ajenas, en que se impusieron cuestiones decididamente injustas, fueron aceptadas mascullando un insulto por lo bajo, pero al fin prevaleció la resignación. “Me tengo que tragar el sapo”, dice el damnificado o la damnificada apretando los dientes.

Tragarse un Sapo – Camara Oculta – Dematrio – P. Sapia – Perfil – 09-02-20

Pero la ingesta del vilipendiado animalito también es frecuente y hasta más dramática y delicada, en los asuntos familiares. En esas escenas que involucran suegros, cuñados, primos, sobrinos, con entrecruzamientos complicados e intereses a veces opuestos, la víctima debe armarse de coraje y filosóficamente, tragarse el sapo.

Se cree que la frase habría nacido en Europa en la Edad Media o tal vez antes, cuando sapos y culebras eran considerados animales demoníacos. Todavía hoy se dice que alguien echó “sapos y culebras” por la boca, para explicar que bajo efectos de la ira, vomitó un torrente de diabólicas inmundicias verbales. Ya en nuestra tierra, habría registros que atribuyen al primer presidente de la Confederación Argentina, Justo José de Urquiza, el uso del dicho. El contexto histórico que habitó el hombre, lo hace creíble. Es que después de derrocar al gobernador bonaerense y virtual presidente delegado, Don Juan Manuel de Rosas, el caudillo entrerriano se enfrentó a la duplicidad del poder porteño, que nunca lo quiso pero lo toleró mientras le fue útil. Don Justo debía tragar sapos a diario, ya que le hicieron la vida imposible para que no afectara los intereses de Buenos Aires, preocupada ante todo por la renta aduanera.

Por otra parte, el 8 de septiembre 1973, el General Juan Domingo Perón faltando pocos días para ganar las elecciones que le darían la presidencia de la Nación por tercera vez, se reunió con referentes de la Juventud Peronista (JP), en su casa de Vicente López. Entre otros conceptos, se refirió a su rol de Conductor del Movimiento Peronista: “Cada uno dentro del Movimiento tiene una misión. La mía es la más ingrata de todas. Me tengo que tragar el sapo todos los días. Otros se lo tragan de vez en cuando. En política todos tienen que tragar un poco el sapo, pero yo hago aquí de padre eterno. Bendigo orbe et urbi ¿y por qué? porque mi misión es esa…” Hasta el prestigioso General debía tragar sapos. Pero a pesar de la mala prensa que aqueja la modesta vida de los sapos, ellos también tienen sus defensores. Son ante todo los que predican la vuelta al orden natural, comenzando por respetar toda forma de vida. Le siguen los cultores de ciertas prácticas medicinales, en las que se recomienda apoyar un sapo en la mejilla para calmar el dolor de dientes, o frotarlo sobre la zona afectada para eliminar dolores de barriga. También el pobre animalito es ingrediente de pociones mágicas para mejorar o dañar a alguien y otras tareas no santas. Los simpatizantes del batracio alegan también en su defensa, que entre otras virtudes tiene la de eliminar arañas, moscas y otras plagas. Si bien el humilde bicho no tiene un monumento y millones de admiradores como la tortuga Manuelita, cuenta en su haber con la frase de referencia que le permite a muchos salir de una situación complicada con resignación, y como si ese mérito fuera poco, todavía resuena en la memoria popular la zamba Sapo Cancionero, que a pesar de no hacerle mucha justicia, lo recuerda con comprensión y hasta cierto cariño.

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