Continúa la Expansión del Universo Cinematográfico más Terrorífico

En 1952 el matrimonio que conformaron Lorraine y Ed Warren fundaron la Sociedad de Nueva Inglaterra para la investigación psíquica, institución pionera en investigar casos de actividad paranormal, casos de posesión demoníaca y casas embrujadas. Fervientes creyentes de la doctrina católica, los Warren fueron trazando su camino derribando mitos y pasando a la vida pública tomando todo tipo de casos, por más de cinco décadas. Ed fue uno de los primeros demonólogos ajenos al clero que sirvió de consultor para la Iglesia.

Más allá de que uno crea o no en fantasmas, espíritus y demonios, el trabajo que realizó la pareja hasta que murieron significó un alivio para mucha gente asolada por todo tipo de fenómenos. Al igual que cualquier religión, la fe en estas entidades no puede someterse a escrutinio porque, al final del día, uno puede creer en lo que desea. Ambos investigadores paranormales declararon múltiples veces que el público en general tiene tendencia en calificar como fraude las apariciones de fantasmas y otras entidades inhumanas, pero creen en deidades invisibles que tampoco se ajustan a la condición humana, y citaban siempre que la Santísima Trinidad está compuesta por el Padre, Hijo y el Espíritu Santo, siendo este última uno más de la amplia variedad de entidades paranormales.

Durante muchos años se intentó llevar a la gran pantalla los casos de este peculiar matrimonio. En 1979 llegó al cine Aquí vive el horror, mejor conocida por su título en inglés The Amityville Horror. Considerado uno de los casos de casas embrujadas más emblemáticos de la historia, la película protagonizada por Margot Kidder y James Brolin contó todos los problemas que tuvo la familia Lutz tras mudarse a una casa, en el 112 Ocean Avenue, cuyos dueños previos fueron masacrados de forma brutal, perpetrado por uno de los asesinos seriales más conocidos de Estados Unidos, Ronald Joseph DeFeo Jr. En este film, uno de los más paradigmáticos para los Warrens, ellos no aparecen como personajes, pese a que su investigación es una de las más famosas de la historia.

No fue sino hasta el 2013 cuando la productora Warner Bros., bajo el sello distribuidor New Line Cinema, contrataron al director emergente James Wan para que se ponga frente al proyecto de Los expedientes Warren, que luego mutaría en el film El Conjuro. Eligieron a los actores Vera Farmiga y Patrick Wilson para encarnar al matrimonio Warren, y ya la decisión de cast fue el primer acierto junto al director. La dupla demostró tener una química envidiable en pantalla, con actuaciones realistas, sentidas, nunca exageradas. Al verlos uno creería que Farmiga y Wilson son pareja en la vida real, así de buena es su dinámica. El film de terror fue un éxito sorpresivo e inmediato y revitalizó el furor por el cine de terror, llevándolo a una audiencia mucho mayor de la habitual, y de inmediato se comenzó a hablar de un spin-off, centrado en el caso de la muñeca Annabelle, un terrorífico juguete poseído que aparece en esta película al comienzo, y que en el mundo real es uno de los objetos más peligrosos en el museo de los Warren, a tal punto que está bajo llave para que nadie pueda tocarla, e incluso, cuando comenzó la pandemia, se popularizó la fake new que dicho muñeco había escapado de su “prisión”.

En el 2014 llegó a los cines Annabelle, una precuela de El Conjuro, que contó las “aventuras” de la demoníaca muñeca tiempo antes de la cronología del primer film. Pese a la pobre recepción por parte de la crítica, el film fue un éxito y demostró que el mundo estaba ansioso por ver más material de este nuevo universo cinematográfico.

Dos años más tarde James Wan volvió a ponerse detrás de cámaras para filmar la secuela de su hit, y en el 2016 El Conjuro 2 llegó a las pantallas y volvió a arrasar en taquilla. Con una idea mucho más firme en seguir produciendo películas satélites aparte de las aventuras de la pareja investigadora paranormal, aquí se introdujo al demonio Valak, quien toma la forma de una monja aterradora. Pero la siguiente entrada fue una secuela de Annabelle, que se concentró en la creación de la muñeca y cómo llegó a estar poseída.

Annabelle: La Creación se estrenó en el 2017, repitió el éxito en la venta de entradas y repuntó un poco más en las críticas, pese a no alcanzar las calificaciones de los dos films principales del universo. En el 2018 fue el turno de La Monja, en donde se contó la historia de un convento en Rumanía cuyas monjas de clausura viven aterradas por la presencia demoníaca del ya mencionado Valak. Sólo un año más tarde vio la luz La Maldición de la Llorona, película que tomó la popular leyenda latinoamericana (aquí se le adjudica de origen mexicano) para darle el toque latino a una franquicia que, cuando no trataba los casos del matrimonio Warren, oscilaba entre productos aceptables, mediocres y malos. Pero, como los números en taquilla seguían siendo positivos —y la película ya estaba terminada— ese mismo 2019 finalizó la trilogía de la muñeca maldita con Annabelle Vuelve a Casa, el último clavo en el ataúd de ese personaje, con la particularidad que este film transcurre casi en su totalidad en la casa del matrimonio estelar, pero es la hija la protagonista, quien debe lidiar junto a su niñera y una amiga con la estática presencia de la muñeca de porcelana.

El éxito de esta franquicia, tal vez uno de los primeros que pudo replicar de alguna forma la fórmula que tuvo Marvel Studios con su longeva saga de superhéroes, se denominó The Conjuring Universe, y más allá de los ocho largometrajes ya estrenados, más dos que se anunciaron, tiene también cinco cortometrajes y una mini-serie en formato historieta que hace de prólogo al film que se estrena hoy en pantallas selectas en los cines argentinos.

Así llegamos a El Conjuro: El Diablo me obligó a hacerlo, tercera entrega en la saga principal de los Warren, con la vuelta del fabuloso dúo protagonista. El que no volvió fue James Wan, quien si produjo el film pero le cedió los honores a Michael Chaves, cuyo film anterior fue La Llorona y, de entrada, parecía una elección extraña dada la pobre recepción en crítica que tuvo este film.

La historia tiene lugar en 1981 y narra la historia de posesión demoníaca que sufrió Arne Cheyenne Johnson, el hombre que mató a Bruno Bono, su casero, tras una discusión. La particularidad de este caso real es que fue el primero en la historia estadounidense en la cual la defensa del asesino argumentó posesión demoníaca para exonerar al acusado. Este caso, junto al juicio, causó un revuelo mediático en la década de los 80 y produjo numerosos documentales para la televisión. La fascinación de la gente por lo sobrenatural y lo oculto, con el condimento inédito de un procedimiento legal en una corte de justicia, conformó una receta ineludible para el paladar del público ávido de historias fantásticas, sean reales o de ficción.

Este nuevo film no llega a la altura de las dos entregas originales, y se nota que en donde el director James Wan brillaba, Chaves encuentra problemas para destacar. La película no es mala, pero al intentar alejarse unos pasos de la fórmula que probó ser ganadora en el pasado el producto final es menos impactante, aunque no deja de ser interesante. El Conjuro 3: El Diablo me obligó a hacerlo es una correcta película de terror, con buenos sustos. Se apoya más en el suspenso y la tensión del caso, y no tanto en la vasta variedad de entidades malignas que los Warren persiguieron a lo largo de su carrera.

Los fanáticos de este desparejo pero apasionante universo pueden disfrutar a partir de hoy la nueva entrega en salas selectas de Argentina, y también tendrá su estreno en el servicio de streaming HBO Max, que llegó a nuestro país hace unas semanas.