La Argentina está viviendo en estos días la segunda ola de la pandemia del Coronavirus. En la última semana hubo récord de contagios y también récord de muertos.
Una curva muy grande de crecimiento se da en los jóvenes entre 10 y 29 años y las medidas que no se toman en el tiempo oportuno pueden generar consecuencias muy graves.
Debido a ese ascenso intempestivo de los contagios y a la aparición de circulación comunitaria de las variantes de Manaos y del Reino Unido, el presidente de la Nación decidió tomar medidas para evitar un colapso en el sistema sanitario, que nos llevaría a vivir lo que hemos visto en varios países hermanos. Las medidas son por 14 días, por el momento, a fin de reducir la circulación del virus que, como se sabe, se propaga más rápido y con mayor movimiento de gente en la calle. Entre esas medidas, de carácter sanitario, está la suspensión de clases presenciales en CABA y en el Gran Buenos Aires, que son las zonas más afectadas.
Con la irresponsabilidad que los viene caracterizando y una frágil memoria sobre sus gestiones presentes y pasadas, donde todo lo público les es ajeno, varios dirigentes de la oposición, como Mauricio Macri, Patricia Bullrich, Gustavo Posse y Jorge Macri, por ejemplo, llamaron a la rebelión y a desobedecer esas medidas.
Mauricio Macri es quien dijo, convencido, que los pobres no tienen más remedio que “caer en la educación pública”. Y María Eugenia Vidal afirmó en un foro con empresarios, que los pobres nunca llegan a la universidad.
Tanto Larreta, como Jorge Macri y Gustavo Posse, presentaron recursos de amparo para que “los chicos” continúen con las clases presenciales.
Larreta, que desde que es jefe de gobierno porteño, cada año redujo el presupuesto en educación. El mismo que el año pasado dejó a miles de chicos, humildes por supuesto, sin conectividad, cuando el Gobierno nacional le ofreció suministrar computadoras. Horacio Rodríguez Larreta, el que entregaba comida en mal estado a los comedores escolares, donde hubo más de 42 pibes intoxicados en la escuela primaria Ernesto Padilla número 14 de Caballito, por ejemplo. En CABA, donde enarbolan la continuidad de la presencialidad, dejaron a más de 17 mil niños sin vacantes. El que intentó cerrar profesorados. El mismo Larreta, cuya ministra de Educación, trató a los docentes de zurdos, viejos, frustrados, que elegían esa noble carrera luego de haber fracasado en otros campos.
Jorge Macri, prioriza la educación presencial. El mismo Macri que hizo oídos sordos a los reclamos de la comunidad de la escuela secundaria número 3, cuando pasaron un invierno sin gas. El mismo Jorge Macri que decidió subsidiar las escuelas privadas y que no construyó un solo jardín maternal, desde que asumió en 2011. Jorge, que es Macri, además, le niega atención a los afiliados del PAMI en el hospital de Vicente López, violando el convenio que tiene con esa obra social.
Gustavo Posse, gobierna el distrito que más oferta en educación privada tiene: San Isidro. Sin embargo, hay barrios que aún no tienen cloacas. Los más humildes, claro.
Mauricio Macri, el que endeudó a tres generaciones de argentinos, el que dejó un 40% de pibes en situación de pobreza, el presidente que más DNU firmó, llamó a rebelarse contra el decreto del ejecutivo nacional. El mismo Mauricio que redujo tanto el Ministerio de Salud como el de Ciencia y el de Trabajo a secretarías.
Patricia Bullrich, la de la represión a docentes y jubilados, la que otrora rebajó ingresos a estatales y a la clase pasiva, entre muchísimas otras cosas, llamó a la desobediencia civil y fue protagonista “presencial” de las manifestaciones a la Quinta de Olivos.
Expertos de toda laya señalan que desde el comienzo de la presencialidad escolar los contagios entre personas de 9 a 19 años ascendieron exponencialmente. En el Hospital Ricardo Gutiérrez hay 10 niños internados por Covid, 2 en terapia intensiva.
Después de desconocer el DNU, Larreta se respaldó en un fallo de un tribunal porteño para proclamar que las clases presenciales continuaban.
Curiosamente esa Sala IV del Contencioso Administrativo de la ciudad de Buenos Aires, que procedió con premura dominical a instancias de Larreta, tiene 43 amparos sin resolver por pedidos de vacantes.
