Cómo Naturalizar la Desobediencia
Hace muchos, muchos, muchos años (me contaron) un canon clasemediero decretaba que las señoritas en edad de merecer o casaderas (horribles ambas expresiones) debían aprender –además de las “tareas de la casa”- piano, danzas española o clásica, zapateo americano y corte y confección. Bordar, tejer, cocinar se aprendía en casa con tías y abuelas. Reproches diversos les he hecho a mis padres, aunque debo agradecerles –salvo en el caso del baile- que no me hayan compelido a adquirir esos saberes.
Tomé esa “subespecie” educativa para aludir a la Corte Suprema y a la confección de la realidad basada en la mentira, a la que se suma el intento deliberado de naturalizar la desobediencia al Gobierno nacional. Sacude nuestra capacidad de asombro la liviandad impune con que se falsea la realidad y cómo la instancia máxima –y esperanza última colectiva de justicia- se presenta impúdica al servicio de intereses reconcentrados.
Hay en marcha un pedido de juicio político a los integrantes de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Carlos Rosenkrantz, Ricardo Lorenzetti, Juan Carlos Maqueda y Horacio Rosatti quienes suscribieran la resolución 567/2021 en la causa “Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires c/ Estado Nacional (Poder Ejecutivo Nacional) s/acción declarativa de inconstitucionalidad”, por mal desempeño de sus cargos y su posible participación en los delitos de homicidio, lesiones, propagación de enfermedad peligrosa y contagiosa, violación de los deberes de funcionario público y prevaricato.
El gobierno de la ciudad de Buenos Aires ha tenido una conducta distintiva en la gestión de la pandemia. Tomó medidas, siempre tarde, ante múltiples hechos o se adelantó al Gobierno nacional para marcar diferencias o dijo que acordaba para las cámaras de televisión y recurría a la justicia en contra de aquello a lo que se había comprometido. Sacudamos la frágil memoria anestesiada por los medios hegemónicos.
*Rodríguez Larreta anunció que a fines de 2018 el barrio 31 de Retiro tendría la provisión de agua corriente resuelta. A poco de empezar la pandemia, la triste situación de Ramona, clamando por agua para lavarse las manos, tuvo amplia difusión: se cumplió un año de su muerte por covid. En 2021 ese servicio aún no se instaló.
* En septiembre de 2018, Larreta y su ministra de Educación se entusiasmaban con el lanzamiento de Virtual Educa Argentina: «educando el presente, conectando al futuro». Los tiempos políticos cambian: ahora es “de vida o muerte” el regreso de la presencialidad. El alcalde de CABA, la ministra Soledad Acuña y el ministro de Salud Fernán Quirós iniciaron la campaña de la presencialidad de la educación basada en “evidencias”, nunca demostradas, de que los niños no contagian.
* Un trabajador del Canal de la Ciudad, el sonidista Luis Verón, murió luego de contagiarse coronavirus y el Sindicato de los Trabajadores de la Televisión (Satsaid) denunció que su deceso se podría haber evitado si el Gobierno de la Ciudad, a cargo de Horacio Rodríguez Larreta, o las autoridades del canal, Eduardo Cura y Patricia Rey, hubieran aplicado los protocolos vigentes. El canal sigue concentrando trabajadores en los estudios, y es el único del país que no cumple el protocolo de cuidados sanitarios. Mientras tanto, las autoridades del canal desarrollan sus tareas desde la seguridad de sus hogares.
* Hace unos días se supo que el Ministerio de Educación porteño iba a dejar de suministrar elementos básicos contra el COVID a las escuelas públicas y que quedaría en manos de las cooperadoras: el argumento utilizado fue la falta de presupuesto. Múltiples y diversas son las actividades que realizan las 837 Cooperadoras Escolares de escuelas públicas porteñas para suplir la falta del Estado, pero una cosa muy distinta es que las familias de la comunidad educativa se hagan cargo de una situación sanitaria en medio de una pandemia, responsabilidad que debe recaer sólo sobre la gestión del gobierno local, del Ministerio de Salud, en particular.
* Para Horacio Rodríguez Larreta las clases serán presenciales o no serán nada. Pero esa cruzada con tintes electoralistas, despojada de inversiones en la educación virtual, no es gratuita. Ya hay 11.700 contagios en escuelas a lo largo de estos tres meses. Más de 3200 burbujas “pinchadas” en 90 días, casi el 10% del total. Entre todos esos números, se encuentra el más doloroso: son 16 las y los docentes fallecidos en CABA desde el 17 de febrero. Historias, rostros, muertes que se podrían haber evitado y merecen no olvidarse.
