Ocuparse de la cultura no es una cuestión gustos. Los Estados, en los distintos ámbitos y jurisdicciones, atienden los temas relacionados con su cultura y con aquellos aspectos de la misma que en determinado momento histórico interesan y preocupan a quienes gobiernan y a sus sociedades.
Aveces, las iniciativas planteadas tienen un recorrer corto o apuntan a resolver cuestiones puntuales, por ejemplo declarar de interés histórico y/o cultural alguna construcción, monumento o espacio que representa el sentir de un barrio o ciudad, sólo por citar un caso. Pero otras veces, es necesario establecer pautas que trasciendan la actualidad generando políticas de mediano y largo plazo que garanticen a las sociedades la producción, difusión, reproducción, circulación y protección de los bienes materiales o simbólicos que le otorgan identidad a las mismas, respetando asimismo tanto la diversidad como el sentir y las expresiones locales.
Hacer políticas culturales o políticas públicas en el campo de la cultura es establecer criterios y realizar los cursos de acción necesarios para atender el interés colectivo que deben proteger. En este caso también dependerá, como no nos cansamos de repetir, del concepto de cultura y el consecuente modelo de gestión que se disponga.
Las políticas culturales o públicas en cualquiera de sus ramas, no son meras declaraciones públicas de voluntad sino que se plasman a través de los instrumentos técnicos-legales correspondientes, llámense leyes, convenciones u otro, de alcance general que impacte en los derechos de los administrados.
Este fenómeno se pone de manifiesto tanto en los Estados Nacionales, Provinciales, Municipales, y yendo más allá aún, en las asociaciones o comunidades internacionales, las cuales establecen pautas de conducta comunes y reglamentan con el apoyo de los Estados miembros.
En otros casos, existen organismos e instituciones que tienen su fuerte en la difusión de políticas y actividades relacionadas a la cultura, dando el espacio necesario para la crítica, el debate que permitan poner a prueba las iniciativas llevadas a cabo por los Estados y además sirven de plataforma de intercambio y cooperación entre éstos (no deben olvidarse en la red de implementación de las distintas políticas a las organizaciones civiles, públicas no estatales que juegan un papel crucial, aunque no sean materia a tratarse en este artículo).
Generalmente, los temas predilectos para ser abordados por los organismos internacionales suelen ser la educación, la ciencia, la cultura, las nuevas tecnologías de la información y comunicación, diversidad cultural y desarrollo local, entre tantos.
Más allá de esta introducción teórica, es interesante tomar al respecto casos testigo, por lo menos dos de ellos con peso específico como son la OEI y la UNESCO.
OEI:
“La Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) es un organismo internacional de carácter gubernamental para la cooperación entre los países iberoamericanos en el campo de la educación, la ciencia, la tecnología y la cultura en el contexto del desarrollo integral, la democracia y la integración regional”.
UNESCO:
“La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) nació el 16 de noviembre de 1945. Lo más importante para este organismo de las Naciones Unidas no es construir escuelas en países devastados o publicar hallazgos científicos. El objetivo de la Organización es mucho más amplio y ambicioso: construir la paz en la mente de los hombres mediante la educación, la cultura, las ciencias naturales y sociales y la comunicación”.
“La UNESCO promueve la cooperación internacional en materia de educación, ciencia, cultura y comunicación entre sus 193 Estados Miembros y sus seis Miembros Asociados”.