El periodismo suele ser materia de inspiración para los creadores del séptimo arte. El Ciudadano, dirigida por Orson Welles en 1941 describió a la perfección el ascenso y caída de un magnate de los medios. Todos los hombres del Presidente fue una increíble reconstrucción del caso Watergate protagonizada por Robert Redford y Dustin Hoffman en 1976. Spotlight ganó el Oscar en el 2016 al contar la historia de un grupo de periodistas del diario Boston Globe´s que descubrieron una red de pedofilia gigante en el seno de la Iglesia Católica. Casi Famosos mostró otra cara de la profesión, en este caso una historia semi autobiográfica del director Cameron Crowe, cuando era un adolescente con aspiraciones a escribir en la revista Rolling Stone, y plasmó sus aventuras siguiendo a bandas de la talla de Eagles, The Allman Brothers y la inspiración para la banda ficticia Stillwater en la película: nada más y nada menos que Led Zeppelin.
Los periodistas, desde los inicios del cine moderno, han ocupado el rol protagónico en la gran pantalla, siempre con tratamientos serios, con respeto por el trabajo.
Hasta que llegó La Leyenda de Ron Burgundy.
Si bien técnicamente los personajes principales son presentadores de noticias y no periodistas per se, este largometraje en clave de parodia, ambientado en la década del ´70, previo al auge de las cadenas de noticias 24/7 (de eso se ocuparían en la secuela), ofrece un excelente vistazo a cómo funciona una redacción, cómo se eligen los temas del día a tratar en los noticieros y, también, cómo los directivos de los canales y los propios conductores construyen la agenda que se convertirá en las noticias que el público discutirá más tarde.
Ron Burgundy, encarnado por el genial actor y humorista Will Ferrel, es el presentador más famoso de la cadena local KVWN Channel 4 de San Diego. Tiene una audiencia fiel y es una celebridad en su comunidad. Lo acompaña como notero e investigador principal Brian Fantana, una especie de casanova a quien Paul Rudd le pone el rostro. En la sección de deportes está Champ Kind (David Koechner), un amante de las barbacoas, sexista a más no poder y una máquina de soltar metáforas deportivas cada treinta segundos. Por último está el meteorólogo Brick Tamland, un inocente y dulce hombre adulto con un claro retraso mental que nadie sabe cómo llegó a trabajar en el equipo de noticias. Steve Carell se encarga de darle vida a este absurdo pero memorable personaje que complementa el cuarteto aparentemente irrompible.
La tranquilidad del grupo se rompe cuando el director del canal decide contratar a una periodista para que sea la co-conductora del noticiero central junto a Ron Burgundy. Su nombre es Veronica Corningstone, cuya inteligencia supera a la de los cuatro protagonistas de inmediato. Ellos, por supuesto, se sentirán amenazados por la presencia femenina, e intentarán boicotearla con planes de pésima planificación y paupérrimas ejecuciones. Corningstone llegó para quedarse y cambiar el paradigma exclusivamente masculino de las noticias televisivas. Christina Applegate es la encargada de construir al personaje, y lo hace con una eficiencia y destreza asombrosa.
La Leyenda de Ron Burgundy es una comedia que, como dice la frase común, no da respiro. Los chistes se suceden uno atrás del otro, y transita por la comedia escatológica, física, el humor inteligente, el comentario social y el absurdo total. También es una bizarra historia de amor entre Corningstone y Burgundy, quienes forzados a ser compañeros terminarán encontrando algo más que compañerismo laboral dentro de la sala de noticias inundada de testosterona.
La película también sirve como una brisa de aire fresca que desmitifica un poco la seriedad que mucha gente cree que reina en un ámbito como el periodístico. A menudo las redacciones son espacios ruidosos, en donde las noticias se mezclan con el humor de los habitantes de aquel particular ecosistema. El director Adam McKay (quien hace poco satirizó los medios de comunicación otra vez en la increíble No Mires Arriba) decidió escribir el guión junto a Will Ferrel sin tener ningún tipo de concesión con los protagonistas masculinos. El resultado fue una comedia de culto, que derivó en una especie de versión 1.2 directo a DVD con todas las tomas alternativas que no llegaron al corte final, y la secuela mencionada algunos párrafos más arriba. Ferrel volvió numerosas veces al ya icónico personaje en diferentes sketchs y hasta tiene su propio podcast, siempre personificando al presentador. No son muchos los personajes de comedia que trascienden los límites de las obras que lo vieron nacer para instalarse en la cultura popular, pero Ron Burgundy, con esa idiotez a flor de piel y su personalidad egocéntrica rebajada por una inocencia casi extrapolada de un niño consiguió cautivar el corazón de los espectadores.
Inicialmente esta película iba a ser muy diferente. La idea original era tener a un equipo de noticias que se dirigían a una locación remota en un avión que, por alguna razón, estaba cargado de armamento ninja en la parte trasera. Tras un desperfecto técnico la aeronave se estrella en una selva, y las armas caen en manos de un grupo de monos agresivos. Así, los reporteros deben batallar en un ambiente hostil con un ejército de animales armados hasta los dientes. Algo de esta idea se coló en el largometraje: la escena de pelea entre las diferentes estaciones de noticias locales mantiene la esencia absurda de cuatro hombres, en apariencia inútiles en el arte de la guerra, batiéndose en un duelo de escala épica, en donde los cameos de celebridades hacen las delicias de los espectadores: Tim Robbins, Ben Stiller o Vince Vaughn aparecen en aquella plaza dispuestos a matar o morir, en uno de los pasajes más hilarantes de todo el film.
La Leyenda de Ron Burgundy es una comedia taquillera que también pasó al estatus de culto. Está repleta de diálogos memorables que hoy forman parte del lenguaje popular colectivo —“vaya, eso escaló rápido” nació acá, por ejemplo— y, más allá del humor irreverente es también un comentario sobre el rol que ocupaba la mujer en décadas pasadas dentro del mundo del periodismo. Veronica Corningstone está caracterizada como la única persona inteligente entre los periodistas, la única que tiene un criterio editorial coherente, y es la que lucha por llevar adelante una labor seria mientras los demás parecen vivir en sus respectivas burbujas. Los chistes, sin embargo, jamás se sacrifican en pos de llevar un mensaje, sino que éste se construye dentro del contexto del largometraje. Quienes quieran leer entre líneas lo podrán hacer, y quienes tan solo deseen sentarse frente a la televisión para reírse durante una hora y media para “apagar la cabeza” también podrán hacerlo.
La Leyenda de Ron Burgundy se encuentra disponible en Netflix.