Los jueces que hacen teletrabajo fallan a favor de las clases presenciales un domingo a la noche, una semana después de haber pedido que se adelantara la feria judicial porque el personal de la justicia no estaba vacunado.
Muchos colegios privados, se sumaron al reclamo de esos personajes nefastos, con abrazos simbólicos a sus instituciones, para dirigirse luego todos a la Quinta de Olivos, sin barbijos ni distanciamiento social.
Vemos, con esta segunda ola de la pandemia, la politización de los derechos de los pibes que tantas veces fueron avasallados por la oposición, que es la misma que se encargó de sacarles el plato de la mesa.
La Educación es También Enseñar a Respetar las Leyes
La Convención sobre los derechos del Niño, a la que la Argentina adhirió a través de la Ley 23849 promulgada el 16 de octubre de 1990 e incorporada a la Constitución de 1994, es el primer tratado vinculante a nivel nacional e internacional que reúne en un único texto sus derechos civiles, políticos, sociales, económicos y culturales. El texto de la CDN está compuesto por un conjunto de normas para la protección de la infancia y los derechos del niño y, entre otras cosas, el resguardo de su identidad.
Niños caceroleando, portando carteles con consignas de adultos, rodeados de enardecidos odiadores, ¿no implica el riesgo de inocularles un odio precoz que tal vez los marque para toda la vida?
¿Qué angustia a los chicos?, ¿no poder salir de casa como hace más de un año lo hacían?, ¿tener que estudiar a distancia? Tal vez eso produce angustia. Pero también hay dolor por no poder abrazar a sus pares cuando los ven. Más angustia les generaría no poder ver más a sus abuelos o no despedir a un ser querido porque la pandemia se lo llevó sin darle siquiera un abrazo.
Marchar en defensa de la educación y querer derribar las vallas de la Casa Rosada, movilizarse a la Quinta de Olivos, insultar a las autoridades, escupir a las fuerzas de seguridad, ¿qué parte del proceso pedagógicoo encarna?
En las guerras. ¿alguien se hubiera negado a ir a los refugios subterráneos ante el aviso de bombardeos?
Una oposición fanatizada amplificada por los medios hegemónicos y llena de odio que no puede razonar, ni siquiera darse cuenta de que esta pandemia no te pregunta de qué color, de qué clase social, de qué partido político sos, para llevarte a una cama de terapia. Podrían ser ellos o sus abuelos, incluso sus hijos quienes necesiten un respirador. Pueden ser los suyos quienes mueran en una cama en la más absoluta soledad. Pero no les importa. Porque quieren muertos. Ver fosas como las de Brasil. Ni siquiera les preocupa inmolarse junto a sus seres queridos con tal de sumar votos. Necesitan muertos y colapso porque es lo único que les puede garantizar hacer una mejor elección, que a números de hoy, les es adversa.
¡Cuántos de nosotros extrañamos el abrazo fraterno de los seres queridos! Cuántos tenemos sueños postergados, esperando que pase esta pandemia. Cuántos nos cuidamos, para cuidar al otro. O lloramos en silencio extrañando ese amor de hermanos, de padres, de pareja, de hijos o nietos, que quedó suspendido en el tiempo de la distancia y, sin embargo, es más fuerte porque amar es cuidar, siempre.
El amor y la dedicación de enfermeros, médicos, auxiliares, camilleros, terapistas, ya no reciben aplausos. Como tantos pasajes de nuestra historia, parecen pertenecer a una masa olvidada, invisible, molesta, que incomoda, siempre reclamando mejoras salariales y condiciones de trabajo dignas.
La Argentina, figura entre los 15 países que más vacunó. Aunque se quiera, desde la oposición, tapar el sol con lo que se les ocurra, se comprueba que más del 70% de la población está de acuerdo con las medidas que tomó el Presidente para salvarnos la vida.
El género humano se muestra desquiciado, sacando a la luz lo peor de sí. Pero no todo está perdido: un laboratorio argentino comenzará a producir la vacuna Sputnik Vida en la Argentina, convirtiéndose en el primer país de América Latina que lo hará.
Estamos ávidos de calle, de movilización popular pero, como nos cuidamos, lo tenemos temporalmente suspendido. Otra sería la historia, el respaldo a las medidas del Gobierno, si estuviera el pueblo marchando en lugar de ese centenar heterogéneo de desaforados, frenéticos, violentos con rostros de mal medicados, que irrumpen en contra de lo que venga, sobre todo si proviene del peronismo.