“Señorita Pase”
Tenía entonces 15 años, pelo lacio tan azabache como sus ojos redondos, como en permanente sorpresa. Se vestía en forma provocativa, no sexualmente sino desafiante.
Llegó como cada semana al consultorio y esperó el llamado, compartía la sala de espera con otras personas que también tenían citas con otros profesionales.
Abro la puerta y sin mirar digo “señorita pase”. Comenzamos en seguida la sesión sin mediar otras palabras que las mínimas del saludo, se desarrolló la sesión sin más alternativas destacables que las relatadas.
Un tiempo después comencé a notar cambios en su vestimenta, también en el arreglo del cabello. -Ya no me junto con “los pibes”. No me va la onda de ellos, bardean mal.
Empecé a militar en una agrupación política. Dijo. Era una agrupación política muy activa en aquella época. También cambió sus preferencias musicales.
El broche: deseaba ser madre, quería formar familia. Quería tener familia, digo yo.
Pasado algo de tiempo me percato que el motivo de su consulta ya no era visible, había desaparecido por competo. Le pregunto acerca de eso y me responde.
-Ah sí, se me fueron hace unos meses. Dijo sin darle trascendencia.
Al concurrir a la siguiente sesión le informo de mi decisión de darle el alta.
Ninguna explicación me asistía para entender la sucesión de cambios, así que decidí supervisar.
En esa entrevista, y después de relatarle el caso mencioné este episodio, me dice: -Eso es. Exclamó; la nombraste… le dijiste “señorita”. Un descubrimiento que no tardó en promover esos cambios subjetivos.
Lic. Ricardo Galarco