Matemática/física explicada “a los ponchazos”: la teoría del caos estudia sistemas dinámicos no secuenciales y las diferentes variables en las condiciones iniciales de estos esquemas. Edward Norton Lorenz, matemático y meteorólogo, acuñó la famosa frase efecto mariposa para ejemplificar como algo tan azaroso como el aleteo de un lepidóptero en una punta del mundo puede provocar un tornado en el otro extremo. Lo que la teoría busca explicar es que cualquier acción, por más ínfima que sea, es capaz de tener repercusiones— gigantes o minúsculas— al desencadenar una serie de eventos, en apariencia desconectados, cuyas ramificaciones son difíciles de predecir.
Si a este postulado matemático le sumamos el elemento del viaje en el tiempo, algo que en el mundo de las ciencias exactas existe —pero solo se puede viajar hacia adelante—, tan propio de la ciencia ficción, derivamos en un film que se estrenó en el año 2004.
Evan Trevor (Ashton Kutcher)es un niño que sufrió abusos y situaciones traumáticas durante su infancia. También sufría de desmayos, segmentos en negro de su memoria en donde la conciencia parecía volar fuera de su cuerpo. Sus amigos Lenny (Elden Henson) y Kayleigh (Amy Smart) sufrieron, en mayor o menor medida, el mismo tipo de flagelos y eso los unió.
En sus años universitarios, Evan descubre, mientras leía sus viejos diarios íntimos, que si se concentra lo suficiente en aquellas palabras manuscritas, puede viajar en el tiempo a aquel segmento en particular. No traslada su cuerpo, sino su conciencia, habitando el cuerpo de su yo pasado, manteniendo sus conocimientos posteriores de los hechos. Aquellos viajes coincidían con esos episodios de desmayos. No era que el niño caía en un coma repentino, sino que el Evan del futuro poseía al Evan del pasado.
Todos sabemos que si viajamos en el tiempo no tenemos que tocar nada. Cualquier cambio minúsculo puede generar líneas temporales paralelas imposibles de predecir, desde modificaciones insignificantes a eventos catastróficos. La paradoja del abuelo es uno de los ejemplos más recurrentes cuando se discuten mecánicas del viaje temporal: si una persona consigue trasladarse al pasado y asesina a su abuelo, evitaría el nacimiento de su padre y, por ende, el nacimiento del propio viajero. Pero si el viajero no nace, no puede viajar en el tiempo a asesinar a su abuelo.
Evan, enceguecido por la posibilidad de cambiar todos los hechos terribles de su vida, y la de sus amigos, decide usar este poder. El grupo las pasó todas: abuso sexual perpetrado por el padre de Kayleigh; el acoso de Tommy, hermano de la pequeña y un delincuente psicópata en potencia. Los chicos vislumbran el asesinato involuntario de una madre junto a su hijo, no pueden impedir que Tommy queme vivo a un perro. Evan, incluso, sobrevive a un intento de estrangulamiento por parte de su padre, que terminó sus días en un asilo mental.
El ímpetu juvenil, el deseo de hacer el bien y el amor que Evan tiene por Kayleigh lo llevan a intentar impedir todos estos sucesos claves en la historia que comparte el trío. Ya se sabe: el infierno está pavimentado de buenas intenciones, y en El Efecto Mariposa asistiremos a un show de horrores en permanente ascenso, con consecuencias aún más terribles para todos.
Por más que Evan se esfuerce y ponga en juego su salud mental y física (cada viaje parece ir generándole pequeños derrames cerebrales) lo único que consigue es empeorar las cosas. El escritor Stephen King, en su novela 22/11/63, creó enemigos muy particulares para su viajero en el tiempo: al parecer la dimensión temporal tiene agentes incorpóreos cuya única finalidad es detectar anomalías en el flujo y hacer lo imposible para que se produzca cualquier cambio.
El pasado intentará protegerse, afirmó King.
En esta película —que se estrenó siete años antes que la novela arriba citada, pero que no guarda más similitud que la temática del viaje temporal— el pasado no intenta prevenir activamente que el “extranjero” del tiempo lleve a cabo sus planes. Los problemas no se dan en los eventos ya vividos sino cuando Evan regresa a su presente. Ahí es cuando descubre las ramificaciones de sus buenas intenciones: el desfiguramiento de alguno de sus amigos, su estadía en prisión por asesinato o la muerte de alguno de los protagonistas. Cada viaje genera peores secuelas y, al final, cuando todo parece haber acabado, nuestro protagonista debe tomar una decisión drástica con la esperanza de poner fin a toda la locura.
