El mundo de la historieta es enorme y repleto de obras magníficas que consiguieron romper barreras y llegaron a un público mucho más amplio que el “cautivo”. Alan Moore, prolífico escritor inglés y parte de lo que se conoció como la invasión británica del noveno arte a finales de la década del ´70, fue uno de esos rupturistas. Len Wein, entonces editor de Dc Comics, convocó al joven guionista para que se hiciera cargo de una serie que no tenía muy buenas ventas. Swamp Thing era el personaje destinado a revitalizar, y Moore se tomó el trabajo en serio.
El número 20 de Swamp Thing inició una de las etapas más gloriosas del cómic estadounidense, allá por 1983. La libertad que tuvo el escritor, sumado al arte de un equipo de dibujantes y entintadores lujoso (Stephen R. Bissette, Rick Veitch, John Totleben o Alfredo Alcalá) resultó en una saga que se extendió durante cuarenta y cuatro números más algunos especiales, en donde el concepto de historietas para adultos cambió para siempre.
Moore utilizó la plataforma artística para hablar de los temas que más le interesaban en aquel entonces: la ecología, el calentamiento global, el avance destructivo del hombre sobre la naturaleza, la brujería y los chamanes. Su monstruo no era tal cosa, sino un elemental, un dios de la naturaleza que tomó parte de los recuerdos de Alec Holland, un científico asesinado y arrojado a un pantano en Luisiana.
El terror cantó presente desde el inicio. Aquella serie creada por el propio Len Wein y el legendario dibujante Berni Wrightson se convirtió en la primera historieta en abandonar el absurdo sello en las portadas que obligaba a poner la Autoridad del Código de Cómics. No es un hecho menor, ya que ese fue un sistema de auto-censura impulsado por el Senado estadounidense que rigió durante casi treinta años. Esto comenzó con la publicación del libro La Seducción de los Inocentes, un panfleto disfrazado de ensayo perpetrado por el psiquiatra Fedric Wertham. El autor se paró en un pedestal y declaró que los cómics eran una forma de arte inferior, que corrompían a los lectores jóvenes. Llegó tan lejos en la tesis que hasta relacionó el contenido de las viñetas populares con el incremento de la delincuencia juvenil.
El equipo creativo detrás de Swamp Thing aprovechó a pleno la carencia de censura, presentando historias en donde el contenido sexual estaba presente, la violencia era explícita y perturbadora. Las partes fantásticas no les quitaron seriedad a las críticas sociales y políticas (uno de los rasgos estilísticos del guionista), y las aventuras se alejaron del estereotipo de los superhéroes para concentrarse en una criatura en permanente evolución. También los artistas fueron pioneros en la forma en que se presentó a la protagonista femenina, Abby Arcane, quien demostró ser una mujer fuerte —a pesar de todas las situaciones surrealistas que le tocaron vivir— y se convirtió en la única persona capaz de calmar y balancear a un semi-dios habitante del pantano.
El secreto de lo que hoy se conoce como La Saga de Swamp Thing de Alan Moore es que se presenta como una historia de terror, fantasía y aventuras, pero el corazón de la serie es el romance. Esta es una historia de amor bellísima, trágica, una épica relatada en más de mil páginas. En nuestro país se puede encontrar en comiquerías gracias a una excelente edición en seis tomos de la editorial OvniPress.
En 1982 el maestro del horror Wes Craven estrenó una producción de bajo presupuesto basada en la criatura del pantano. El director se concentró más en los sustos —y los desnudos femeninos— y creó una historia de aventuras que, pese a todas las buenas intenciones, falló. Pese a esto, tuvo una secuela destinada al olvido titulada El Regreso de la Cosa del Pantano, en 1989. Detrás de cámara estuvo Jim Wynorski, un veterano escritor y director clase “B”, que pasó por cuanto género se le cruzó en el camino.
En televisión Swamp Thing tuvo un poco más de suerte. De 1990 a 1993 se emitió una serie animada que llegó a la friolera de cien episodios emitidos, producida por Universal Studios. En paralelo Fox Television probó suerte con el personaje en 1991, pero tras una temporada cayó bajo las garras de la cancelación. El personaje apareció esporádicamente en otras producciones animadas del universo DC, pero siempre en carácter de “invitado”.
La suerte de La Cosa del Pantano parecía destinada a un público minoritario, mayormente amante de las historietas. Guillermo del Toro intentó durante años llevar a la gran pantalla a la Liga de la Justicia Oscura, un grupo formado por los personajes mágicos y esotéricos del universo DC (muchos de ellos personajes que aparecieron en la saga de Alan Moore, como John Constantine, Deadman o la hechicera Zatanna), pero para desilusión de muchos el proyecto quedó archivado.
