El 22 de noviembre de 1963, en Dallas, Texas, el entonces presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy encontró la muerte a bordo de ahora emblemático vehículo Lincoln Continental color blanco. Los polémicos informes llevados a cargo por la Comisión Warren llegaron a la conclusión que dos disparos impactaron en el hombre. Fue el final de un mandato que prometía ser histórico, y el acusado de apretar el gatillo, Lee Harvey Oswald, fue asesinado dos días después antes que pudiera dar su testimonio en un juicio. Jack Ruby, un mafioso, mató a Oswald mientras lo trasladaban.
Las teorías conspirativas con respecto a este evento histórico estuvieron a la orden del día desde entonces. Una de las más famosas, que explicaría por qué Oswald, al menos en soledad, no pudo haber perpetrado el asesinato, es la teoría de la bala mágica. La trayectoria del proyectil que impacta en la cabeza de JFK es imposible de justificar bajo nuestras leyes físicas, y eso probaría la existencia de un segundo francotirador. Los que adhieren a que Oswald fue el único culpable se basan en que era un desertor del ejército estadounidense y se radicó en la Unión Soviética, regresando al país un año antes del hecho histórico. Las investigaciones oficiales jamás dejaron todo demasiado claro, y la película de Oliver Stone, titulada JFK (1991), reavivó tanto la historia y las polémicas que volvieron a revisar todo el caso.
Stephen King siempre fue uno de los que creyó en la versión oficial que culpaba a Oswald únicamente. Desde la década del ‘70, antes incluso de convertirse en uno de los escritores mejores vendidos del mundo, venía cocinando la idea de una historia ambientada en los días previos al asesinato de Kennedy. No obstante consideró que era un evento muy reciente y vivo en la memoria colectiva, y le dio prioridad a otros proyectos. Cuarenta años más tarde, con docenas de éxitos en el mundo literario, televisivo y cinematográfico, King puso manos a la obra y revivió esa novela que tanto le obsesionó.
En noviembre del 2011 salió a la venta 22/11/63, libro de ciencia ficción histórica con una premisa simple pero contundente: ¿qué pasaría si alguien viaja al pasado e impide que Lee Harvey Oswald asesine a Kennedy? El escritor explicó que tomó como principal antagonista a este único actor porque considera que es la versión verdadera de los hechos, aduciendo que la gente suele creer que hay una conspiración mayor detrás porque no puede terminar de comprender que un solo hombre sea capaz de cambiar el curso de la historia con dos balazos. La extensa y exhaustiva investigación que realizó Stephen King junto a su equipo terminó de consolidar su visión sobre el asesinato.
Tres años más tarde el director y productor J.J. Abrams, a cargo de la productora Bad Robot Productions, unió fuerzas con King para llevar a la pantalla chica la novela en formato de miniserie. Pronto se sumó Warner Bros., y la distribución corrió a cargo de la plataforma de streaming Hulu. La temporada autoconclusiva tuvo ocho capítulos y un elenco estelar, comandado por James Franco en el rol protagónico, Sarah Gadon como co-protagonista y Daniel Webber como Lee Harvey Oswald.
La historia inicia con Jake Epping, un profesor de literatura que atraviesa un difícil divorcio y una crisis profesional. Es habitué de Al´s Diner, un restaurante pequeño que tiene la particularidad de vender comida a un precio irrisorio. Al Templeton (el gran actor Chris Cooper) es el dueño del comercio y amigo de Jake. La salud del hombre parece ir en caída libre, y viendo que sus días están contados, toma la decisión de contarle el gran secreto a su fiel cliente. En la despensa de su local hay un portal hacia el pasado, específicamente 1958. Esta máquina del tiempo de naturaleza desconocida le permitió al cocinero comprar la carne a precios de la década del ‘50, manteniendo así los bajos costos. Pero los sucesivos viajes al pasado comenzaron a formar una inquietante idea en el hombre: detener el asesinato de JFK, bajo la premisa que todo iría mejor si el presidente hubiese terminado su mandato. Para Al, el mundo comenzó a entrar en crisis después de 1963, e intentó durante muchos años rastrear a Oswald, cerciorarse que él fue el único tirador, y detenerlo para cambiar la historia.
Según la lógica de viajes en el tiempo, cuando uno cambia algo en el pasado no afecta el presente, sino que crea una línea temporal alternativa en donde las consecuencias de esos actos se desarrollan. Tanto en la novela como en la miniserie este principio no aplica. Jake le manifiesta esto a Al, y este le propone que pruebe por si mismo lo erróneo de su postulado. El profesor viaja por primera vez al pasado, encuentra un árbol y talla una inscripción en la corteza. Cuando regresa, no solo pasaron apenas dos minutos sino que el árbol en cuestión había sido modificado por él, cincuenta y tres años antes.
Tras pensarlo y contemplar todas las alternativas posibles, Jake asume el llamado a la aventura e inicia sus andanzas por Estados Unidos a fines de la década del ‘50. Tiene que vivir cinco años hasta que sea el momento de impedir el asesinato a Keneddy, y por eso debe tomar medidas para sobrevivir. Asume una nueva identidad, George Amberson, e inicia una carrera como profesor en Jodie, un pueblo pequeño de Texas, cercano a Dallas. Allí conoce a Sadie y, pese a que todo le indica que no debe enamorarse de alguien en el pasado, termina forjando una relación con la bibliotecaria que, encima, está en un matrimonio tóxico con un hombre que bordea la psicopatía.
