Si hay alguien con una carrera meteórica en el fútbol, ese es Claudio Tapia, alias “el chiqui”, actual Presidente de AFA. Frustrado jugador, no paso de jugar en inferiores de Barracas Central y Dock Sud, su vida cambió radicalmente cuando comenzó a trabajar en el Sindicato de Camioneros y conoció a quien sería su suegro y padrino, Hugo Moyano.
A partir de 2001 empezó su trayectoria como Presidente de Barracas Central y gracias a sus amigos de las divisionales de Ascenso, comenzó a pisar fuerte en la AFA, en 2010 consigue el ascenso a la B metropolitana, el club tuvo un crecimiento a partir de ahí en lo económico.
A la par de su peso en AFA, muchos dirigentes se pliegan detrás de él para formar un bloque muy fuerte que, apoyado por Julio Grondona, se fue abriendo paso hasta llegar a la mesa de decisiones. Fue este grupo el que primero consiguió los 10 ascensos en 2014 del Nacional B a Primera y luego en una maniobra muy turbia con el campeonato empezado subieron 6 equipos del B metro al Nacional.
En 2017 fue nombrado Presidente de AFA: los resultados no han sido buenos, el Futbol Argentino se sumergió en una de las mayores crisis de identidad que se recuerden. Las sospechas de pases de favores se han multiplicado más que en la época del Gran Julio.
La frutilla del postre es los campeonatos organizados Post Pandemia, los cuales carecen de credibilidad, la gente en general, les ha dado la espalda. Ni que hablar lo que hicieron con San Martin de Tucumán y Atlanta, equipos que si se hubiera seguido el criterio de la Primera División, hubieran ascendido.
En fin, Tapia y sus amigos, no tienen muy en claro adonde ir y su estrategia es sumar equipos a primera para no perder poder. Como dijo un amigo por ahí:
“La AFA es como el Banco Central, pero en vez de emitir billetes…..emite equipos de fútbol “