La gastronomía es una de las construcciones culturales que mejor identifica a los pueblos.
Nuestra Argentina tributaria de múltiples aportes, también construyó una cultura alimentaria fuertemente cosmopolita que según la región y la época, se expresa con mayor o menor fuerza. ¿Quién puede negar el carácter “argentino” del asado como sello identitario? Aunque la carne asada se come en todo el mundo. Pero más allá de la calidad de nuestras carnes vacunas reconocidas en todo el planeta y base de fortunas colosales aquí y en el extranjero, el asado argentino como plato tradicional sigue gozando de buena salud. Pese a la inflación, las nuevas opciones alimenticias y la pandemia covid – 19 que conspira contra los encuentros amistosos y el bolsillo, todo indica que hay asado para rato.
También las empanadas, el puchero, las achuras, las comidas frías navideñas y otros platos tradicionales, dan tranquilidad al apetito local; a lo que debemos sumar la multitud de comidas ajenas a la parrilla, muchas de culturas exóticas, que se integraron en las últimas décadas a las mesas argentinas.
Existen otros bocados que no alcanzan la categoría de “comidas” pero se le parecen, como las hamburguesas o “patys” a secas y el folclórico chorizo; devenido en el argentinísimo choripán. Otro que llegó alguna vez y se quedó entre nosotros, es el pancho. En épocas no muy lejanas, se lo conocía como panchito. Porque era una salchicha de Viena corta, emparedada en un “pebete” o pan de Viena de tamaño acorde. Se trata de un embutido con una mezcla básica de carne vacuna, cerdo y condimentos. El relleno varía según los países y la calidad del producto. En Argentina, el super pancho apareció más adelante.
El panchito se ofrecía desde siempre en las inmediaciones de los estadios, en esquinas céntricas o de barrio, en los recitales y en cuanto sitio concentrara gente, conservadas en recipientes con agua caliente de dudosa higiene. Comida sin restricciones de edad, a mediados del siglo XX se lo devoraba acompañado además de la eterna cerveza, por una amplia oferta de gaseosas que pisaban fuerte en el mercado local: Bidú Cola, Bilz, Pomona, Crush, Spur Cola, Indian Tonic Cunnington, Seven Up y la Coca Cola; ésta última, en pequeñas botellitas; todavía no existía la ”mediana” y mucho menos, la familiar. A principios de la década de 1960 desembarca Pepsi Cola. Son de aquella década las líneas naranja, lima – limón y tónica de las marcas líderes: también aparecen las familiares en envase de vidrio retornable.
Al panchito de entonces, se lo sazonaba con mostaza y sólo algún pionero podía ofrecer mayonesa. No existían en los comederos al paso, el ketchup y otros aderezos; mucho menos las “lluvias” de papitas y otras guarniciones muy comunes en estos días.
Si bien existen antecedentes en la Antigüedad de algo parecido a nuestras salchichas de Viena, el invento tal cual lo conocemos se habría originado en un pueblito de las cercanías de la ciudad alemana de Frankfurt, a comienzos del siglo XIX. Se ofrecían al cliente en un plato, más adelante se agregó el pan a la medida, facilitando así la manducación al paso.
De allí se trasladó a EE. UU. y del país del norte a América Latina, incluyendo Argentina. El alemán Feltman fundó en New York una panchería con su nombre liderando el rubro.
Desde 1910 sus hijos tomaron la conducción de la empresa. Más adelante ganó la delantera la empresa Nathan Handwerker y la precursora Feltman’s, se retiró del mercado.
En el año 2015 nuevos emprendedores adquirieron la marca Feltman’s abriendo local en Long Island, en el mismo sitio en que el alemán comenzara a vender panchos en el siglo XIX. El “hot dog” también apetece a los estadounidenses asando las salchichas en la barbacoa y agregando además de salsas variadas, queso y cebollas.
Un estudio del año 2011 estimaba el consumo de salchichas de Viena en Argentina, en unos 720 millones de unidades anuales, permitiendo a las pancherías facturar en aquellos años, aproximadamente 3.600 millones de pesos anuales. Vale recordar que el pancho debe competir desde siempre con el choripán y desde mediados del siglo XX, con la hamburguesa. La medida “panchito” sigue vendiéndose para uso doméstico. En envases lacrados y al frío, se ofrecen en paquetes de seis y doce unidades; clásicas y versión light, a las que hay que sumar la medida copetín y la alargada para super pancho. También ahumadas y sazonadas con hierbas y otras exquisiteces. Existen cadenas de locales que ofrecen combos que incluyen en distintas cantidades, salchichas, aderezos y pan de Viena; o hamburguesas, acompañadas con pan y salsas. Esos comercios venden también gaseosas, papas fritas, productos de copetín y otros insumos necesarios para una feliz deglución.
