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Batman Vuelve
EL MURCIÉLAGO, LA GATA Y EL PINGÜINO — DISPONIBLE EN HBO MAX
Batman Vuelve

Los fanáticos del cine basado en propiedades de los cómics viven (vivimos) una época dorada. Mientras algunos “especialistas” vaticinan cada año que se generará la tan temida fatiga del público y que las ventas de entradas caerán, cada año las ventas se multiplican y los proyectos acompañan aquella expansión.

Batman es uno de los “abuelos” del género. Surgido en 1939 en las páginas de Detective Comics, el personaje siempre ha tenido múltiples adaptaciones live action, ya sea en aquellos primeros seriales, la icónica serie (y posterior película) protagonizada por Adam West, o los largometrajes dirigidos por Tim Burton y protagonizadas por Michael Keaton en 1989 y 1992. Después vino la versión de Joel Schumacher: Batman Eternamente —que tiene muchos puntos a favor pese a la mala reputación que le han achacado— y la posterior Batman & Robin en 1997. Este último fue un film tan malo, tan repudiado que el director y el protagonista, George Clooney, han pedido más de una vez disculpas por esta obra, que casi entierra los proyectos futuros del murciélago en la gran pantalla.

Después llegó la excelente trilogía de Nolan, el gran Batman de Ben Affleck y, la semana que viene, una nueva versión protagonizada por Robert Pattinson. Pero eso no es todo, porque el 2022 promete ser el año del Caballero de la Noche. En la película de Flash, dirigida por el argentino Andy Muschietti, aparecerá Affleck y volverá Michael Keaton a ponerse el traje tras treinta años de hiato. Este año podremos ver a tres Batman distintos en pantalla grande, y los fanáticos no podemos hacer otra cosa más que festejar.

Por eso en esta ocasión vamos a hablar de la película preferida de quien escribe, Batman Vuelve, la segunda dirigida por Tim Burton, y explicaré porqué, pese a grandes interpretaciones del personaje posteriores, ésta continúa siendo, tal vez, la mejor.

1 – LA DUALIDAD DE BRUCE WAYNE/BATMAN
Muchos actores y directores que han pasado por la franquicia afirmaron que el papel de Batman es la parte “fácil” del trabajo, lo difícil es crear un Bruce Wayne complejo, que pueda manifestar el carácter de playboy filántropo, un poco vago, incapaz de tener una doble vida como un vigilante ante la mirada de terceros. El millonario casi recluso en su enorme mansión familiar tiene que ser encantador cuando está en contacto con otras personas, pero distante. Debe poder desaparecer en cualquier momento sin despertar sospechas cuando la bati-señal ilumina el cielo de Gotham City.

Hay una escena en Batman Vuelve, justo después de la shockeante introducción en donde vemos como la familia Cobblepot lanza a las alcantarillas a su deforme bebé, el pequeño Oswald, quien se convertirá en El Pingüino.

Bruce está sentado en una enorme habitación, cabizbajo, con una mano apoyada en el mentón, la mirada perdida en un punto que no vemos. La atmósfera es ominosa, las paredes altas parecen cernirse sobre el hombre, que en perspectiva parece pequeño, indefenso, débil. La luz de la luna acentúa las sombras. Nadie lo acompaña y él no parece querer la compañía de nadie.

El cielo, de golpe, se ilumina. Un óvalo blanco con el símbolo del Murciélago copa la noche. Una serie de dispositivos ubicados en la Mansión recogen el reflejo de la señal. Un enorme faro baña con luz blanca la habitación en donde Wayne reposa. El hombre abre los ojos, se para casi de un salto de su sillón y se queda mirando a la cegadora luz de frente. Es el llamado que estaba esperando. Su postura cambia, está erguido, sacando pecho, parece que se estuviera alimentando de aquella señal, aquel pedido de auxilio de la ciudad.

El mal ataca su ciudad de nuevo. La noche ha caído sobre Gotham. Batman puede abandonar su disfraz de millonario excéntrico para ponerse su verdadera piel. Bruce puede irse a dormir, es la hora del Caballero de la Noche.

Esta secuencia no tiene una sola línea de diálogo. Burton trabajó cada plano para transmitir emociones primarias, salvajes. El tedio de un hombre que necesita salir a hacer lo que su organismo le pide a gritos: cazar a los villanos, limpiar la ciudad que le arrebató todo la noche que sus padres fueron asesinados a sangre fría. El hombre parece débil, un esbozo de ser humano hasta que llega la llamada anhelada. Allí emerge la verdadera identidad, y Keaton consigue manifestar esa transformación sutil con una serie de gestos mínimos, con movimientos elegantes, etéreos, que muestran al héroe emergiendo del sueño que la vida civil le obliga a tomar. La música de Danny Elfman es perfecta, icónica, termina de cerrar ese discurso carente de palabras pero no por eso menos elocuente.

