“Sabed que tenéis aquí en vuestra presencia, y abrid los ojos y veréislo, aquel gran caballero de quien tantas cosas tiene profetizadas el sabio Merlín, aquel don Quijote de la Mancha, digo, que de nuevo y con mayores ventajas que en los pasados siglos ha resucitado en los presentes la ya olvidada andante caballería, por cuyo medio y favor podría ser que nosotros fuésemos desencantados; que las grandes hazañas para los grandes hombres están guardadas’’. ‘‘Y cuando así no sea –respondió el lastimado Durandarte con voz desmayada y baja–, cuando así no sea, ¡oh primo!, digo, paciencia y barajar’’. Y, volviéndose de lado, tornó a su acostumbrado silencio, sin hablar más palabra.”
El Ingenioso Caballero Don Quijote de la Mancha
Miguel de Cervantes
La Paciencia y los “Pacientes”
Barajar me remonta a los naipes de la baraja española, la escoba de 15, el chinchón o conga e incluso jugar al culo sucio.
Barajar y dar de nuevo es común para asestarle un golpe a la mala suerte y probar una mano mejor del azar. Entre los juegos de naipes y la vida, en sentido metafórico, no hay mucha distancia.
Así lo hicieron mis abuelos inmigrantes, así lo hacen los que cambian de hábitat, de trabajo, de escuela, de pareja, de perspectiva y de enésimos etcéteras: barajar y volver a iniciar el juego.
Pero cambiar de sueños es un tanto más difícil, los sueños son hijos del esfuerzo y abandonarlos es convertirse en náufrago de por vida. La existencia no es simple como para andar regalando los proyectos que viven en la mente primero, y que luego como en la baraja española, se ponen sobre la mesa que no es otra cosa que ponerlos en juego dentro de la sociedad que nos haya tocado en surte (valga la hipérbole; quizá le estoy dando demasiada importancia a los sueños o estoy exagerando respecto de lo que pesan en el mundo actual). Claro que dependerá de cada uno, hay quienes los podrán rifar y está bien, hay otros que los podrán comprar y está bien, y hay otros como yo que ni siquiera pueden venderlos.
Los sueños tocan algunas fibras rayanas con la ¿sana locura? A modo de ejemplo, supongo que es necesario poner los pies en el absurdo para creer que esta nota la leerán miles de miles de personas o que una melodía recién sacada del horno, pisará la calle y se convertirá de la noche a la mañana en exitosa. Claro que, tras un escrito, un proyecto, un sueño, una melodía o lo que ustedes quieran ejemplificar, habrá millones de seres humanos haciendo similar camino y entonces es ahí, justo ahí cuando profundizo sobre el refrán: “barajar y paciencia”. ¿La paciencia se medirá por el turno que te toque en la vida? ¿O será por el color del timbre que toca la tecla precisa o se tratará de tener el contacto adecuado, en el momento justo, a la edad justa y con el proyecto justo?
La paciencia es una forma de esperanza silenciosa que templa el espíritu y no mucho más. ¿Por qué digo no mucho más? Bueno, pienso en la pobre paciencia de distintos inventores que con sus inventos nos cambiaron la vida pero que fueron no reconocidos por no tener dinero para patentarlos y lo hicieron otros. En el caso del italiano Meucci para cuando fue reconocido como el inventor del teléfono, 150 años después, el tipo no solo está recontra muerto sino que además se habrá tragado una montaña de indignación al ver que su invento fue patentado por otro que estaba con la billetera al pie para poder hacer suyo lo que no era suyo.
La paciencia es una cosa, la perseverancia otra, y la injusticia harina de otro costal. Entonces creo que barajar baraja el gran titiritero que dirá este sí o este no, pero ni dudarlo que muchas veces está emparentado con la capacidad de soñar, sumado al contacto “divino” o “adivino” que sin dudas tiene tiempo para esperar cómo patentar sueños ajenos.