Sé que puedo ser egoísta, narcisista y autodestructivo, pero debajo de todo eso, en el fondo, soy una buena persona. – BoJack Horseman
A menudo las series de televisión tienen una primera temporada no del todo brillante, que sienta las bases para ampliar el universo y encontrar la voz propia. Si estas producciones tienen la suerte necesaria para no caer en las garras de la temida cancelación (como le pasó a la reciente Jupiter´s Legacy que duró apenas ocho episodios antes que Netflix decidiera no continuar con la segunda temporada ya planificada) estas series pueden crecer, evolucionar y, en pocas pero mágicas ocasiones, convertirse en productos revolucionarios, innovadores y cautivadores.
BoJack Horseman es uno de esos casos. Tras una primera temporada en el 2014 que tuvo una humilde recepción crítica y del público, más un especial navideño el mismo año, la segunda temporada de esta serie animada explotó a nivel global y se convirtió en un referente ineludible a la hora de hablar del humor moderno y adulto, en una de las propuestas más originales desde lo estético que dio Estados Unidos.
Raphael Bob-Waksberg, un escritor, comediante y actor de voz que buscaba pegar el gran salto mudándose a Los Ángeles para intentar presentarle sus ideas a diversas productoras, pero sus esfuerzos no estaban dando resultado. Viviendo en lo que el propio autor describió como un armario glorificado de una hermosa mansión en Hollywood Hills, gracias a que un amigo le dio ese pequeño espacio, Raphael dijo que vivir en esas condiciones lo hizo sentirse tanto en la cima del mundo como realmente aislado de todo. Así comenzó a gestarse en su cabeza la idea del caballo antropomórfico que terminaría por llevar al creador a las grandes ligas.
En octubre del 2013, tras varios falsos arranques con diferentes productoras, Netflix mostró interés en el concepto de BoJack Horseman y de golpe el grupo de creadores se vio inmerso en una maratón de treinta y cinco semanas para poder gestar los doce capítulos que componen la primera temporada.
Junto con la ilustradora Lisa Hanawalt, quien estaba establecida en Nueva York pero mantenía una amistad con Bob-Waksberg desde la época universitaria, comenzaron a desarrollar el aspecto estético de los personajes. El protagonista es uno de los tantos bocetos que la artista tenía en carpeta y que habían llamado la atención del escritor, y tras algunas semanas de trabajo ambos llegaron a buen puerto, con versiones casi finales de los principales protagonistas de la historia. Esa fue la base para crear el piloto y los subsiguientes capítulos, con cambios menores en los diseños y nombres de algunos personajes.
El servicio de streaming aconsejó a Bob-Waksberg que la primera temporada tuviese algunas líneas argumentales abiertas para explorar en una probable segunda temporada, pero que igual esa primera tanda de episodios contaran una historia auto-contenida, ya que en el caso de una posible cancelación los espectadores no quedarían “colgados”. A cuatro días de debutar los temores a no renovar resultaron infundados, ya que en tiempo récord confirmaron una segunda temporada, pese a que inicialmente las críticas no fueron del todo favorables. El creador, sin embargo, le pidió a los ejecutivos que, en el caso de querer finalizar en algún momento le avisen por adelantado así podían darle un cierre apropiado, cosa que sucedió finalmente en la sexta temporada emitida en dos partes, una mitad en octubre del 2019 y la otra mitad en enero del 2020.
¿Qué es BoJack Horseman?
La historia presenta al protagonista BoJack Horseman (Will Arnett), una estrella televisiva del pasado que vive de la fortuna que generó entonces, pero no consigue despegar su carrera presente ya que fue encasillado como actor de comedia. Junto a él vive Todd Chavez (Aaron Paul), un veinteañero sin perspectiva de futuro, no muy inteligente, que un día fue a una fiesta en la casa de BoJack y decidió quedarse a vivir en el sillón del living. Su agente y ex novia, Princess Carolyn (Amy Sedaris), está todo el tiempo pendiente de cómo revivir la carrera de BoJack mientras lucha para crear su propia agencia de talentos, en el medio de una atribulada vida amorosa. Diane Nguyen (Alison Brie) es una aspirante a escritora que traba una compleja relación de amistad con el protagonista mientras escribe la auto-biografía del actor. Es de familia vietnamita, feminista y con el correr de la serie comienza a lidiar con problemas de depresión que la van alejando cada vez más de su estilo de vida. Diane está en pareja con Mr. Penanutbutter (Paul F. Tompkins), actor estrella de su propia sit-com, admirador de BoJack pese a que este le guarda resentimiento porque considera que su show, muy popular, es una copia burda de su antiguo éxito televisivo.
