La lápida que identifica al nicho, es en apariencia, una más en un mar de estelas casi iguales. Junto al crucifijo de rigor, un número identificatorio y el nombre: Noemí E. Giannetti de Molfino. Una estrellita de cinco puntas antecede la fecha de nacimiento: 8 – 5 – 1925; y debajo, una cruz de Malta con el día de su muerte: 18 – 7 – 1980.
Para quien deambula en una de esas urbes de tumbas, nichos y bóvedas, llega un momento en que las referencias personales de los silenciosos inquilinos se vuelven borrosas; por esa uniformidad que establecen la muerte y las costumbres del país y la época que le toque. Pero detrás de la placa y esas módicas referencias, hay historias de vida y de muerte. En el caso de Giannetti de Molfino, mucha vida y mucha muerte.
Noemí Esther Giannetti de Molfino nació, como lo indica la lápida, en 1925 en Saladillo, provincia de Buenos Aires. En 1951 se mudó a Resistencia, Chaco. Tuvo seis hijos y enviudó a los 31 años. La familia vivía de algunos modestos ingresos producto de alquileres de propiedades que había dejado el padre. Los chicos crecieron y no fueron ajenos al vendaval político que sacudía al continente y a la Argentina en particular, a comienzos de la década de 1970. De los seis hijos, tres adhirieron al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y su brazo armado: el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP); encuadramiento de origen trotskista – guevarista. Los otros tres, militaban en la Juventud Peronista (JP) y en la organización afín, político – militar Montoneros.
Cuenta Gustavo Molfino, el menor de la familia que a los 16 años se convirtió en correo de Montoneros por el mundo, cuando la Argentina y Latinoamérica se encontraban bajo el terror dictatorial, que en la casa familiar se generaban tremendas polémicas político – ideológicas entre los hermanos divididos por los proyectos en que militaban respectivamente. Noemí Giannetti al principio brindaba ayuda por igual tanto a los hijos montoneros como a los “erpianos”. Luego se integró a Montoneros, vivió en el exilio en París y en 1980 llegó a Lima, cumpliendo tareas de comunicación y contacto con organismos de derechos humanos. Una hija y su marido ya habían sido muertos el año anterior en la Argentina. El 12 de julio de 1980 fue secuestrada por militares peruanos junto a María Inés Raverta y Julio César Ramírez, quienes los entregaron clandestinamente a represores argentinos. Luego, Giannetti apareció muerta en un departamento madrileño. La presunta causa de muerte fue suicidio. Una versión que nunca creyó nadie, por las circunstancias que rodearon su secuestro y la inexplicable aparición del cuerpo en Madrid. Sus compañeros de militancia e infortunio, Raverta y Ramírez, continúan desaparecidos.
La lápida de Noemí Giannetti de Molfino, con apenas sus datos de filiación y fechas de nacimiento y muerte y las siglas de la fórmula de rigor, “Descansa En Paz” como epitafio, es una síntesis descarnada de los años más oscuros de la Argentina contemporánea.