Dentro de la ingeniería política desplegada por el General Perón en la construcción de su Movimiento, la juventud fue siempre el sector más conflictivo en términos de organización y de encuadramiento en las estructuras del Peronismo Si bien ya durante el primer gobierno de Perón los jóvenes tuvieron distintos canales de participación, a partir del derrocamiento del gobierno justicialista en 1955 esa franja generacional que adhería al presidente depuesto, se quedó sin herramientas de expresión.
En la clandestinidad que siguió, distintos grupos inorgánicos de jóvenes y muchas veces sin conexión entre ellos, fueron nucleándose bajo la sigla Juventud Peronista (JP).
Perón desde el exilio, comenzó a establecer contacto con las distintas tendencias enviándoles directivas políticas, avalando a todos y sin inmiscuirse en las rencillas internas.
Avanzados los años sesenta, el peronismo juvenil en sus distintas vertientes, fue arraigando en los barrios y participando en las estructuras sindicales; pero el déficit más importante estaba en el frente estudiantil. El estudiantado argentino en sus niveles medio y superior, era mayoritariamente refractario al peronismo. Lo había sido en los gobiernos peronistas y lo seguía siendo después que éste fue derrocado. En los años 40 y 50 en el universo estudiantil, sólo la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) creada en 1949 y los cursantes el la Universidad Obrera rebautizada después de 1955 como Universidad Tecnológica Nacional (UTN), que venían en general del mundo fabril, acompañaban al justicialismo gobernante.
Durante los 18 años transcurridos entre el desalojo de Perón en 1955 y su retorno definitivo en 1973, el estudiantado universitario fue conducido por agrupaciones radicales o de izquierda. Los secundarios enfrentaban el problema de la prohibición de agremiarse u organizar centros de estudiantes en los colegios. Esto no impidió que proliferaran grupos y siglas pero con vida más efímera que sus pares universitarios.
Desde fines de los sesenta la inquietud juvenil que recorría el mundo (Mayo Francés, México) también se manifiesta en la Argentina, donde es determinante la actitud del gobierno militar de Onganía que prohibe la actividad política y promulga leyes de persecución ideológica. Con el crecimiento de la figura de Perón como alternativa política y el deshielo de la actividad partidaria impulsada por el General Lanusse, tercer presidente del gobierno de facto, hay un salto importante en el desarrollo de las agrupaciones juveniles peronistas. Se produce el fenómeno de la “peronización” de amplios sectores de la clase media que se refleja en el estudiantado. Prueba de ello es la conformación de la Juventud Secundaria Peronista (JSP) en mayo de 1972. Este nucleamiento fue impulsado por la Mesa del Trasvasamiento Generacional que a nivel nacional conducían referentes juveniles como Alejandro Alvarez (Guardia de Hierro) y Roberto Grabois (Movimiento de Bases Peronistas) entre los más conocidos. La flamante JSP realizó con motivo Día del Maestro, un acto en el Sindicato del Calzado de Capital el 11 de setiembre de 1972. En ese encuentro el homenajeado no fue Domingo Faustino Sarmiento sino el General Perón, a quien los asistentes proclamaron Maestro de la Juventud. Símbolo de los nuevos aires que corrían, fueron dos oradores de diez y once años (alumnos de escuela primaria) que fundamentaron su adhesión al peronismo. Consciente de lo que significaba ese torrente infanto-juvenil en la política, la tribuna no cesaba de cantar:
“Aquí están, éstos son
los borregos de Perón “
En sus cánticos y slogan, los estudiantes secundarios manifestaban su rechazo a la cultura oficial y su compromiso con distintas propuestas políticas, todas orientadas a producir transformaciones importantes en nuestro país.
Meses más tarde y después que el Justicialismo ganara las elecciones del 11 de marzo de 1973, en ese mismo sindicato se relanzaba la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), ésta vez como brazo de la JP-Regionales. Propuesta a la que no adhirieron otros sectores juveniles del peronismo.
Del Libro Cánticos Populares de Roberto Bongiorno
Editorial Biblioteca Nacional – 2015