Muchos años han pasado desde que Leo Kanner observó, habló y dio el nombre de autismo a la condición que algunas personas tenían desde su niñez y a lo largo de su vida mostrando falta de lenguaje, conexión con el mundo y el otro, además de conductas desajustadas o inadecuadas.
En los últimos años, el Trastorno del Espectro Autista (TEA), llamado así por el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5) de la American Psychiatric Association (APA), ha resultado ser uno de los trastornos más diagnosticados, en el siglo XXI, también ha cambiado la forma de abordaje y las expectativas que giran en torno a él.
El diagnóstico temprano, la estimulación temprana, el tratamiento interdisciplinario, son indispensables y fundamentales para el mejoramiento de los síntomas del Autismo, pero no son la cura. Hasta hace algunos pocos años un 70 % de los diagnosticados con autismo no lograban comunicarse, siendo el mayor obstáculo para la interacción social, actualmente las cifras se revirtieron, el 70% logra hablar gracias al tratamiento de varias disciplinas y el trabajo conjunto de familias y profesionales.
Pero el año 2020, trajo un mal para todos los habitantes del planeta, todos hemos conocido al Covid-19, el virus pandémico, que obligó al mundo a detener su ritmo, a permanecer en casa, aislarnos de nuestras familias, amigos, compañeros, hacer el trabajo desde casa…en fin de todos.
Mientras tanto, otra pandemia, silenciada o con menos repercusión que el Covid-19, se viene generando desde hace algunas pocas décadas, me refiero al Autismo. Porque para quienes desconocen las cifras oficiales en el mundo, según la OMS 1 por cada 150 personas tiene TEA.
En USA 1 de cada 54 personas tiene Autismo, según las estadísticas brindadas por CDC (Centers for Disease Control and Prevention), esta última cifra es estimada para la Argentina. Realmente estos números son alarmantes, además de saber que en los últimos 30 años los casos fueron aumentando, según Autism Speaks (Cuadro 1).
Cuadro 1
Año | Cantidad de diagnósticos |
Antes de 1990 | 1 de cada 2000 niños |
1990 | 1 en 500 |
2000 | 1 en 166 |
2009 | 1 en 100 (1%) |
2012 | 1 en 88 |
2013 | 1 cada 54 varones |
Actualmente, no hay un discurso único de cómo se origina el autismo, la ciencia no ha podido revelar que lo causa, se manejan especulaciones oficiales y alternativas que las leemos y escuchamos en internet, que van desde factores psicológicos, ambientales, genéticos y multicausales.
Sin embargo, esta “pandemia”, que poco hablan los medios de TV, diarios y otros, no se ha detenido y repercute en muchos hogares desestabilizando los sueños y proyecciones de miles de familias.
Sabemos que el Autismo no es contagioso como el Covid-19, pero no lo hemos podido detener ni bajar. Hasta que no sepamos que lo causa, cuál es su origen y por qué en los últimos 30 años ha crecido exponencialmente en la Humanidad el nacimiento de niños con Autismo, no podremos detenerlo.
Estamos enfrentando otra pandemia, que resulta alarmante cuando vemos las estadísticas, que afecta a los niños que poblaran esta tierra y que sus síntomas los deja vulnerables ante el mundo, ya que dificulta su pensamiento, autonomía, comunicación, interacción y conducta.
Me pregunto como profesional y madre de una niña con Autismo, porque se informa tan poco acerca de esta pandemia; pero cuando nos toca, empezamos un trabajo de investigación y sondeo que nos deja perplejos, frente a los pocos recursos que se emplean para la investigación del TEA.
Lic. Claudia Karabaic – Psicóloga UBA (MN 29.247)
Profesional de REDBA
Fuentes:
Autismo guía para padres y profesionales de Matías Cadaveira y Claudio Waisburg Paidos.