La enorme popularidad del pancho, desbordó la gastronomía para integrarse a la cultura popular. En nuestro país, “ser un pancho” o “re pancho” (vale para ambos sexos) tiene varias interpretaciones: equivale a gil, tonto, salame, también indiferente, despreocupado. Es variante de “estar lo más pancho,” manso, tranquilo. “Como Pancho por su casa”, es otra acepción, cuando alguien se maneja con soltura y seguridad en otro ambiente.
En México, “hacer un pancho” significa armar un escándalo por cosas menores: En
Argentina decimos “calentitos los panchos”, aludiendo burlonamente a alguien que está enojado.
Y así hasta agotar posibilidades en nuestro mundo hispanoparlante. Un mundo en el que el pancho, el panchito, el perro caliente y las gaseosas, son parte de la vida cotidiana. En la Argentina el maridaje del pancho y la Coca, como el postre “fresco y batata”, son parte irrenunciable de nuestras costumbres.
Pancho. Pop.: En la expresión quedarse pancho, quedarse lo más pancho: permanecer tranquilo e inmutable.
Leng. gen. cierta salchicha que se come en emparedados (acepción surgida en la década de 1940
“Le encantaban, también los textos de filosofía, para divagar solita, lo más pancha, y hasta los de geografía., porque la ayudaban a soñar.”
Flores Robadas en los Jardines de Quilmes – Jorge Asís – Losada – 1980
“…que yo hoy sea el casi prestigioso enfant bancablemente terrible Rodolfo Zalim, y Bartolomé Rivarola, y que mi madre siga lo más pancha en Villa Domínico,…”
Carne Picada – Jorge Asís – Legasa Srl – 1982
“…Y te convertiste en su entrenadora vocal para el disco Los Ojos. –Primero hice el trabajo de vocal coach con Illya Juryaki para el disco Leche. Emanuel, Dante y yo nos transformamos en una sola persona. Durante la grabación Luis estaba todo el tiempo ahí, como papá de Dante. De repente cocinaba un arroz con pollo exquisito, o nos preparaba un sushi… pero el día que me hizo un pancho directamente me hizo llorar. Yo lloraba de emoción pensando que ese pancho lo había hecho Spinetta solo para mí, y él me decía: ‘¿Qué pasa? ¿Tan feo está?’. Al tiempo, me propuso ser su vocal coach para el disco Los Ojos, además de hacer coros.”
Por Graciela Corcieri – Clarín – 22-02-00
“Pero estas orgías quedan incompletas si los jóvenes no se empeñan en engullir en cuanta ocasión se presente, sea como pretexto de paseo, merienda, cena o vicio, los concluyentes panchos con Coca Cola, incontestable síntesis que asegura juvenilismo culinario. La única revista juvenil que aparece desde 1953 no por casualidad se llama Pancho.”
Buenos Aires, Vida Cotidiana en la década del 50 – Ernesto Goldar – Plus Ultra – 1980
Pancheras: Pop.- Aparato eléctrico o a gas para cocinar las salchichas que formaran el pancho.
“Polémica por la proliferación de *pancheras* en Capital”.
Diario Popular – 22-10-84
“Anoche en Indomables, estuvo el colombiano ex futbolista Carlos “El Pibe” Valderrama.- Junto a Pettinato, hablo de todo: desde su admiración por Maradona, pasando por su coquetería, hasta de sus excéntricos tatuajes.- “El pelo es mío, pero de cuidarlo se encarga mi señora”.- Para el final quedo una prueba de habilidad.- Debía hacer “jueguitos” con una pelota junto a un chico de la inferiores de Boca.- Y ganó el rubio, que se hizo acreedor de un pancho y una coca, que compartió con el derrotado”.
Diario Olé – 12-11-2003 – ”El Pibe se Ganó el Pancho y la Coca”
“Mientras en gimnasia alguien espera de acordar la continuidad del arquero Jorge Broun, el que se “ofreció” para volver a Gimnasia fue el delantero José Vizcarra, quien reiteró el deseo que tiene desde hace tiempo y dejo en claro que “no tengo ningún problema en ir y más a esta altura de mi carrera, iría por el pancho y la coca a Gimnasia” dijo el delantero al Instagram live del portal Cielo Sports”.
Popular – 19-08-2020 – “Chino Vizcarra se Ofreció para Volver a Jugar en Gimnasia”