Abelardo Castillo – Las otras puertas – Seix Barral 2018
“Para los que vivimos la proscripción de peronismo y la del deseo- hablo de mi generación- no nos queda otra cosa que desear con culpa a la madre de Ernesto. Todo machista desea a esa mujer prohibida: la puta y la madre. La desea de un modo inconfesable, término tan Castillo. Deseo y vergüenza tiemblan en ese cuento, como el cuerpo entrevisto a través del deshabillé.
Cuando leí esa ejemplar colección de cuentos que es Las otras puertas, aprendí que escribir era nombrar lo que no se puede, lo que no se debe, decir. No digas porquerías querés, dice uno de los personajes. Castillo las dice. Y enseña cómo decirlas.
Muchos de los que alguna vez dimos taller debemos admitirlo: La madre de Ernesto fue un cuento paradigma, que pusimos de modelo y que ha sido imitado hasta el agotamiento. Pero lo importante en este libro es otra cosa: una manera de contar que, una vez internalizada, es casi imposible evitar. En lo personal creo que ahí está todo Castillo. Todo lo que vino después en su obra, ese tono confesional y culpable, viene de ahí. Por supuesto, Castillo es mucho más que ese cuento inicial. Y los textos que completan este libro lo prueban. Todo esto es tan cierto como que muchos de nosotros seríamos menos sin haberlo leído.”
Guillermo Saccomanno. Post facio a la edición 2018.
La edición original de Las Otras Puertas de Alelardo Castillo es de 1961.
Prof. Cristina Eseiza
Anécdota: Abelardo Castillo – Ernesto Sábato – Leopoldo Marechal
“Abelardo Castillo era un joven escritor, embarcado en el proyecto de concretar una revista cultural diferente. La revista se llamaba El escarabajo de oro, y tenía destino de mito, pero el futuro quedaba lejos aquel día en que el joven periodista cultural llegó a la casa de Ernesto Sabato, ya por entonces un escritor consagrado. Hacia el final de la conversación en Santos Lugares, Castillo le preguntó al que veía como un viejo maestro si pensaba que la revista debía entrevistar a alguien que lo mereciese en serio. Sabato contestó: “Sí, a Leopoldo Marechal”. Castillo se quedó perplejo. Pensó que Sabato deliraba, o estaba gagá. “Marechal está muerto”, se dijo para adentro. Como el autor de Sobre héroes y tumbas lo miraba, desconcertado, Castillo le balbuceó su idea. A Sabato le brillaron los ojos: “Leopoldo Marechal no sólo no está muerto –lo reprendió– sino que vive a una cuadra de su casa, Castillo”. Eran los tempranos 60, y aún el mundo estaba por hacerse.”
Julio Cortázar y Gabriel García Márquez lo admiraron devocionalmente. Para Ernesto Sabato y Abelardo Castillo es uno de los grandes-grandes de la historia de la literatura latinoamericana. Pero desde 1955 a 1970, año de su muerte, Leopoldo Marechal fue casi borrado por decreto del centro de la cultura argentina. Había sido funcionario peronista.
Por Verónica Abdala – Radar – 11 de junio del 2000