Transcurrían aquellos años en que contar con un aparatito inalámbrico, con el cual mediante un breve mensaje de texto alguien en forma remota te soplara el resultado de una prueba mientras estabas rindiendo dentro del aula, no se le hubiera ocurrido al más imaginativo o tramposo de los alumnos; fuera primario, secundario o universitario. Los celulares solo habitaban los libros de ficción científica. Pero así fue.
Década de 1960. No hacía mucho que en las escuelas de enseñanza primaria se había desterrado la pluma “cucharita” que se debía mojar en el tintero del pupitre. Terror de los guardapolvos, la reemplazó la estilográfica, que ayudó a dejar atrás los desastrosos derrames de la vieja pluma, arruinadora los mejores cuadernos “de clase.” El bolígrafo estaba rigurosamente prohibido. El argumento era que la pluma al exigir más cuidado en el trazo, ayudaba a mejorar la caligrafía.
Entre los primitivos apoyos con que contaba el educando, uno de los más difundidos fue el legendario Simulcop, patentado por Jacobo Varsky con edición de Luis Laserre y Compañía. Se trataba de unos cuadernos anillados, de papel manteca. Los ejemplares traían la temática correspondiente a cada grado, en forma de dibujos. La técnica era sencilla: con una barrita plástica se presionaba el contorno de las figuras sobre el cuaderno y se obtenía un dibujo de primera mano. No todos podían comprarlo. Entonces se compartía entre amigos, pasaba de los hermanos mayores a los más chicos, o se compraba usado, hasta que las frágiles hojitas se agujereaban. Las opiniones entre las maestras estaban divididas. Unas sostenían que esa ayuda restaba creatividad a los alumnos; a otras les daba lo mismo. Un buen día a mediados de los años ‘70, Simulcop desapareció de las librerías y los ejemplares que sobrevivían en los hogares, fueron muriendo de viejos o se perdieron en el carro de algún botellero. Hoy algunos pueden conseguirse por internet, como curiosidad. Pero no fue la única muleta en la que se apoyaban los estudiantes.
Ya en la secundaria, el otro compañero irremplazable fue el Resumen Lerú. Era un pequeño libro que cabía cómodamente en un bolsillo. Basado en una idea parecida a Simulcop, cada librito sintetizaba una materia distinta, año por año; abarcando el programa completo. Ferozmente perseguido por los profesores, el Lerú fue el compinche obligado de quienes no se habían preparado para el exámen, de los que nunca estudiaban, de los poco memoriosos o de aquellos que simplemente, se sentían más seguros con un Lerú en el bolsillo.
El pequeño Lerú contrastaba con los voluminosos ejemplares de Astolfi o Ibañez (Historia de primero y segundo año), Botánica, Zoología y hasta aquella materia surrealista llamada Educación Democrática, que pretendía infundir a los adolescentes los valores políticos y morales que justamente estaban negados en la Argentina de aquellos años.
Compañero de ruta de los machetes y otras técnicas fraudulentas de copiado, la creación del misterioso Víctor Leru fue también un fiel apoyo del estudiante honesto. Práctico por su tamaño y la buena calidad del resumen, fue el auxiliar perfecto para consultar en cualquier momento y con discreción. Varias generaciones contaron con el Lerú entre sus pertenencias más valiosas, en los años luminosos y a veces difíciles del secundario.
Si alguna vez se confecciona una suerte de enciclopedia de las cosas que ya no están con nosotros pero que hicieron historia en nuestras vidas, no puede faltar el Resumen Lerú.
Testimonios
El diputado Claudio Lozano cuestiono al jefe de Gabinete, Alberto Fernández, por las declaraciones en las que señaló que no hay inflación en la Argentina porque no hay un aumento generalizado de precios. “La cuestión económica es un poco más compleja que los resúmenes Lerú que le acercan y que él repite casi sin pensarlo. La coyuntura inflacionaria que atraviesa hoy la Argentina es el resultado de la ausencia de una regulación publica eficaz frente a una economía fuertemente concentrada y desigual”, sostuvo Lozano. El legislador destacó que “la concentración permite ganancias extraordinarias sin inversiones y limita el crecimiento de la oferta”.
Página 12 -02-10-07 – “Los Resúmenes Lerú”
“En ese aspecto, ya sea cortando de un tajo y abriendo otra vez el juego a las jubilaciones privadas, como quisiera Espert, o con medidas demagógicas que terminen por asfixiarlo como quiere hacer el oficialismo, un sistema público que abone jubilaciones razonables y dignas, no tiene lugar. En ese modelo de país, los pocos que puedan pagar una privada tendrán un retiro aceptable. La jubilación pública será solamente para los pobres que tengan aportes. Es lo que pasó en los 90, está en el resumen Lerú del neoliberalismo.
Diario Página 12 – 11-06-16 – Por Luis Bruschtein – “Alvesrre”
“Han hablado esta semana como si en esas cátedras hubieran pasado una vida, una para anticipar el declive de Sturzenegger y la otra para recitar el Lerú Kicillof al tiempo que se dijo ofendida porque Macri no expresó en su campaña lo que ahora está haciendo (como si el mandatario, por otra parte, supiera lo que está haciendo)”.
Perfil – 30-12-17- Por Roberto García – “Razones de Peso”