* En CABA no solo suspendieron las clases: la ministra de Educación, Soledad Acuña, notificó que tampoco se van a distribuir las canastas alimentarias en las escuelas públicas porteñas. La decisión generó malestar y preocupación en miles de familias, ya que la mayoría que demanda esos bolsones con alimentos pertenece a los sectores más vulnerables de la Ciudad.
* La ciudad más rica, con mayor presupuesto, con el sistema de salud más desarrollado del país está colapsada. Paradójicamente, tiene la más alta proporción de muertos por millón de habitantes, cifras que parecen exceder, con los recursos de que dispone, a la mayor densidad de población como su causa principal.
* El gobierno de la a ciudad de Buenos Aires –a diferencia del nacional y el bonaerense- no dio una sola ayuda económica a ningún sector: pymes, comercios, gastronomía, población vulnerable.
* Ya sea por su densidad poblacional o por el nivel socioeconómico, la CABA funcionó como centro de propagación del virus. Tendría que haber sido el distrito más riguroso en el control sanitario, pero fue al revés: uno de los más imprudentes.
* La resolución política de tomar las clases presenciales para confrontar con el Gobierno nacional contribuyó a alimentar cifras mortíferas. Larreta involucró en esa medida de abandono sanitario a alumnos, padres, docentes y a la sociedad en general, donde no faltaron “aprietes” y amenazas de pérdida de vacantes y puestos de trabajo, incluso obligando a personal de riesgo a presentarse a trabajar.
* Elegir las clases presenciales para diferenciarse del gobierno nacional en un año electoral, alentar y promover la desobediencia, fue la peor decisión de Horacio Rodríguez Larreta porque al suspenderlas luego, aunque puso explicaciones y mil excusas, está reconociendo que se equivocó.
El diario inglés The Guardian responsabilizó de forma taxativa a la oposición por el aumento de contagios: “La situación se ha visto agravada por la politización de la pandemia, con las elecciones legislativas de mitad de período que se acercan en octubre y los aspirantes a la presidencia para las elecciones generales de 2023 ya compitiendo por la nominación. La coalición de oposición política de centro derecha de la Argentina, Juntos por el Cambio, ha luchado con uñas y dientes contra las restricciones que la administración peronista progresista del presidente Alberto Fernández ha tratado de imponer, alegando que las medidas de salud son una restricción de las libertades personales.”
No es Clarín, no es Infobae, no es La Nación. El accionar negacionista de la oposición, sustentado por los medios de comunicación hegemónicos, transformó el manejo epidemiológico de la pandemia en un fenómeno político. Hubo manifestaciones callejeras al grito de “el virus no existe”, “nos limitan la libertad”. Quemaron barbijos, agredieron a periodistas que recogían las declaraciones belicosas e infundadas de los manifestantes, con total pasividad de la policía del gobierno de la Ciudad. Alimentaron el odio reaccionario de siempre, desinformaron y propiciaron cacerolazos. Se generó, en un sector de la ciudadanía, un clima contrario a lo indicado y necesario, el cuidado extremo, para evitar el agravamiento de la pandemia en la Ciudad y en el AMBA.
En este momento, el país está entre los más afectados por la pandemia con todas sus consecuencias de enfermedad y muerte. Las cifras son impactantes y no dejan lugar para el juego político ni para problemas subalternos. Si los comercios tienen que cerrar, tendrán que hacerlo. Igual las clases y el transporte. Las medidas de cuidado sanitario asumen el carácter de vida o muerte.
Rodríguez Larreta, Soledad Acuña, Fernán Quirós y todo el elenco declarante de Juntos por el Cambio han confirmado y lucido frente a la prensa canalla las peores aristas de su ideología: odio al peronismo y a todo lo popular, desprecio por lo público y los trabajadores, indolencia por el sufrimiento ajeno, insensibilidad ante las necesidades básicas de los más postergados.
Con esas espadas boicoteron las medidas -con amplio apoyo de los medios concentrados-, se erigieron sin disimulo en desestabilizadores del Gobierno nacional, potenciados por una justicia cuya Suprema Corte parece definitivamente alineada en debilitar a quienes los argentinos eligieron democráticamente en las urnas hace menos de dos años.
Creemos firmemente que los pueblos no se equivocan y, cuando lo hacen, corrigen. Los resultados electorales de 2015 y 2019 son ejemplos de ambos casos. Aunque la pandemia ha hecho brotar lo peor de algunas y algunos, esa gran mayoría que ha acompañado las medidas sanitarias seguramente estará en condiciones de discernir quiénes han defendido el derecho a la salud y el cuidado de la vida, quién habló con la verdad.