La pandemia a los que tenemos alguna profesión, comercio o empresa, nos puso en una situación de impotencia, dado que sentimos que tenemos todas las condiciones para progresar, tenemos voluntad, energía, buena salud, estado corporal aceptable, pero el contexto no nos deja.
Por ejemplo, como abogado, quiero iniciar una demanda, primero que para llegar al primer despacho o proveído del juez, pasa un plazo considerablemente extenso, luego para dar traslado a la demanda se hace muy difícil, porque los notificadores no están trabajando, así que, lo que mal, tenía algún plazo de espera, ahora se convirtió en una incertidumbre espasmosa. Las personas que tienen algún comercio o empresa, se ven obligados a pagar salarios que no le producen la cosecha esperada en virtud que el mercado está restringido, pero a la vez, no pueden achicar ciertos gastos, porque le es inviable del punto de vista logístico.
Pero esta introducción que brevemente bosquejo, es por todos conocidas, tenemos un estigma, una macula que es la pandemia, lo que produce el miedo de los otros en estar en contacto con nosotros y viceversa, con nuestras cosas por pavor a contagiarse, porque no nos conocen, porque saben muy poco de nosotros. Podríamos también decir que es un prejuicio, que nos tenemos entre todos, que nos alarman, son una amenaza a nuestra salud,… voy por la vereda, viene otro peatón de frente, bajo a la calzada y me distancio porque nos intimida su sola presencia, fruto de la carga emocional de pavor al contagio que hay en la sociedad que supimos construir.
En tiempos de supuesta normalidad, nacer y crecer en la pobreza, tiene la misma carga de impotencia que para todos hoy tiene la pandemia, las personas en estado de pobreza crónica, sin recurso económico alguno, con falta de oportunidades, carentes de educación, tienen todo tipo de imposibilidades para poder salir de la misma.
Acorralados de la misma manera, como esta gente que pide subsidios para su profesión, su comercio o su empresa, cuando las personas en la pobreza le piden al estado que los ayude, los que hoy pretenden ser socorridos por el papá estado, los reprueban, los juzgan, los humillan y los desprecian.
Tal vez, quienes han criticado de manera permanente al gobierno de turno por la ayuda brindada a las personas en estado de pobreza, tienen ahora, la oportunidad de demostrar lo que es un emprendedor en serio. Mostrar cómo cuando todo está en contra de uno, se puede resurgir, sin recurrir a los ahorros, sin acudir a la familia, sin hacer uso de contactos que cierta posición privilegiada les ha brindado en la vida. Dicho de otra forma, En el océano de la carencia, enseñarnos como se pesca, y no que el papá (Estado, familia o ahorros) les provea el pescado. ¿No les parece?