Parte de su tarea consistirá en localizar en 1962 a Oswald, seguir los pasos del hombre y descubrir si él fue el conspirador contra la vida de Kennedy. Adaptarse a los modos del pasado y no revelar su verdadero origen será uno de los problemas que enfrentará George/Jack, porque el mismísimo tiempo tiene agentes de índole sobrenatural que intentarán detener a toda costa que un extraño cambie el rumbo de la historia. Matar al asesino, lo que en apariencia parece una tarea simple, al fin y al cabo el profesor tiene la enorme ventaja de conocer de antemano la biografía de su objetivo, prueba ser una carrera contrarreloj que ni los cinco años de planificación pudieron contrarrestar.
22.11.63 se estrenó en el 2016 y en Estados Unidos, así como en gran parte del mundo, fue un éxito inmediato. La producción de factura impecable recreó la década del ‘60 con una pericia envidiable. Todo se ve genuino (al menos desde la perspectiva de un espectador moderno que jamás vivió en Estados Unidos por aquellos años) y se siente orgánico. La novela de Stephen King había allanado el camino en cuanto a investigación histórica, con lo cual los guionistas tuvieron que ajustar algunas cosas del texto para que sea más apto al formato televisivo. La lógica interna de ciencia ficción, en este caso los viajes en el tiempo, se explican de manera sencilla y didáctica, sin utilizar grandes efectos especiales, y los creativos centran su atención en ahondar en el factor humano y en el misterio. Si bien tiene aspectos fantásticos y elementos de terror, la miniserie es principalmente un drama, y este es un género que por más bien escrito y dirigido que esté, si los actores no dan la talla, se cae por peso propio.
Por suerte, todos los actores brillan en sus papeles. James Franco, un actor con una carrera irregular y ahora cancelado por acusaciones de acoso sexual, encaja a la perfección en el papel del profesor atribulado por su crisis personal y posterior agente encubierto en el pasado. Sarah Gadon complementa muy bien la dinámica del dúo, y el peso dramático que le carga a los abusos que sufre por parte de su esposo generan empatía instantánea con el espectador. La actriz no cae en golpes bajos o actuaciones melodramáticas, sino que va manejando las situaciones con una dignidad admirable. Chris Cooper es de esos artistas que rara vez fallan en un papel, y pese a que su rol como Al es secundario, cuando aparece en pantalla es imposible quitarle la vista de encima.
El rol más destacable, y quizás el más difícil de encarnar, lo tuvo Daniel Webber al ponerse en la piel de Oswald. En Estados Unidos este asesino es uno de los rostros más conocidos, pero a menudo la historia previa suele pasar por debajo del puente. O se lo caracteriza como el culpable de la muerte de Kennedy o como un chivo expiatorio para los amantes de las teorías conspirativas. 22.11.63 se encarga retratar la historia del hombre detrás del mito moderno, sus condiciones de vida, la relación tormentosa con su mujer e hijos. La serie muestra viñetas en el día a día del tan discutido hombre, su conexión con los “comunistas”, la Unión Soviética y Cuba; el intento de asesinato del General Walker en marzo de 1963 —supuestamente con el mismo rifle que usó para matar a Kennedy, aunque las pruebas no fueron concluyentes— y finalmente los preparativos para ejecutar el plan que lo haría pasar a la historia. Webber no solo consigue un parecido físico admirable sino que capta las sutilezas, los matices de un personaje controversial. Pese a que la miniserie lo plantea como el “villano” a detener, y no se lo intenta humanizar de más, tanto los creadores como el actor optaron por no ofrecer una representación caricaturesca del malvado, y así consiguen un personaje más palpable y tridimensional.
22.11.63 es una miniserie ideal para los amantes de la Historia, no solo porque brinda una reconstrucción de la época más que seductora, sino porque hace lo que mejor sabe hacer la ciencia ficción cuando trata los viajes en el tiempo en marcos realistas: construye una ucronía. La ucronía es un sub-género de la ciencia ficción que se encargan de contar sucesos históricos con alteraciones, y especulan con la famosa pregunta ¿qué pasaría si…? Stephen King entrevistó a historiadores de todo tipo para elaborar su marco teórico, y los guionistas de la serie siguieron al pie de la letra el material original.
También es una historia de suspenso que crea muy bien la tensión en la narrativa. Utiliza los recursos del drama y el romance sin abusar de ellos, y cuando tienen que pasar a la acción, el cambio no se siente abrupto. Todo parece fluir y quienes vean la miniserie es probable que no puedan detenerse hasta llegar al final para saber si George/Jack consiguió detener uno de los asesinatos más famosos de la historia, o si el Tiempo y sus Agentes consiguieron detenerlo. Y cuando suene Nothing Can Change This Love de Sam Cooke tengan los pañuelitos descartables a mano… el que avisa no traiciona.
22.11.63 puede verse en el servicio de streaming Hulu.