A principios de 2002, el presidente provisional de la Nación Argentina Adolfo Rodríguez Saá, declaró al país en cesación de pago con respecto al endeudamiento externo; el “default” según la definición técnica. La decisión presidencial, anunciada ante la Asamblea Legislativa en una caliente tarde de enero, fue coronada por una larga ovación e intensos aplausos de los legisladores presentes. Luego del interinato de Eduardo Duhalde en la Casa Rosada, asumió la primera magistratura Néstor Kirchner. El mandatario comenzó negociaciones con los organismos multilaterales de crédito y con los acreedores privados, a efectos de iniciar la reestructuración de la deuda.
El Fondo Monetario Internacional (FMI), uno de los principales organismos mundiales, tiene una importancia significativa debido a su peso político y a su capacidad de intervención en la política económica doméstica de los países miembros, posibilidad emanada de las condiciones que aceptan quienes suscriben acuerdos con dicha organización.
Debido al volumen de la deuda externa, la incidencia que el pago de sus servicios tiene desde siempre en la calidad de vida de los argentinos y también por razones políticas, la imagen del FMI y sus representantes, no cuenta con muchos adherentes en nuestro país. Parte de ese rechazo, se puso de manifiesto cuando La Argentina fue visitada por el presidente del Fondo, el ex ministro de economía español Rodrigo De Rato y otros altos funcionarios. Los polémicos viajeros desembarcaron en el Ministerio de Economía argentino el 31 de Agosto de 2004. Ese día, una nutrida delegación encabezada por el ex ministro de José María Aznar, se reunió con el titular del Palacio de Hacienda, Roberto Lavagna. En lo que después fue calificado por fuentes argentinas como “una reunión dura y tensa”, Lavagna expuso ante los negociadores extranjeros, la oferta argentina para reanudar el pago de sus compromisos. El ministro criollo, garantizó el pago de la deuda con un superávit fiscal cuyo tope sería un 3% anual; ante el presunto retraso tarifario de las empresas de servicios, en su mayoría extranjeras, el anfitrión pudo demostrar que en más del 60% de la facturación de esos concesionarios, ya se habían registrado aumentos.
Mientras se desarrollaba esa compleja negociación, distintas organizaciones políticas y sociales habían convocado a una manifestación frente al Ministerio de Economía para repudiar la presencia de los hombres del FMI y pronunciándose contra el pago de la deuda externa.
Habían pasado pocos minutos desde las 11 de la mañana, cuando una seguidilla de explosiones conmovió a la Plaza de Mayo y aledaños. Se trataba de bombas de estruendo que un grupo de manifestantes hacían estallar ante las broncíneas puertas del ministerio económico, mientras otros apilaban cubiertas de autos incendiándolas luego. Algunos manifestantes encapuchados e identificados por periodistas como miembros de un grupo de izquierda, procedieron a pintar leyendas con aerosol en las puertas de bronce del ministerio, en las que el mensaje dominante era: “Fuera Rato de La Argentina”. La ruidosa protesta provocó, según testigos, la alarma de los funcionarios extranjeros y la aglomeración de empleados ante algunas ventanas.
Paralelamente, ante el cariz que tomaban los hechos, un juez federal ordenó a fuerzas policiales el desalojo de los manifestantes de la zona. Unos cincuenta detenidos y numerosos incidentes, fue el saldo de los sucesos que enmarcaron la negociación que varios pisos más arriba de los manifestantes, se llevaban a cabo entre economistas argentinos y extranjeros.
Calmados los ánimos, una importante organización piquetera denunció que los incidentes violentos fueron perpetrados por “provocadores” con el fin de perturbar la concentración y que hasta el momento de desencadenarse las acciones, había sido totalmente pacífica.
Horas más tarde, las pulidas puertas ministeriales habían sido aseadas; sólo quedaban algunas leyendas aisladas en otros edificios, manifestando el pensamiento de algunos sectores ante la visita de Rodrigo de Rato.
Del Libro Pintadas Puntuales – Roberto Bongiorno – Juan Pizzorno – Testimonios – 2020