A lo largo de la película volveremos a ver a Wayne, sobre todo interactuando con Selina Kyle/Catwoman, otro personaje cuya verdadera identidad parece manifestarse cuando se pone el traje de cuero y sale a “castigar” a los que le hicieron daño. Ambos, en sus disfraces de “civiles”, se muestran aburridos de la vida normal, se saben outsiders, y saben que ese estilo de vida no está destinado a durar. Durante una fiesta ambos se dan cuenta que solo son capaces de tener alguna versión retorcida de la felicidad cuando están saltando en las altas azoteas de la ciudad, caminando por los callejones infestados de malvivientes, viviendo a la izquierda de la civilización, como parte de la fauna salvaje que conforman. Tim Burton y Michael Keaton construyeron un personaje dual y complejo, lleno de matices, que no requirió demasiados diálogos. Todo lo que se comenzó a esbozar en la primera entrega se consolida acá.

2 – LOS VILLANOS
Cuando uno ve Batman Vuelve es fácil pensar que los villanos son tanto Catwoman (Michelle Pfeiffer) como el El Pingüino (Danny DeVito), primero porque son las dos figuras predominantes en los posters promocionales, aparte del héroe. Pero estos dos no son más que víctimas tomando decisiones inadecuadas.

Oswal Cobblepot fue marginado de su familia y condenado al ostracismo suburbano de las alcantarillas a corta edad, cuando sus padres —aristócratas— fueron incapaces de tolerar tener un hijo con deformidades monstruosas. El pequeño creció rodeado de la peculiar fauna de aves y fue gestando un plan meticuloso para tomar la ciudad por el cuello, en represalia por el rechazo violento que sufrió.

Selina Kyle era una secretaria trabajando para el empresario Max Shreck (Christopher Walken), un hombre carente de empatía que abusa psicológicamente de su empleada hasta que, harto de los errores que ella comete por torpeza —y por haber escuchado algo que ella no debía escuchar—, intenta asesinarla empujándola desde una alta ventana. Selina “muere”, tan solo para “revivir” transformada. Rodeada de gatos, convierte su hasta entonces inocente hogar en una guarida salvaje, y tras un proceso catártico de destrucción inmobiliaria, se forja una nueva “piel”: un ceñido traje de cuero negro, uñas afiladas y un látigo. Así, la nuevaSelina se sumerge en las calles de Gotham con la intención de vengarse de Shreck y de todos los que se crucen en su camino.

Ambos personajes, que se enfrentan a Batman tras causar más de un estrago, son personas con la brújula moral rota por situaciones externas. Son antihéroes clásicos, no malos en su concepción, sino convertidos por factores que escaparon a su poder. Tanto Oswald como Selina no decidieron ser malvados, sino que les arrancaron la posibilidad de llevar una vida normal y actuaron como pudieron. Inundados por el odio y el resentimiento, ambos comparten un enemigo común, el verdadero villano de la historia.

Max Shreck es el malo a derrotar. Es él quien quiere aprovecharse del Pingüino, una persona maleable. Le promete mujeres, le promete dinero, le devuelve su identidad “humana” e incluso intenta hacer que lo elijan como candidato a alcalde de la ciudad. Sus fines no son altruistas, en absoluto. El empresario ve la oportunidad de poner a un testaferro en el poder para continuar con sus avances económicos sin trabas de ningún tipo. Si bien Oswald atacó a la ciudad, todo escaló cuando se encontró con el verdadero monstruo humano que, en vez de tenderle una mano para que recapacite y pueda re-insertarse en la sociedad, lo traicionó y le quitó el último vestigio de esperanza en la humanidad que lo exilió de infante.

Batman tarda en reaccionar y descubrir quienes es el villano de la historia. Su visión periférica está tapada por los dos coloridos personajes que debe perseguir por la ciudad, pero al final todo se revela. En un glorioso enfrentamiento final entre Catwoman y Shreck, Batman se desenmascara y le ofrece a la mujer una salida: puede dejar vivo al empresario y que pague por sus crímenes, pueden huir de la ciudad y conformar una vida nueva. Pero ambos saben que es demasiado tarde. Saben que la vida normal no es para ellos, que son criaturas de la noche, son parte de otra especie, separada de los demás habitantes. Y saben, sobre todo, que están condenados a jamás obtener lo que desean, independientemente de los recursos que posean.

Lo mismo pasa con el Pingüino, quien intenta un último enfrentamiento contra Batman para terminar pereciendo en las mismas alcantarillas que lo acunaron de bebé. Su muerte es dolorosa, gráfica y trágica: las aves que lo criaron empujan el cadáver hacia las aguas putrefactas que corren por las venas de Gotham. El niño, una vez desechado y olvidado, muere como un hombre desechado y olvidado. Probó la miel del éxito, confió en una persona con la esperanza de cambiar su vida y terminó donde empezó.

