El Teléfono, un Mundo de Abstracciones
El teléfono creado para transmitir señales acústicas a distancia por medio de señales eléctricas, fue inventado por Antonio Meucci, quien en 1854 construyó su primer prototipo, pero no pudo patentarlo por dificultades económicas o sea cualquier similitud con otras realidades es pura coincidencia… Ayer, hoy y siempre no solo hay que pensar cosas novedosas, sino que además alguien tiene que creer en ellas para arribar a la concreción. Meucci pudo al menos presentar una breve descripción de su invento en la Oficina de Patentes de Estados Unidos en 1871.En 1876, Alexander Graham Bell fue el primero en patentarlo formalmente, y durante muchos años, junto a Elisha Gray, fueron considerados los inventores del teléfono, pero tarde muy tarde, es decir el 11 de junio de 2002,siglo y medio después, el Congreso de los Estados Unidos de América aprobó la resolución 269, en la que se reconoce que el verdadero inventor del teléfono fue Antonio Meucci, que lo llamó teletrófono. Claro que en el colectivo de la humanidad quedó por siempre asociado Graham Bell como el inventor. ¿Deberá pasar mucha agua bajo el puente para que se recuerde a Meucci o el inventor pasará a ser el anónimo de siempre? Solo habría que hacer la prueba de preguntarle a unos cuantos amigos quién inventó el teléfono y notaríamos que Bell lleva la delantera. Es que desde que el mundo es mundo, el dinero y los favores son más importantes que la verdad de la milanesa, dijera mi abuela.
Bueno, más allá de lo anecdótico, el caso es que pertenezco a la generación que para comunicarnos por teléfono con alguien, primero nos atendía una voz femenina que nos decía: operadora ¿número? y ahí estaba la magia de la cosa, la mujer (pionera en ese trabajo) nos comunicaba con quien deseábamos y uno no se imaginaba ni cables ni clavijas, solo se dejaba llevar por el camino abstracto que nos conducía a otro ser humanos (igual que ahora).
Como sea, poseer teléfono era algo festejado en el barrio y por supuesto, quien lo tenía (en mi casa había) lo ponía a disposición del barrio en casos de urgencia, por varias razones, la principal el uso del teléfono no era medido o sea no variaba el gasto mensual, tal es así que debo confesar que hacía los deberes todas las tardes con mi amiga Silvia por teléfono; y la otra razón es que barrio y solidaridad iban de la mano. Cuando hoy se preocupan tanto por las horas de uso de la telefonía móvil de los niños o jóvenes o adultos, yo sonrío, y me dejo llevar por el recuerdo del ensimismamiento y complicidad que hacíamos gala al momento de cumplir con la tarea escolar en comunicaciones que nunca bajaban de hora y media o dos. Hoy por hoy, el servicio de teléfono es medido y más caro, pero no por ello menos íntimo.
Podría contar cientos de historias referidas a los años de espera, de cualquier familia tipo para que le instalasen un teléfono fijo en su casa; a modo de ejemplo había gente que esperaba 30 años y más para que el milagro sucediese. Como sea, antes o ahora, el mundo busca comunicarse y si bien el teléfono móvil se lo debemos a Martin Cooper que lo ideó allá por 1973 (a la vuelta de la esquina en el tiempo) pesaba como tres kilos, pero ese avance es motivo de una nueva nota al respecto, no vaya a ser que me olvide del padre de casi todos los inventos (Tesla) y me convierta en injusta. La justicia de los hechos reales, a veces, se lleva a las patadas con la memoria colectiva y terminamos premiando a quien no se lo merece, ¿o no?