La humanidad durante siglos, en sus diversas creencias, creyó que:
En el principio creó Dios los cielos y la tierra…Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios y les dijo Dios: Fructificad y multiplicaos; y henchid la tierra y sojuzgadla; y tened dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves de los cielos y sobre todas las bestias que se mueven sobre la tierra. (Génesis, La Biblia,) Un Dios que nos dio el mandato y la bendición de fructificar, de multiplicarnos y de tener dominio, a fin de que pudiéramos progresar y llegar a ser aun como Él es.
En los tiempos de la inteligencia artificial, cree que:
“Somos la única especie en la historia que ha cambiado el planeta por sí sola, y ya no podemos culpar de nuestro destino a un ser superior. Pero ahora que los dioses se retiran y el Homo Sapiens se convierte en Homo Deus, ¿qué vamos a hacer con nuestro futuro? ¿Qué proyecto podemos adoptar sin que nuestra especie, y el planeta entero, excedan sus límites y posibilidades?” (Yuval Noah Harari, Homo Deus. Breve historia del mañana. (Editorial Debate).
Como podemos apreciar de la lectura de estos dos párrafos de libros separados por décadas de siglos, nuestra raza ha mutado sus creencias, transitando de un hombre adorador del creador a un hombre creador de las cosas y de su destino, este avatar, encarnación de Dios, ha decidido desplazarlo de su altar, para adorarse a sí mismo.
Los saltos tecnológicos, en las distintas etapas de desarrollo se caracterizan por tres ejes importantes, el tipo de generación de energía, los modos de comunicación y la logística.
La tecnología de la Industria 3.0, ha llegado para automatizar la producción a más no poder, que la energía sea renovable en su totalidad, la electricidad, el transporte, preocupado y ocupado por cuidar el medio ambiente, el cambio climático, la contaminación y la ecología.
La innovación de edificaciones que se autosatisfacen en la producción de su energía, la tecnología de almacenamiento y red de distribución de energía eléctrica “inteligente”.
Todo el transporte basado en vehículos eléctricos y de pilas de combustible, utilizando como energía de propulsión la electricidad renovable.
Entre los últimos cambios revolucionarios lo titulan “la tecnología 4.0”, los más trascendentes son la Informática (computing), nanotecnología (nT), biotecnología, robótica, internet, internet de las cosas (Internet of Things- IoT), máquina a máquina (machine to machine – m2m), impresión en tres y cuatro dimensiones (3d) (4d), la nube (cloud), la minería de datos (data mining), las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), el dataismo, la inteligencia artificial (IA) y la frutilla de la torta la inteligencia artificial predictiva.
Por otra parte, lo que nos dicen los autores de la generación 4.0, que es el fin de la teoría, nos determina que el diluvio de datos hace obsoleto el método científico, la magnitud de datos masivos y las matemáticas aplicadas reemplazan a cualquier otra teoría o herramienta que pudiera ser utilizada, explica Chris Anderson, editor jefe de la revista Wired, que no importa ¿Por qué las personas hacen lo que hacen?, la cuestión es que lo hacen, y podemos seguir su pista y medirlo con una fidelidad sin precedentes. Con suficientes datos, los números hablan por sí mismos.
Es la época del dataismo, el mencionado editor nos da como ejemplo que Google conquistó el mundo de la publicidad con nada más que matemáticas aplicadas. No pretende saber nada sobre la cultura y los convencionalismos de la publicidad simplemente supusieron que unos mejores datos, con mejores herramientas de análisis, triunfarían. Y Google estaba en lo cierto.
En definitiva, estamos en las manos del Señor, ¿Pero cuál?