La familia argentina tal cual se la conoce en el sigo XXI, vivió cambios de tal profundidad que para muchos observadores y también para los mismos protagonistas, resulta irreconocible.
La Nación se constituyó en una entidad independiente, con un bagaje institucional y cultural heredado de la metrópoli dominante, el reino de España; pero la Revolución de Mayo y la Guerra de Independencia que le siguió, introdujeron nuevas pautas y valores que en gran medida, venían de la mano de las ideas difundidas por la Revolución Francesa y el progresismo que en España, intentaba impedir la restauración autocrática que finalmente se concretó con la ocupación del trono por Fernando VII. No obstante, la familia criolla a semejanza de las europeas y las españolas en particular, se caracterizaba por un fuerte sentido de pertenencia.
Y era habitual sobre todo en las familias “de posibles”, como se denominaba a quienes tenían un buen pasar, que en las grandes casonas amplias pero sin lujos del período colonial y la primera mitad del siglo XIX, convivieran varias generaciones. Vale recordar que entonces, las relaciones amorosas al estilo de los romances caballerescos de la Edad Media, no eran la regla; sino que sobre todo en las familias de clase acomodada, los noviazgos se pactaban entre los padres de la joven pretendida y el candidato a marido, sin intervención de la afectada. En no pocos casos, el pretendiente duplicaba o triplicaba en edad a la novia, y el resultado de esos matrimonios de conveniencia, era la fusión de las fortunas de los cónyuges; de lo cual se beneficiaban en primer lugar los padres de la novia. El matrimonio por lo general era en esos sectores, una operación comercial. Es conocida la historia de Felicitas Guerrero; una adolescente de la alta sociedad porteña, obligada a casarse con el anciano Martín de Álzaga; la chica – ya viuda e inmensamente rica – fue asesinada por un ex amante despechado.
La familia rica de la Argentina decimonónica compartía con los sectores más pobres, la tendencia a tener muchos hijos. Hasta allí llegaban las coincidencias entre ambas clases sociales, ya que la movilidad social para los más pobres era impensable, por la estructura socioeconómica de aquella Argentina. Con la expansión del consumo y el acceso a la educación superior de muchos hijos de inmigrantes, la creciente clase media alcanzó una gran dinámica que se notó no sólo en el mayor poder adquisitivo, sino también en la inserción en la burocracia estatal y en las profesiones liberales.
La incorporación masiva de la mujer al mundo del trabajo, repercutió en un menor número de hijos, hasta convertirse en un modelo: la familia tipo compuesta por los cónyuges y dos hijos, a partir de la década de 1960. Aún así, la televisión repetía con gran éxito de público, comedias protagonizadas por familias conformadas a la “antigua.” Tales los casos de “Los Pérez García” o “Los Campanelli.” Familiones que habitaban casas espaciosas y donde convivían abuelos, padres, algún tío y otros parientes de paso; aunque el elemento de novedad y fractura del modelo, eran invariablemente los jóvenes.
Con la sanción de la ley de divorcio a fines de 1os años ’80 y la desaparición del estigma que arrastraban los hijos de padres separados, se generalizaron las familias ensambladas, formadas por hombres y mujeres que incorporaban a la nueva familia, los hijos de sus anteriores parejas. Las leyes de igualdad de género, los casamientos entre personas del mismo sexo y la gran cantidad de matrimonios de hecho, terminaron por sincerar el estado de crisis de un modelo tradicional que durante décadas, se repitió a sí mismo.
La Familia – 1987
Dirección: Ettore Scola
Guion: Ruggero Maccari, Furio Scarpelli, Ettore Scola
Reparto: Vittorio Gassman, Stefania Sandrelli, Fanny Ardant, Philippe Noiret, Carlo Dapporto, Jo Champa, Cecilia Dazzi, Ottavia Piccolo, Memè Perlini
Crónica de la vida de varias generaciones de una familia romana de la burguesía, desde 1906 hasta 1986. El narrador es Carlo, un profesor de italiano que relata su vida desde el día de su bautismo hasta que se encuentra rodeado de hijos y nietos. Los demás personajes, el abuelo, el padre, la madre, las tres inseparables tías solteras, el hermano, la criada enamorada del hermano… configuran un mundo lleno de vida y sentimientos. (FILMAFFINITY)