La representación social de la vejez constituye hoy un punto de referencia útil para develar la existencia de esquemas ideológicos que sustentan el desencuentro y la negación de “el otro”, la invisibilidad, a partir de la creación de diferencias en forma manipulada y artificiosa. Esta negación del otro que es la de nosotros mismos que se naturaliza y no permite la participación y la inclusión.
Es no sólo pertinente sino incluso necesario, repensar las premisas que nos rigen sobre las que se formulan distinciones intergeneracionales e interculturales.
Esto solo es posible si se instala en la medula de la cultura el interrogante sobre como nos socializamos siendo personas envejecientes.
¿Como es posible que nuestro deseo sea llegar a un lugar donde después no queremos estar?
Hoy, la promoción de los derechos humanos desempeña un papel central en el compromiso de de quienes fundamos el foro , con el fin de favorecer la dignidad de la persona en todo el curso de vida.
Persisten aun demasiadas situaciones en las que los seres humanos son tratados como objetos, a los cuales se puede programar la concepción, la configuración y la utilidad, y que después pueden ser desechados cuando ya no sirven, por considerarlos débiles, enfermos o tan solo viejos.
La «dignidad» es una palabra clave que ha caracterizado el proceso de recuperación en humanidad .
La historia reciente se distingue por la incuestionable centralidad de la promoción de la dignidad humana contra las múltiples violencias y discriminaciones, que han existido en nuestra historia.
Así, hablar de la dignidad del hombre, significa sobre todo mirar al hombre no como un absoluto, sino como un ser gregario.
Una de las enfermedades más extendidas hoy es la soledad. Es necesario entrelazar relaciones , construir vínculos , construir en la diversidad y en el convencimiento pleno que la vida merece ser vivida dignamente en todo su curso vital.
La pandemia que hoy nos afecta parece a priori ir en contrasentido de ello. Pero nos ayuda en un sentido mas profundo de nuestra construcción cuando nos obliga a reconocer limites y en función de esto a recrearnos.
La mayoría de las personas mayores se fueron adaptando a las perdidas y a los cambios y modificaron el sentido de sus vidas para garantizar el poder de decisión sobre ellas.
Este acervo que poseen las personas mayores les permite ser resilientes a pesar de su vulnerabilidad biológica a un proceso que pone en crisis a toda la humanidad.
Quizás en este momento de la humanidad las personas jóvenes puedan percibir la flexibilidad de los mayores y puedan querer estar mañana en ese lugar al que todos queremos llegar.
Por Luis Alberto Quici – Especialista en Gerontología