Supervivencia Magra
La mujer corrió las cortinas para ver mejor. Unos seres, con tapabocas, caminaban rumbo a algún lado.
Curiosa, salió a la puerta de calle. La miraron con avidez y se lanzaron en loca carrera hacia ella.
La mujer apenas pudo entrar y ponerle tranca a puertas y ventanas. En épocas pasadas habían sido fieles amigos, solo que ahora, los aquejaba el hambre, y esperó agazapada a que se apagasen los ladridos para salir a cazar a algún rezagado.
Ana Caliyuri
¿Qué Será del Hambre y la Alegría, Mañana?
Hay un viejo refrán “panza llena, corazón contento” que la mayoría conocemos en palabras, también alguna vez lo hemos conocido en modo presente y artero en el propio cuerpo. Quienes no han conocido el hambre por una u otra razón, es probable que poco sepan de la sensación de estar en armonía con el cuerpo, el alma y la mente al momento de saciar ese estado inequívoco de debilidad. El hambre provoca no solo malhumor, inquietud, desgaste, sino que además produce daños irreversibles en los niños que lo sufren.
Ahora bien, porqué negar que una comida rica nos provoca contentura, y entonces, cabe la pregunta dolorosa ¿el hambre se emparenta con la tristeza? Si, desde varios aspectos de la sensibilidad humana es probable esa premisa. Las grandes ciudades como las pequeñas vemos a diario, niños y grandes con hambre, asistiendo a comedores o encontrando en las escuelas un lugar en dónde paliar el hambre, al menos por un rato. Nacer en un hogar con oportunidades o no, es tan azaroso como el tiempo de vivir y morir de cada uno. Si solo por un momento eligiéramos los lentes de ver de lejos (metafóricamente hablando) podríamos comprender que el hambre del otro será también nuestro futuro.
En otra oportunidad, charlaremos del hambre emocional, por ahora me quedo con el de la panza y me despido pensando en los salmones que van río arriba para desovar y en el camino sufren una metamorfosis (sus bocas se deforman) hasta arribar a sus muertes en pos de los nuevos nacimientos. ¿Será que debemos aprender de ellos el valor de los hechos colectivos? Como sea, la naturaleza siempre se abre paso…