El elenco de personajes secundarios es interminable, pero entre ellos podemos destacar a Sarah Lynn, co-protagonista de BoJack devenida en cantante pop caída en desgracia por su adicción a las drogas y el alcohol. Tiene una relación peculiar con el protagonista, al cual veneraba como una figura paterna pese a que él jamás fue un ejemplo a seguir ni mucho menos. Vicent Adultman es brevemente el interés amoroso de Princess Carolyn, pero la particularidad de este personaje es que es en realidad tres niños subidos uno arriba del otro, ocultos por una larga gabardina. Pese a que esos tres infantes no deberían poder engañar a nadie con tan burdo disfraz, el único que parece notarlo es el propio BoJack. Pinky Penguin es un pingüino de la raza emperador que está a cargo de la editorial Penguin Publishing. La salvación de su carrera editorial depende enteramente en que BoJack se siente a terminar de redactar su biografía junto a Diane, tarea que parece imposible de llevar a cabo. Los Paparazzi Birds son, como reza su nombre, aves que tienen como misión meterse en la vida privada de las estrellas para poder retratar los momentos más íntimos y miserables de las celebridades, una crítica nada sutil a ese sub- género tan polémico del periodismo gráfico.
BoJack Horseman tiene una extensa participación de estrellas reales que ponen su nombre y voz en la serie. Margo Martindale, llamada en la serie “la actriz de carácter”, que es una versión adaptada (y exagerada) para la ficción de la propia actriz, reconocida por tener una extensa trayectoria en papeles secundarios tanto en cine como en televisión. En BoJack Horseman suele aparecer como compinche de todas las locuras que se le ocurren al protagonista, a menudo terminando con problemas legales por sus aventuras. Su arco argumental es tan nutrido —pese a lo breve de sus apariciones— que hasta termina convirtiéndose en monja en algún punto de la serie. Paul McCartney, Naomi Watts, Daniel Radcliffe, Vicent D´Onofrio, Chloe Grace-Moretz o el astrofísico Neil deGrasse Tyson son algunas de las más de 50 celebridades que decidieron hacer cameos, a menudo parodias de sí mismos, probando la tracción que tuvo la serie animada no sólo entre los espectadores sino también en el mundo del espectáculo.
Una de las claves de este éxito es la construcción de un mundo en apariencia surrealista, en el cual personajes que pueden ser caballos (BoJack), gatos (Princess Carolyne), perros (Mr. Peanutbutter) o ciervos (Charlotte Carson, con la voz de Olivia Wilde). Todos estos animales parlantes conviven normalmente con los humanos, tienen relaciones de todo tipo entre especies y a nadie le parece raro. Estos animales antropomórficos también tienen mascotas, porque en este universo todo lo que se pueda imaginar, sucede. Este terreno le permite a los guionistas crear un contexto en el cual la crítica a Hollywood, sus excentricidades, su idiosincrasia parece no tener límite alguno.
Bajo esa capa de humor ácido, seco y corrosivo, BoJack Horseman permite tratar temas serios con una profundidad que asombra, y por momentos conmueve. De entrada nos encontramos con un protagonista que hace lo imposible para no resultar agradable. BoJack es egocéntrico, egoísta, no parece tener mucha empatía y siempre aprende de sus errores. Está en permanente crisis de identidad, vive de la gloria pasada y no es capaz de mantener una relación sentimental duradera. Aparte de eso abusa de alcohol y otras drogas, es fumador y tiene una profunda depresión. Todos estos problemas y rasgos de personalidad se tratan tanto como disparadores de chistes como punto de partida para visualizar las miserias que provocan estos comportamientos auto-destructivos sumados a un cuadro clínico de enfermedad mental.
Otros temas no menos importantes tratados aquí son la diversidad sexual, el abuso de poder por parte de las estrellas con sus allegados o fanáticos, la polémica política de los Estados Unidos frente al control de armas en la población, o directamente la farsa que pueden resultar las elecciones políticas y la construcción de un candidato, como se ve en toda la temporada en la cual Mr. Peanutbutter, claramente incapacitado para ejercer cualquier cargo público, se postula para gobernador. BoJack Horseman no le teme ni esquiva a las problemáticas actuales, y eso la posiciona como una serie de relevancia que trasciende el estatus de “comedia negra” para convertirse en una mirada profunda de la sociedad en general con un fuerte hincapié en la estadounidense. Más allá de los localismos obvios, las reflexiones que genera la serie trascienden fronteras porque, en muchos casos, los dilemas más básicos no entienden de nacionalidades. Y así como George Orwell utilizó animales para establecer un paralelismo con la sociedad humana en el magnífico libro Rebelión en la granja, o el historietista Art Spiegelman se valió del mismo recurso para narrar la historia de su padre en un campo de concentración nazi, BoJack Horseman aprovecha el universo híbrido para enfatizar en los blancos temáticos a los que apunta.
Quienes quieran sumergirse en el fascinante mundo de BoJack y todo el rico elenco que lo acompaña pueden acceder a través de la plataforma Netflix. Allí están las seis temporadas completas, con un total de setenta y siete episodios, todos de 25 minutos de duración. Es una serie breve, adictiva, profundamente reflexiva pero que consigue hacer pensar sin resignar la comedia.