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Eternals
LA EPOPEYA FALLIDA DE MARVEL — DISPONIBLE EN DISNEY +
Eternals

Eternals comienza con una catarata de texto que intenta condensar años de historias contadas en los cómics, en donde se quiere explicar en tres pinceladas la mitología original del universo que venimos descubriendo desde el 2008. Tras todos esos párrafos (apenas un texto blanco, sin música épica que acompañe la lectura como bien hizo Star Wars desde su primera entrega) nos encontramos dentro de una nave espacial simétrica, imposible, y bella, dando los últimos pasos en su viaje intergaláctico hacia un pequeño planeta azul. Los Eternals son enviados de los Celestiales, criaturas de dimensiones descabelladas y creadores de vida a lo largo y ancho del cosmos, y llegan en el momento adecuado, cuando un grupo de Desviantes (unos monstruosos “perros” destinados a acabar con la vida en el globo) atacan a unos primitivos humanos, quienes pescaban tranquilamente allá por el año 5000 A.C.

Hay una muy bella pelea entre los héroes que iremos conociendo, un colorido grupo de diez —si, 10— nuevos personajes cuyos nombres escucharemos docenas de veces a lo largo de la película con la única finalidad que nosotros, los espectadores, consigamos aprendernos y encariñarnos con ellos al igual que lo hicimos con el Capitán América, Groot o Gamora. Spoiler: no funciona.

Los diez —si, 10— observan en una perfecta formación al mejor estilo “superhéroe” el resultado, con un hermoso paisaje prehístorico de fondo, mientras la cámara funde a negro y una melodía conocida se cuela, poco a poco, entre el título de la película y da paso a una elipsis temporal hacia el presente. Time, de Pink Floyd, suena con toda su potencia in crescendo y augura un comienzo prometedor, una obra distinta en el Universo Cinematográfico Marvel, que en un par de años llegará a las treinta películas estrenadas y al menos una docena de shows televisivos.

El comienzo prometedor se desvanecerá pronto.

Adelantamos sesenta minutos de metraje y la historia aún intentará contarnos con quienes debemos encariñarnos y a quién debemos temer. Más de una hora de metraje pasó ante nuestros ojos y lo que vimos son batallas del pasado en donde la directora Chloé Zhao intenta imprimir su preciosista estilo visual en peleas genéricas entre héroes de trajes similares (pero de distintos colores) y monstruos creados en poderosas computadoras que intentan amenazar a los humanos. El resto son conversaciones, muchas conversaciones, entre el abultado grupo de héroes, diseminados por el planeta tras finalizar su labor original.

Los Desviantes han reaparecido tras un intervalo milenario. Sersi (Gemma Chan), Sprite (Lia McHugh) e Ikaris (Richard Madden) deben ir en búsqueda de Ajak (Salma Hayek), líder original. La encuentran en una casa campestre, contra todo pronóstico asesinada . Así, los siguientes sesenta minutos aproximadamente constarán en los personajes reclutándose a sí mismos, mientras vemos apenas borrones de lo que fueron sus vidas inmortales a lo largo de los siglos.

Kingo (Kumail Nanjiani, quien se sometió a un estricto entrenamiento para moldear su cuerpo cual superhéroe y no le dieron ni un plano sin remera) consiguió triunfar en la India como la máxima estrella de la industria cinematográfica local. Tiene un asistente que lo sigue a todos lados, fiel y gracioso. Su nombre es Karun (Harrish Patel) y a pesar de las amenazas cósmicas, el hombre desplegará un arsenal de chistes rápidos e infinidad de videocámaras con el fin de grabar un documental sobre su jefe.

Recuerden a ese personaje porque, entre la marea de rostros y nombres mitológicos, es a él a quien probablemente esperen que aparezca en pantalla.

Gilgamesh (Don Lee) se retiró en una zona desértica junto a Thena (Angelina Jolie), ya que ella tiene algún tipo de mal que la lleva a atacar a sus compañeros de forma inesperada, y al parecer solo el hombre es capaz de calmarla hablándole con suavidad y dándole la mano (como hacía Black Widow con Hulk…). Aparte, la diosa de la guerra presagia el nacimiento de un nuevo Celestial y, con ese evento, una catástrofe para la Tierra.

Phastos (Brian Tyree Henry) vive en los suburbios junto a su esposo y su pequeño hijo. Afirma que ya no crea más tecnología (tal es su poder) porque cada vez que lo hizo la humanidad utilizó su prodigioso cerebro para crear catástrofes. Así nos enteramos que de alguna forma estuvo involucrado en las bombas nucleares que desolaron Japón durante la Segunda Guerra Mundial. El hombre es reticente a abandonar su familia idílica, pero sabe que tiene un deber con los de su raza, y se une a su antigua banda.

