La Caída de Rosas en la Música
El Brigadier General y gobernador de la provincia de Buenos Aires, Don Juan Manuel de Rosas, durante años cumplió también la responsabilidad delegada por las provincias, de representar al conjunto del país (Confederación Argentina) en las Relaciones Exteriores y las tareas que tenían que ver con asuntos de guerra y paz, fronteras afuera. Anualmente el mandatario y virtual Jefe de Estado de la Nación, ofrecía su renuncia a esa responsabilidad, siendo invariablemente rechazada por los restantes gobernadores. Pero el 1° de mayo de 1951, el mandatario entrerriano y jefe militar de las fuerzas de la Confederación Argentina, Justo José de Urquiza, aceptó la renuncia del líder porteño, y otras provincias siguieron el ejemplo.
Previamente, algunos movimientos políticos pre anunciaron la posición disidente que asumiría el segundo hombre más poderoso del país. El 5 de enero de 1951 el periódico urquicista La Regeneración de Concepción del Uruguay, advirtió que “Este año de 1851 se llamará en ésta parte de América, La Organización”(1); adelantando que “El gran principio del sistema federal , consagrado por la victoria, quedará consolidado en una asamblea de delegados de los pueblos” (2); junto a otras consideraciones que en conjunto, dejaban entrever la intención del caudillo entrerriano de comenzar a “abrirse solo”. A ningún observador de la política argentina, escapó que el status quo establecido bajo el signo rosista, se acercaba a una definición. En los días siguientes Urquiza no deja de producir novedades. El 3 de abril invita a las provincias a retirar el mandato otorgado a Rosas y desconocer su autoridad. Otro decreto del entrerriano suprime la leyenda “mueran los salvajes unitarios” de los papeles oficiales, el que es reemplazado por otro acorde a los nuevos tiempos: “Mueran los enemigos de la Organización Nacional”. El 1° de mayo se registra el célebre Pronunciamiento de Urquiza. En ese contexto Rosas no tenía ninguna intención de renunciar. La guerra es un hecho.
En apretada síntesis, vale recordar que en las casi dos décadas que gobernó el jefe bonaerense, fueron escasos los momentos de paz. La prolongada guerra civil entre unitarios y federales, encubría mucho más que la discusión acerca del sistema institucional, si debía ser centralizado (unitario) o federal, con respeto a las autonomías provinciales. Se trataba del enfrentamiento entre dos modelos de país que en las partes claves, eran excluyentes. Conexos a la lucha fratricida, se registraron los ataques de las principales potencias europeas. Francia (1838) e Inglaterra y Francia (1845). En ambos casos fueron derrotados por la resistencia organizada por el gobernador de Buenos Aires. La clave: la libre navegación de los ríos interiores reclamada por los intrusos y libertad de mercados.
Rosas consideraba el libre comercio como ruinoso para la producción interior. La Ley de Aduanas de 1835 en defensa de la incipiente industria argentina, le dio la razón. Entre Ríos y Corrientes por su condición agro ganaderas, reclamaban ese libre tráfico, que entraba en contradicción con el Interior. La guerra civil impedía buscar el equilibrio justo.
La ruptura urquicista contó con el apoyo del Imperio del Brasil, Uruguay, la diplomacia británica y los unitarios exiliados. El 3 de febrero de 1852 en el Palomar de Caseros se enfrentaron ambas fuerzas: los federales bonaerenses y el llamado Ejército Grande, integrado por Urquiza y aliados extranjeros. El enfrentamiento terminó con el largo gobierno rosista.
Como toda épica, ese hecho de armas fue también incorporado al cancionero popular, ya que el fusil y la guitarra anduvieron juntos desde la Guerra de Independencia.
Algunas piezas anónimas de la era federal, decían cosas como éstas:
“… lo tenemos clamoriando
y como medio chanciando
lo pinchamos
y lo que grita
cantamos La Refalosa
y tin tin
violín” (3).
La prolongada hegemonía unitario – liberal que siguió a Caseros, no extinguió el cancionero anónimo de la época, que con suerte diversa se prolongó hasta el siglo XX. En las décadas de 1930 y 1940 se registra un florecimiento de la moda federal, que se refleja en cierto auge del tema en obras de teatro, novelas, poesía y hasta en la arquitectura con la tendencia neocolonial; en consonancia con estudios históricos revisionistas que cuestionan la historia oficial sobre la época de Rosas. En la música descuellan valses, cielitos, milongas, candombes y hasta tangos, ocupándose del Buenos Aires mazorquero. Ignacio Corsini es el cantor por excelencia de esa temática, pero no el único. Con letras de Héctor Pedro Blomberg y música de Enrique Maciel, su voz difunde La Pulpera de Santa Lucía y otros temas célebres. Ese ciclo que los especialistas denominan el Ciclo Federal, incluye la mencionada “Pulpera…”, La Mazorquera de Montserrat, Tirana unitaria, La canción de Amalia y otras piezas muy conocidas. A Corsini llamado El Caballero Cantor, le siguen Alberto Castillo, Nelly Omar, Hugo del Carril y muchos otros intérpretes. A esa zaga colorida pertenece la milonga “Juan Manuel”; letra de Homero Manzi y música de Sebastián Piana.
En breves trazos aparecen el candombe, Rosas y Manuelita, la Mazorca, la batalla final, derrota y exilio del Restaurador.
Vale la pena escucharla.
1) Luna Félix – Historia Argentina – Tomo 11 – Ed. Planeta – 2014.
2) ob. cit.
3) Gobello José – La guerra en la canción popular – Todo es Historia – N° 138 – 1978.
“Juan Manuel (Milonga Federal)”
Candombe de los morenos
por los Barrios del Tambor.
Candombe de noche roja
por la niña y el Señor.
Cutango carancuntango.
Cutango carancuntán.
En vaina de sombre turbia
la traición es un puñal.
Urquiza viene llegando,
lo saldremos a esperar.
Juan Manuel,
al revolear de los ponchos,
banderín del escuadrón,
los colorados más bravos
ya se fueron a Morón.
Juan Manuel,
para luchar por la gloria
de tu estrella federal,
con tamboril, los morenos;
la Mazorca, con puñal.
El diecinueve de octubre
murió doña Encarnación.
Los parches retumban duelo.
Llora la Restauración.
Cutango carancuntango.
Cutango carancuntán.
Candombe de los morenos
por los Barrios del Tambor.
Candombe de noche negra
por la Niña y el Señor.
Juan Manuel,
al revolear de los ponchos,
banderín del escuadrón,
los colorados más bravos
ya se fueron a Morón.
Juan Manuel,
para luchar por la gloria
de tu estrella federal,
con tamboril, los morenos;
la Mazorca, con puñal.
Emponchado en la derrota
se fugó en un barco inglés.
Dicen que estaban llorando
los ojos de Juan Manuel.
Cuntango carancuntango.
Cuntango carancuntán.
Con un silencio de potros
la pampa lo despidió.
No pudo volver al pago
y en otra tierra murió.
Letra de Homero Manzi
Música de Sebastián Piana
Compuesto en 1934
Grabación de Charlo, el 9 de noviembre de 1934.