Ambos antihéroes tienen el tiempo suficiente en pantalla para poder desarrollar sus historias con profundidad. Tanto Burton como el guionista Daniel Waters dotaron a las criaturas de complejidad, de sentimientos genuinos y padecimientos reales. Batman parece, por momentos, un personaje reaccionario, incapaz de acceder a la historia completa de aquellos a los que enfrenta. El héroe que lucha contra la injusticia tardará en darse cuenta que la injusticia fue el yunque en donde se forjaron, con violentos martillazos y al calor de la traición, aquellos personajes que consideraba amenazas.

Ninguna película de Batman desde entonces ha ofrecido antagonistas de este calibre, tan bien desarrollados y, sobre todo, justificados en la historia.

3- LA ESTÉTICA
Uno de los beneficios que tienen las historietas —sobre todo aquellas que tienen una historia tan larga en el medio como Batman— es que los diferentes artistas que pasan por los personajes interpretan a su manera el material. Eso deriva en cientos de versiones distintas, que pueden ir desde tonos más realistas, pasando por etapas camp en donde la fantasía toma un rol preponderante. Cada autor imprimió su estilo, y esto les permitió a los cineastas tener un amplio abanico estético y de narraciones para inspirarse a la hora de construir las adaptaciones.

Tim Burton, desde sus inicios, desarrolló una estética personal y reconocible. Desde sus trabajos para Disney en el sector de animación, pasando por su debut en largometraje con la lisérgica La gran aventura de Pee-Wee, terminó consolidando esa visión con Beetlejuice, Batman y El Joven Manos de Tijera. Su segunda entrega de Batman lo encontró como un director fuerte, cuya voz era oída en los estudios. El público ya empezaba a ver las películas de Burton por el mero hecho de que él estaba detrás de cámara. En su momento el estilo gótico, oscuro, repleto de personajes “rotos” como los protagonistas y héroes fue una novedad dentro de la industria, y esto derivó en una versión aún más personal del superhéroe, que dobló la apuesta de la primera entrega.

Su visión de Gotham City y sus habitantes era tan personal como comiquera. La ciudad no se parecía a nada que pudiera existir en el mundo real, lucía como algo extrapolado de la imaginación de artistas gráficos. La arquitectura de los edificios era “imposible”, los trajes abandonaron todo criterio de comodidad para los actores en favor de la estética. No hay una explicación realista de cómo Wayne construye su traje o el Batimovil, simplemente están ahí, para verse lindos en la pantalla, y funciona a la perfección.

La concepción de El Pingüino como un monstruo, más cercano al animal que a un humano (en las historietas siempre se lo representó como un ser humano gordo, bajito, de nariz afilada, pero siempre dentro de los parámetros de una persona) surge de los bocetos que el director fue haciendo en la etapa de pre-producción del film, y el resultado fue una versión coherente con el mundo que planteó Burton, alejado de la imagen popular del personaje surgida en las historietas e inmortalizada por Burgess Meredith en la serie de Adam West.

Si bien es verdad que Joel Schumacher no buscó una estética realista como si lo haría Christopher Nolan después (y por lo que se ha visto, Matt Reeves también va a apostar por el realismo) fue Tim Burton el que logró plasmar una visión fantástica en un personaje que había experimentado un renacimiento en el medio que lo vio surgir con la seminal historia El Regreso del Caballero de la Noche, a cargo de Frank Miller, pero que necesitaba despegarse de la imagen camp de la serie de West que se continuaba repitiendo en la televisión desde la década del ‘60.

Burton pavimentó el camino para que visiones más oscuras, adultas y serias de los cómics pudieran llegar a la pantalla. Sin su Batman es poco probable que el cine de superhéroes hubiera evolucionado en el fenómeno que hoy podemos disfrutar. Y fue Batman Vuelve el largometraje que consolidó su visión, que se encargó de explorar a los personajes con pasión, convirtiéndolos en personajes tridimensionales.

Batman Vuelve suele quedar a la sombra de su antecesora, pero sigue siendo una película superior a la original en producción, en acción, en el desarrollo de los personajes, en la complejidad de la tragedia que desea contar. Es oscura, pero esa oscuridad está justificada —al fin y al cabo, a Batman se lo conoce como el Caballero de la Nochey es la consolidación de una visión única, personal de un director en el pico de su poder creativo.

Esta película, disponible en HBO MAX, es una gran alternativa para “prepararse” de cara al estreno el próximo 3 de marzo de The Batman, y —de paso— redescubrir una obra maestra fundacional del género de superhéroes en el cine.

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