El termino proviene del italiano graffiare que significa garabatear, algunos la definen como “toda inscripción efectuada sobre lugar, normalmente a mano alzada, con la ayuda de instrumentos variados que no están, ni jurídicamente ni formalmente, destinados a ese uso”, o “ llamamos graffiti a un código o modalidad discursiva en que el emisor y receptor realizan un particular diálogo –desde el mutuo anonimato- en un lugar donde no éste permitido, construyendo con diferentes instrumentos un espacio escriturario constituido por elementos pictóricos y verbales, en osmosis y amalgama recurrente”, lo asimilo al mineral grafito con lo que se hacen los lápices, hay muchas definiciones del concepto graffiti, tantas como autores o atrevidos hay.
Y todos en general coinciden en ciertos lineamientos, la esencia es la superficie –espacio- donde se escribe o se expresa el mensaje, lo efimero –el tiempo-, debe ser transgresor –prohibido- y un fenómeno urbano.
Es un dibujo discursivo, es un mensaje espontaneo desde el contenido y premeditado desde que se sale a la calle con un aerosol. Su esencia es “hacha y tiza”, por eso agrede la propiedad ajena.
Algunos entienden que su antecedente esta en las pinturas rupestres de Altamira pero estas no contenían transgresión, ni la intencionalidad, ni la alevosía que estructura al graffiti. “Acredita una ancianidad de por lo menos 2000 años. Se han descubierto graffitis en restos de paredes de Pompeya y Herculano escritas antes de la trágica erupción volcánica” (La Prensa – 17-11-93 -¡Oh, Los Graffiti!)
Cuenta Angel Rama en el diario Tiempo Argentino, que en el siglo XVI: “El reparto del botín de Tenochtitlan después de la derrota azteca de 1521, dio lugar a un escándalo debido a las reclamaciones tempestuosas de los capitanes españoles que se consideraron burlados. Bernal Díaz del Castillo que era uno de ellos, lo ha contado con detalle y sagacidad: Y como Cortés estaba en Coyoacán y posaba en unos palacios que tenían blanqueadas y encaladas las paredes, donde buenamente se podía escribir en ellas con carbones y otras tintas, amanecían cada mañana escritos muchos motes, algunos en prosa y otros en metro, algo maliciosos (…) y aún decían palabras que no son para poner en esta relación.”
No son graffiti las pintadas hechas por empresas con anuncios políticos, por lo sistemático y grupal del trabajo, por la cobertura o cuota de poder de los partidos, por que entra dentro de una estrategia de una organización partidaria. Si, lo fueron en una etapa de nuestra vida política de proscripciones y prohibiciones. Como diría Leandri “El graffiti es el grado cero de la violencia, el mas pequeño vandalismo posible”
Es un mensaje ecuménico del mundo de su creador e irrumpe el paisaje del transeúnte, hiriendo o acariciando la lógica de este, como agrede y acaricia los mensajes del poder.
No merecería ser un garabato aunque muchas veces lo es. Categórizo a los graffitis en políticos -en el sentido más amplio- y no políticos. Obviamente es un enfoque por que sería tan valido categorizarlos como humorísticos o no, grotescos, trágicos, etc.
Tomo la anterior por que lo asocio con el compromiso con la sociedad desde cualquier cuestión proyectable y la que no lo es.
“La imaginación al poder” tiene alto contenido de erotismo político, propio del mayo francés, que visto desde un yuppi de los ‘90, sería “La imaginación a joder”, pero ambas tienen el status político de los valores que sostiene la sociedad en un espacio y tiempo.
El carácter artístico de los graffitis esta dado por la expresión espontanea y original, si no tuvieran esta ultima cualidad, no merecerían ese mote.
En un articulo de la revista crisis de octubre del ’98, desde una visión de luchas de clases decían “llaman la atención sobre la forma en que nuestra sociedad hace valer las prerrogativas territoriales que surgen en el plano social y de clase” “En nuestros días, la profusión de inscripciones en los muros públicos impone a las clases dominantes y al Estado una conciencia similar de las personas que constituyen los grupos étnicos urbanos clasificados. Crea una proliferación de sujetos, un poderoso repudio a la premisa tácita de nuestra sociedad según la cual la individualidad, el talento y la expresión personal son solo prerrogativas de las clases privilegiadas.”
Por otro lado un periodista norteamericano David D. Kirpatrick decía lo contrario “los nuevos turistas del grafiti son diferentes de los artistas del gueto que cautivaron al mundo artístico en los 70 y 80.Ahora son mayores, de clase media y con un trabajo, lo que les permite comprar un billete de avión aunque a menudo roban las latas de pintura.”
Evidentemente los graffitis van tomando todas las clases sociales, pero sospecho que forma parte de la rebeldía juvenil en países democráticos donde los jóvenes embadurnan los frentes y los adultos queremos verlos armonizando el paisaje.
En los siglos a venir seguramente existirán paredes autolimpiantes, la velocidad del transporte no nos permitirá observarlos y los transgresores dispuestos a darle batalla encontraran los medios necesarios para que los graffitis nunca mueran.
Publicada en Testimonios de Buenos Aires – N° 01 – Marzo 2001