¿Cómo es el Fruto de lo Moralmente Aceptable?
En estos tiempos que corren, más que en otros tiempos dada la proliferación de las redes sociales y los vínculos que se establecen entre los seres humanos, se nota la brecha entre lo socialmente aceptable y los valores éticos y morales que subyacen, tras las distintas máscaras que se evidencian. Los deseos parecen correr en forma paralela a la inmediatez: carpe diem, vive hoy y mañana es un nuevo hoy y más nada. Desear para satisfacerse. El aquí y ahora toma envergadura, y en el aquí y ahora se descorren los velos de la supuesta moral social.
¿Las sociedades con sus dogmas y mandatos ciñen el mundo de los deseos? Somos seres colectivos en un mundo individual, sin embargo, las lecciones de moral están a la orden del día.
Las leyes y las religiones han intentado ponerle límites al mundo de los deseos. La moral colectiva que modela y modera la moral individual y viceversa.
¿Sería factible vivir en sociedad con los instintos primarios a flor de piel? El mundo de los deseos no es como un mate o un café que luego de degustado pasa al olvido, el mundo de los deseos interfiere en el mundo de los otros, otras y otres; como un efecto dominó las piezas cuando se tocan caen en cascada. Lo paradójico es que no se puede ir a favor de los propios deseos sin ser consciente de que se toca el interés o apetencia del vecino, compañero de trabajo, etc.
Las lecciones dogmáticas sirven a aquellos que abrazan un mismo dogma; por lo pronto, me siento parte de un tiempo poco humano que intenta correr los límites avasallando las fronteras ajenas, sé muy bien que el justo equilibrio es más un juego de palabras que otra cosa. En fin, parece que desde que el mundo es mundo, cada uno detiene los perros o el perro de tres cabezas que anida, con un grado de conciencia que va más allá de una ley, una religión o un instinto.