El Efecto Mariposa, dirigida por J. Mackye Gruber y Eric Bress, fue un fracaso en crítica cuando se estrenó. El público acompañó en las salas, no fue un fiasco en la recaudación ni mucho menos —incluso generó una adaptación en formato novela y dos secuelas espantosas— pero esta película de ciencia ficción y terror recibió más golpes de los que merecía. La dirección del dúo es más que correcta, y no les tembló el pulso en ningún momento a la hora de poner en pantalla las escenas más fuertes para enfatizar el drama de su historia.
Para empezar, en el 2004 Ashton Kutcher era conocido por sus roles en programas y películas de comedia, y su pasado como modelo. Al igual que le sucedió a Jim Carrey en sus primeros intentos por ampliar sus horizontes como actor en el terreno dramático, la crítica y los espectadores no pudieron disociar muy bien la imagen de comediante dentro de una historia “seria”, como la planteada en El Efecto Mariposa. El tiempo, de a poco, fue reivindicando al actor, y hoy se considera a este largometraje como una pequeña obra de culto. Gran parte del éxito posterior surge de la increíble labor de Kutcher, quien se entregó de lleno al papel y ofreció una actuación digna, emotiva y creíble. La desesperación exponencial de su Evan es notable, y es la fuerza narrativa, el corazón de la historia.
El resto del elenco acompaña muy bien al protagonista, y todos tienen la difícil tarea de encarnar diferentes versiones de sus personajes. Mientras que Evan sigue siendo el mismo cuando vuelve de sus aventuras por el tiempo, son Kayleigh y Lenny los que han cambiado, poco o mucho, y son estas sutilezas en las interpretaciones las que le dan credibilidad al marco de ciencia ficción.
El Efecto Mariposa es, también, un gran disparador para reflexionar sobre la naturaleza del destino, si es que se cree en tal cosa. Los hechos trágicos nos han marcado a todos, es inevitable, pero son las cosas malas también responsables de factores positivos que moldearon las personas que somos en el presente. ¿Cuántas veces nos habremos preguntado si pudiera viajar en el tiempo, cambiaría algo? Este film parece advertirnos que, aunque existiera esa posibilidad, apostar a impedir una mala experiencia pasada con la esperanza de una mejoría en el futuro no vale la pena el riesgo.
El constante fracaso por cambiar el pasado para crear mejores futuros —ya sean para sus amigos o para él mismo— plantea una inquietud existencialista: por más que nos esforcemos en prevenir tragedias, estás son ineludibles. Que algo malo no haya ocurrido no implica que no vaya a suceder, de una forma u otra. Al final, el ser humano tiene dos certezas en la vida: que va a nacer y que va a morir. El resto siempre está por verse.
La lucha de Evan prueba ser infructífera, cuando él tiene felicidad, sus amigos sufren de forma trascendental. Cuando su entorno está bien, él es el que sufre. La película consigue desarrollar muy bien la maduración del protagonista, convirtiendo a El Efecto Mariposa es una película que habla, al final, sobre la importancia de aprender a aceptar lo inevitable, superar el duelo y vivir con las consecuencias.
En la edición especial en dvd los directores decidieron incluir, como material extra, tres finales alternativos junto con un director’s cut en donde reemplazaron el final que se pudo ver en las salas con el que ellos quisieron poner y el estudio no les permitió: Evan, tras darse cuenta que cada vez que viaja en el tiempo sólo consigue empeorar las cosas, transporta su conciencia momentos antes de su parto.
En el vientre de su madre consigue ahorcarse con el cordón umbilical. Al impedir su nacimiento impedirá, en teoría, todos los desbarajustes que ocasionó. Es un final impactante desde lo visual que, si aplicamos la paradoja del abuelo que se explicó párrafos arriba, no tiene ningún sentido. Si se ahorca antes de nacer, es imposible que crezca, llegue a adulto y viaje en el tiempo para suicidarse. Aun así, el resultado de este final alternativo es impactante.
Ninguna película que explore el viaje temporal tiene lógica si se la somete a un escrutinio meticuloso. El Efecto Mariposa debería disfrutarse por lo que es, una historia aterradora y conmovedora, con actuaciones de buen nivel, efectos especiales que han sobrevivido al paso del tiempo, y que plantea grandes disparadores de reflexiones en el espectador.
Muchísima gente ha reivindicado esta película a dieciocho años de su estreno. Si no la has visto, El Efecto Mariposa se encuentra disponible en Netflix.