Entre el Inconsciente y el Alter Ego, la Obra
El artista es un todo indivisible, y a su vez, es un rompecabezas de piezas incontables.
En el todo indivisible transcurre su vida íntima, su familia, sus afectos, sus experiencias, la niñez, el pueblo que le tocó nacer, la escuela que lo vio crecer, los anhelos, los amores, los fracasos, las ideas, los pasatiempos, el mundo que imagina, los sueños que lo sostienen; podría hacer una interminable lista, pero prefiero proponerles que cada uno la complete a su antojo.
Sin dudas, la obra que nace del artista, en un principio, se le parece; luego comienza a jugar su juego el alter ego, la imaginación, las lecturas que elige y lo formaron, los desafíos que se impone, el ánimo de su alma, los momentos que transita, las circunstancias que lo aquejan.
¿Se puede dividir la obra, del artista que la compone? Habrá tantas opiniones respecto a ello como lenguas o ángulos desde dónde mirar. Y ahí, en ese punto, entran a pesar otro tipo de cosas.
Cuando uno admira una obra, un texto, una pintura, una composición musical, está admirando lo que ha nacido del ser humano creativo. Para admirar se necesita creer que aquello que el artista nos propone, es real, así sea en el mundo fantástico, necesitamos creerlo para no salir de ese estado especial que el verdadero arte nos brinda. Una buena película nos hace vivir un mundo paralelo, una buena pintura nos sumerge en otros pasadizos, un buen texto quizá nos haga emocionar, conmocionar, pensar e incluso enojar.
Recuerdo el mundo de Pessoa y sus innumerables máscaras, y su verdad mentira, su dolor real, fingido, pero sangrante, que describe en sus versos:
Autopsicografía
El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que hasta finge que es dolor
el dolor que en verdad siente.
Y, en el dolor que han leído,
a leer sus lectores vienen,
no los dos que él ha tenido,
sino sólo el que no tienen.
Y así en la vida se mete,
distrayendo a la razón,
y gira, el tren de juguete
que se llama corazón.
Desde mi visión, la poesía es el mundo interior puesto de manifiesto en palabras, el canto del alma, la mirada sensible de todo lo que ocurre en el mundo e incluso fuera de lo conocido.
Distintas corrientes literarias nacen y mueren en el transcurso del tiempo, también es cierto que cuando nos adentramos en la obra de un autor eterno no solo lo leemos, sino que además indagamos sobre su vida, sus conflictos, sus mundos, sus apetencias. Hay ejemplos de poetas consagrados que le cantan muy bien al amor, y sin embargo en su vida personal han hecho sufrir o han abandonado en el vacío a sus propios hijos. Entonces, me pregunto desde mi sencillo razonamiento: ¿se puede apartar al ser humano del oficio y /o profesión que desempeña? Sin dudas que se puede, entonces la pregunta se engrosa: ¿me emocionan sus versos, igualmente? Y ahí entran en juego las variantes personales de cada lector; de todas maneras, el inconsciente hace muy bien su trabajo para aparecer sin que se note demasiado en el hecho artístico en sí.
Viene a mi mente el Guernica de Picasso y su comentario «los artistas que viven y trabajan con valores espirituales no pueden ni deben permanecer indiferentes ante un conflicto en el que los valores más elevados de la Humanidad y la civilización están en peligro». La Legión Cóndor alemana y la Aviación Legionaria italiana que luchaban del lado del bando Sublevado contra el gobierno de la Segunda República Española, masacraron sin piedad a miles de personas que se encontraban aquel fatídico 26 de abril de 1937 en la población vasca de Guernica. Picasso decidió no permanecer ajeno y pintó un cuadro que expresó lo que sentía cuando llegaron a sus oídos las trágicas noticias, mientras vivía en París. Entonces, ¿puede el artista separarse de su obra?, dependerá de los valores que abrace y de las experiencias vividas. Habrá tiempos de más y de menos, habrá luces y sombras, habrá laberintos y huellas.
Es el ser creativo quien habla a través del ser humano y es el ser humano quien elige qué caminos tomar para decir con arte aquello que su mente, imaginación y vuelo le permitan.
Todo lo que encasilla mutila; los que abrazamos algún tipo de expresión artística lo sabemos, sin embargo, como escritora, sea cual sea el género literario que elija para desarrollarme, y aunque mi alter ego haga volteretas en el aire para ser y no ser al mismo tiempo, siempre tendré algún personaje que se llevará lo mejor y lo peor que cabe en mi inconsciente.
El ser humano y sus circunstancias, la obra y su simbolismo, la obra y su hermetismo, la obra y el latido. Ser genuino es siempre más engorroso que fingir; para fingir se necesita una buena historia y no más, para conmover se necesita poner el latido, y desde que el mundo es mundo, cada latido artístico suena al compás de la vida y el tiempo que le toca en suerte.