No me Planches las Ideas
Ninguna tarea hogareña ha sido fácil, en todos los tiempos.
Planchar es una de las actividades que, como el lavado a mano, van perdiendo protagonismo. El mundo de hoy se sirve de la comodidad y rapidez. Los lavarropas son nuestros mejores aliados, y las bondades de las telas que poco se arrugan, también. Sin embargo, en casi todos los hogares hay una plancha y un par de manos que le dedica momentos a esa tarea que, desde mi singular perspectiva, es aburrida.
La historia nos cuenta que los primeros planchados se hacían con piedras redondas y pulidas que se pasaban repetidas veces sobre la ropa recién lavada, luego alguien descubrió que quedaba mejor si previamente se calentaban las piedras, pero no era fácil su manejo.
Fue en el siglo XVII cuando surgió el término plancha, las primeras eran hechas de hierro y se calentaban al fuego. Mi abuela Consuelo, tenía una, de pequeño tamaño que engordaba mi imaginación y mis juegos. Claro que el planchado de la ropa de las muñecas era en frío, pero el utensilio de formas delicadas, entibiaba mi espíritu lúdico.
La primera plancha eléctrica se conoció en el año 1882, su invención se le atribuye al estadounidense Henry W. Seely, quien también la patentó. Si bien es un electrodoméstico hogareño, también hay planchas para uso industrial y comercial, usadas en fábricas de ropa y tintorerías, que sirve para alisar la ropa quitándole las arrugas y también para evitar que se transmitan enfermedades infecciosas.
¿Mientras el mundo se arruga, se desarruga la ropa? O quizá, mientras se plancha la ropa también se planchan las ideas, o tal vez, a quien le gusta hacerlo le brillan las ideas en ese instante. Como sea, me atrae el espíritu de correspondencia: cada uno que se planche su mundo a la medida de sus atuendos. Particularmente, reconozco que hay “pilchas” que no se salvan de la plancha, en cambio hay otras que no la necesitan. ¿Las personalidades de cada uno se parecen a las “pilchas” ?El tiempo dicen que vale oro, y me gusta agregar: el tiempo es eso que usamos antes de morir, por lo cual, prefiero desarrugar las estructuras y mandatos y resistirme al planchado de ideas que esclavizan el mundo de la mujer.