Druig (Barry Keoghan) quien puede controlar mentes y hacer que obren a su voluntad, se retiró al Amazonas en donde vive como el dios que es, rodeado de gente a la cual no debería estar ayudando ni manipulando, pero a la que ayuda y manipula cuando le conviene.

Por último está Makkari (Lauren Ridloff), quien puede correr a velocidad supersónica, tiene una estrecha relación con Druig y es sordomuda. No la vemos mucho en la película, se recluyó en la nave con el fin de leer todos los libros posibles y tener el menor contacto con la humanidad.

Creo que no me olvidé de ninguno.

Eternals tiene un cast tan grande (por ahí anda Kit Harington, otra cara conocida para los fanáticos de Games of Thrones, intentando rescatar una película en solitario en medio de todo este guiso) que es imposible conocer a todos los personajes, desarrollarlos, crear una aventura completa en el proceso y, sobre todo, generar la empatía y cariño como todos los demás héroes que han pasado por las distintas producciones.

Dentro de Eternals había una buena historia por ser contada, pero el formato de largometraje fue un error de logística. Eternals siempre debió haber sido una serie, en donde habría tenido a disposición seis u ocho horas de metraje para conocer bien a todos, preocuparnos por el destino de los protagonistas y crear una trama tan grande y extensa como los cinco mil años que intenta abarcar a los ponchazos en ciento cincuenta y siete minutos que se sienten como el doble.

El film tuvo varias controversias antes y después del estreno. En China, tal vez el mercado más grande en el presente, Eternals no tuvo pantalla porque la directora siempre mantuvo una clara posición política en contra del presidente oriental. Esto afectó la taquilla, al igual que con Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos después que el protagonista hablara en forma abierta en contra del gobierno chino.

Después del estreno algunos grupos conservadores pusieron el grito en el cielo por dos momentos puntuales. Una contempla una escena de sexo entre Ikaris y Sersi. El momento tierno entre ambos personajes es apenas una insinuación del acto sexual, un plano medio corto en donde se ve apenas los rostros. Muchas telenovelas que se pasan en canales abiertos de televisión en horarios aptos para todo público muestran cosas mucho más fuertes sin caer en lo explícito.

La segunda “protesta” se disparó por parte de gente que parece haber viajado en el tiempo desde el 1700. Muchos se indignaron por el beso que se dan Phastos y su esposo, la primera pareja homosexual del Universo Cinematográfico Marvel. Al igual que la escena de “sexo”, este momento dramático en la trama es tan tierno y agridulce (es la despedida entre dos personas que se aman y que no saben si se van a volver a ver) como cualquier beso que se vio en las miles de películas románticas con parejas heterosexuales a lo largo de la historia del cine. La indignación es una ridiculez que no resiste un análisis serio.

Eternals es un largometraje lleno de buenas intenciones pero cuyo resultado final es aburrido, repleto de diálogos que sólo sirven para intentar llenar un bache de historias que se dieron a lo largo de cinco mil años. La trama tiene contradicciones con el universo macro que se viene construyendo desde el 2008 y que, pese a los intentos de disuadir a los espectadores con argumentos pobres, quedan en evidencia momentos después. Por ejemplo, el rol de los héroes es el de luchar contra los monstruosos Desviantes, pero después no pueden intervenir con la vida humana. Sin embargo los vemos todo el tiempo utilizando sus poderes para ayudar a las personas. Salvan gente todo el tiempo, los ayudan a avanzar tecnológicamente con sus intelectos superiores, e incluso el que tiene el poder de controlar mentes se pasa casi todas las escenas controlando mentes, a pesar que sus órdenes le prohíben eso.

Muchos defensores del film se escudaron en el hecho que esta es una obra diferente a todo lo que se vio en la franquicia. La realidad es que más allá de la inclusión de la pareja homosexual, no hay nada que la separe de cualquier otro largometraje de superhéroes mediocre que se haya estrenado en la última década y media. Que sea Eternals sea “diferente” —que no lo es— a otras entradas en el Universo Marvel no la hace buena.

Pese a todo esto la película tuvo una considerable recaudación en taquilla, y es probable que los números de visualizaciones en Disney + sean altos. Marvel consiguió hace ya muchos años aceitar la maquinaria empresarial, y la clave está en las conexiones que tienen todos los productos que salen.

Todos los que siguen la franquicia saben que los próximos films tendrán referencias a las cosas que sucedieron en Eternals, así que “deben” verla para no quedarse atrás.

El film tiene algunas escenas de acción logradas, planos preciosistas (parecen cuadros pintados al óleo en movimiento) y algún que otro diálogo profundo que no peca de pretencioso. Pero a pesar del increíble talento delante y detrás de cámara, siguen siendo una obra que deja sabor a poco, una entrada más dentro de la Fase 4 de Marvel que, por ahora, no goza de la consistencia en calidad de las otras fases.

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