El Partido Intransigente como tal existe desde 1973, pero sus orígenes como tendencia polìtica hay que ubicarlos mucho más atrás. A fines de la década del cincuenta la Unión Cívica Radical (UCR) se divide en dos fracciones: la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP) liderada por Ricardo Balbín y la Unión Cívica radical Intransigente (UCRI), que conduce Arturo Frondizi. Bajo ésta última sigla y con apoyo peronista, Arturo Frondizi gana las elecciones presidenciales de 1958. En ese comicio otro dirigente de la Intransigencia Radical es elegido para gobernador de la Provincia de Buenos Aires: el médico Oscar Alende. Como consecuencia de su contradictoria gestión de gobierno y los constantes planteos militares, Frondizi es derrocado por las fuerzas armadas a fines de 1962. El golpe arrastra a todos los gobernadores; incluyendo a Alende. La UCRI entonces empieza a transitar un camino de fuertes disensos internos que terminan encarnándose en dos proyectos de países distintos, liderados por Frondizi y Alende respectivamente. En 1973, finalizada la dictadura que había inaugurado el general Juan Carlos Onganía en 1966, los antiguos radicales aparecen
alineados en tres tendencias: La UCR conducida por Ricardo Balbín; el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) de Arturo Frondizi y el Partido Intransigente (PI), liderado por Oscar Alende. Los tres sectores siguieron rumbos políticos diferentes y se enfrentaron en las urnas en reiteradas oportunidades. En las elecciones presidenciales de 1983 el PI obtiene el tercer lugar, muy lejos del ganador (Raúl Alfonsín – UCR) y el segundo, (Italo Luder – PJ); los intransigentes llevaban a Oscar Alende como candidato. En los comicios parlamentarios de 1985, el PI sigue siendo la tercera fuerza con un modesto 6% pero con una incorporación importante de militantes. En ese marco, a mediados de marzo de 1986 se llega a la Convención que le permitirá a los intransigentes bonaerenses, renovar sus autoridades partidarias. Allí se enfrentan dos tendencias: los llamados “renovadores” que impulsan la candidatura de Alberto Nazar, entonces presidente de la Confederación general Económica (CGE) de la provincia de Buenos Aires y el Viejo Tronco Radical (VTR) representado en la compulsa interna por José Carlos Chagalj.
El trámite de la convención partidaria se cumple en la ciudad de La Plata los días 15 y 16 de marzo de 1986. Como es habitual en esos eventos, las barras de simpatizantes son las encargadas de ponerle el color y el entusiasmo. El duelo de consignas fue iniciado por los seguidores del empresario Nazar:
“Para hacer un VTR
dos cosas hay que tener
a los muertos afiliados
y cerrar el comité.”
Los aludidos respondieron con celeridad e ingenio:
“Mi abuelo fue radical
Mi viejo fue peronista
No queremos empresarios
Por la Patria Socialista.”
El sector renovador sintió la estocada y respondió con una letrilla teñida de agravio:
“Mire, mire que locura
mire, mire, que emoción
se acabó el VTR
la puta que lo parió.”
Los más conciliadores terciaron con éste cántico:
“Unidad, unidad,
por la lucha popular.”
En cierto momento, de la barra del VTR se desprendió una consigna que acusaba al diputado nacional Miguel Montserrat, dirigente renovador:
“En el sesenta y seis
mientras Onganía reprimía
el tuerto se reía.”
La dura copla refería a una presunta complacencia del legislador con el golpe militar de 1966.
Finalmente, se impuso la candidatura del renovador Nazar. Este plenario fue vital para la Convención Nacional que se reúne en diciembre de 1986. Allí la máxima autoridad partidaria define su posición ante las elecciones de 1987 (gobernadores y legisladores). El encuentro es convocado para el 6 y 7 de diciembre de 1986 en la Casa Suiza de Buenos Aires. Se enfrentan dos posiciones claramente diferenciadas: la de quienes propugnan “ir solos” al comicio y la de los simpatizantes de una alianza de izquierdas. Los que se oponen a un frente de izquierdas abrieron el fuego:
“Yo no quiero un frentecito
ni negocio electoral
yo quiero formar un frente
nacional y popular.”
La izquierda fue certera en la réplica:
“Como tiene Nicaragua
como tiene El Salvador
yo quiero formar un frente
para la liberación.”
Mientras se suceden los oradores, los cánticos desbordan la coyuntura política y rozan la identidad partidaria:
“Para ser un intransigente
dos cosas hay que tener
un buen libro de Jauretche
y la foto de Gardel.”
Así definieron su propuesta los simpatizantes de un frente nacional y popular con eje en el PI.
“Para ser intransigente
dos cosas hay que tener
la bandera de Sandino
y en el corazón al Ché.”
Fue la réplica de los impulsores del frente izquierdista, cuyos íconos eran el Ché Guevara y el revolucionario nicaragüense César Sandino.
La síntesis fue expuesta por otro sector equidistante de las posiciones mayoritarias:
“Política de masas,
las sectas a su casa.”
En claro repudio a quienes sostenían posturas rígidas. El PI concurrió a las elecciones de 1987 con listas propias.