En el 2018 DC anunció que continuarían expandiendo su universo cinematográfico y televisivo con una superproducción basada en Swamp Thing. El director de terror James Wan, uno de los nombres más prominentes del género moderno, fue la figura pública que eligió la compañía para llamar la atención del público en general, pese a que el hombre sólo iba a estar en el rol de productor ejecutivo. Mark Verheiden y Gary Dauberman fueron los encargados de escribir los guiones y la producción general. El cast estuvo compuesto principalmente por Derek Mears como Swamp Thing y Andy Bean personificando a la contraparte humana Alec Holland. Crystal Reed fue la encargada de dar vida a Abigail Arcane y el actor Kevin Durand en el papel de Jason Woodrue.
La historia se concentró en una epidemia que se da Marais, Louisiana, que parece haber tenido su origen en el pantano. Allí va Abigail a investigar, y traba relación con Holland, otro científico caído en desgracia que busca redimirse. Tras la violenta muerte del hombre, la doctora empieza a adentrarse cada vez más en el mundo del ecosistema que le toca investigar, descubriendo no sólo un complot grande sino a una criatura monstruosa, Swamp Thing, que asegura ser el propio Alec reencarnado.
La serie tuvo un impresionante diseño de producción, que buscó volver a la magia de los efectos prácticos por encima de los efectos digitales. Swamp Thing es un hombre en un complejo traje, lo cual agrega un grado de realismo impresionante. En los últimos años este tipo de criaturas suelen crearse por completo en las computadoras, y aunque la tecnología avanza cada día de forma asombrosa, tener a un actor con intrincado maquillaje da la sensación de tangible, los actores pueden interactuar a la perfección con la criatura sobrenatural, y se nota en el resultado final.
Otro de los elementos que más se acentuaron fueron los recursos narrativos apuntados hacia el horror. Swamp Thing incorpora elementos fantásticos y hasta la aparición de una figura clásica del panteón superheróico de DC, pero los directores y productores decidieron establecer cambios en el tono, alejándose un poco del ya clásico recorrido que hizo Alan Moore. El resultado, por suerte, es satisfactorio, los diez capítulos que se produjeron ostentan un nivel soberbio, la violencia y sangre es digna de un largometraje mainstream, junto con actuaciones más que correctas.
Quienes esperaban ver una adaptación fiel de la saga creada por Moore no obtendrán aquello, sino una representación que homenajea a los creadores del personaje, a la serie escrita por el inglés, y hasta pequeños guiños a la película de Wes Craven. Los que no disfruten de las producciones dedicadas a los superhéroes pueden ver Swamp Thing con tranquilidad, porque al igual que la historieta, aquí los estereotipos del género no se colaron en la trama.
Lamentablemente la serie empezó con el pie torcido. Cuando estaban en pleno rodaje recortaron tres episodios de los trece planificados, obligando a los escritores a cerrar lo que pensaron que sería la primera temporada de forma menos holgada. Considerando que fue un cambio sobre la marcha, el resultado aprueba con honores. Pese a esto, la productora le avisó al equipo técnico y actores, cuando terminaron de filmar, que Swamp Thing no contaría con una segunda tanda de capítulos.
La declaración oficial fue que la producción de cada emisión costaba demasiado dinero, y esto se cruzó con un “malentendido” con el gobierno de Carolina del Norte, en donde se llevaron a cabo las jornadas de filmación. Aparentemente les habían prometido un recorte a los impuestos importante, que no sucedió y terminó elevando los costos a un nivel imposible de sostener. Esto se mezcló con el fallido intento de DC para lanzar una plataforma de streaming, que duró poco y nada. Esta falta de ingresos, sumados a la profunda crisis que se disparó en el 2020, condenaron a Swamp Thing a convertirse en una serie de culto.
Los productores jamás descartaron la mínima posibilidad de una segunda tanda de episodios, pero a medida que pasa el tiempo, con DC Comics enfocándose en otros personajes tanto en televisión como en cine, parece improbable que La Cosa del Pantano vuelva a caminar entre nosotros pronto.
Quienes disfrutan del buen horror y una historia contada con pericia y pasión, descubrirán en Swamp Thing una serie capaz de satisfacerlos. Los fanáticos del personaje también podrán ver (o volver a ver) una representación increíble del amado monstruo del pantano. En cualquier caso, es televisión de alta calidad, y vale la pena darle una oportunidad.
Los diez episodios se encuentran disponibles en HBO Max.