En el 2017 StudioDHR lanzó al mercado de los videojuegos un ambicioso producto llamado Cuphead que tomó por sorpresa a todos. Los jugadores tomaban control de Cuphead y Mugman, hermanos que deben ir venciendo enemigos, sorteando todo tipo de peligros y adquiriendo diferentes poderes a lo largo de la travesía con el fin de derrotar al Diablo, con quien tienen una deuda pendiente.
El juego, que se encuadra en el género de plataformas (como Super Mario Bros.) destacó gracias a un novedoso enfoque estético: los creadores decidieron utilizar técnicas de animación propias de los dibujos animados clásicos surgidos en las décadas del ‘30 y ‘40, generando así una aventura visual que no se había visto dentro de la industria.
El diseño de los personajes emulaba a los cortos animados de Disney y los estudios Fleischer (Betty Boop, Superman) con un enfoque narrativo adulto. La violencia y los pasajes oscuros contrastaban a la perfección con los adorables dibujos que correteaban en las pantallas de los jugadores.
A esto se le sumó una mecánica de juego extremadamente desafiante, que obligaba a las personas a pasar horas detrás del joystick si anhelaban terminar con Cuphead. La frustración, al final, tenía su recompensa, ya que el videogame ofrecía una historia atractiva desde cada ángulo posible.
Los hermanos Jared y Chad Moldenhauer trabajaron durante siete años como desarrolladores independientes en su Canadá natal para refinar el juego que les reportaría ventas superiores a las dos millones de copias, junto con los elogios de la crítica especializada, infinidad de críticas positivas en sitios on-line dedicados a la industria, y ganó dieciséis premios.
Ante un fenómeno de semejante popularidad a pocos les sorprendió que Netflix anunciara en el 2019 que estaban trabajando en una adaptación animada. Los creadores afirmaron que iban a estar en la producción, supervisando que los capítulos respetaran la historia y estética original. Aparte, el videojuego ya era una maravilla en el apartado visual, la traducción a una narrativa episódica parecía una transición natural.
Sin embargo, el pasado 18 de febrero, el estreno de los doce capítulos —todos de quince minutos, como los dibujitos animados tradicionales— volvió a sorprender al público.
¡La serie de Cuphead! resultó ser un producto de una calidad altísima, una verdadera joya de la animación que apostó, al igual que el material original, a una estética retro que se siente como una brisa de aire fresco en el medio de la marea de productos animados enteramente en computadoras. Los personajes adquieren una nueva dimensión gracias a dibujos que ostentan una fluidez digna de aquellos cortos clásicos, en donde la física no tiene ningún tipo de poder sobre los personajes, las aventuras son surrealistas, divertidas, con humor que apela tanto a grandes como a pequeños.
Quienes hayan crecido viendo las aventuras desquiciadas creadas por Chuck Jones o Tex Avery (pioneros de los dibujos animados, responsables de los segmentos más memorables de los Looney Tunes, por ejemplo) encontrarán en esta serie una secuela espiritual, tanto en tono como en estilo. ¡La serie de Cuphead! es un disparador de nostalgia inmediato para aquellos que ostentan tres décadas o más. Es inevitable sentir el aroma a leche chocolatada y galletitas dulces mientras suena la pegajosa melodía de la presentación en la pantalla de la televisión… o el dispositivo móvil desde donde se esté disfrutando la serie.
Los doce episodios son aventuras autoconclusivas que, pese a que se pueden ver de forma separada, tienen la subtrama del Diablo persiguiendo a los hermanos después que Cuphead burlara una de las trampas del señor de la oscuridad, que se divide en cuatro episodios.
Los fanáticos del videojuego reconocerán a todos los personajes que aparecen en cada episodio, y hasta podrán ver guiños a la mecánica del videojuego trasladada a algunas escenas de acción en los episodios. Pero los creadores de la serie decidieron hacer una historia que no dejara de lado a quienes no jugaron nunca, y es un beneficio que muchas adaptaciones de este género no suele ofrecer. ¡La serie de Cuphead! es un festival para los ojos que dejará contento a todos los públicos, sean fanáticos de este universo desde su concepción original, o sean “extranjeros” que llegaron a la serie gracias a alguna crítica, recomendación boca en boca o porque Netflix les notificó que estrenaron un nuevo producto.
El único “problema” que tiene esta fabulosa serie es que, al terminar de verla, uno siente que le quedó corta. Los doce episodios promedian los ciento veinte minutos de metraje total (quitando la presentación y los créditos) y, tras finalizar con esta primera temporada, es probable que el sobre-estímulo sensorial genere un pequeño lapso de abstinencia. Saber que se terminó la serie y no saber cuándo habrá una nueva tanda de episodios puede llegar a ser desgarrador. Al menos el episodio final promete que las aventuras continuarán.
¡La serie de Cuphead! es una obra maestra de la animación moderna, que se deja ver de una sola sentada. Está repleta de canciones locas, personajes antropomórficos tanto adorables como espeluznantes, y es un producto tan diferente a todo lo que se ve en las pantallas desde hace años que es imposible no enamorarse de este universo con sólo ver un sólo capítulo. Aplausos también para Netflix por producir una adaptación de videojuego tan fiel a la original, y por permitir que un producto tan innovador como este vea la luz.