Las manos hablan de distintas maneras: lenguajes que nos dicen qué hacemos, quiénes somos e incluso hacia dónde vamos. ¿Señas que marcan destinos? ¿Gestos que develan personalidades?
Mucho se ha escrito acerca de las manos: con ellas se acaricia, se recibe, se da, se reza, se pacta, se saluda, se construye, se destruye, y enésimos etcéteras. Ahora bien, cada oficio o profesión sabrá el lugar que ocupan las manos. En el caso del escritor es bueno recordar que en la antigüedad era imprescindible contar con personas que tenían por oficio copiar escritos, pasarlos en limpio o escribir al dictado. Los monasterios importantes tenían amanuenses (hecho a mano) que copiaban los libros; imagino que el tiempo histórico corría por sus dedos y que esa labor era el sello de la instrucción recibida.
En el Antiguo Egipto, los escribas o copistas eran muy valorados ya que la escritura jeroglífica era un saber al que accedían unos pocos, entonces las clases dirigentes los necesitaban. La reproducción, difusión y conservación de un libro mediante su copia era un oficio que desempeñaban los siervos en Grecia, y más tarde en Roma. El dominus o señor hacía copiar a sus esclavos, con destino a su biblioteca particular, cualquier libro. Los libreros, que comercializaban estos manuscritos, también tenían un número variable de copistas a su cargo para atender sus necesidades de reproducción de libros. Cualquier semejanza con realidades actuales es pura coincidencia o no…
Los elementos que utilizaba el copista eran: la pluma (penna) rasorium o cultellum (raspador) y atramentum (tinta). Las manos y el patrimonio, las manos y los libros, las manos y el sentido de la memoria histórica, las manos y la caligrafía singular.
Salvando las distancias, la pc es la pluma actual, el raspador es la tecla suprimir o delete y a la hora de escribir, como oficio, me gusta pensar que la tinta florece del interior de cada uno. Hay quienes escriben a mano, aunque la mayoría ahorra pasos en ese aspecto, escribiendo directamente en un documento Word. ¿Las manos de un escritor son su mente? En algún punto construir mundos no se hace con la pluma, tampoco con la pc, se necesita la mano de la creatividad y la organización para llevar a buen puerto una idea, un sentimiento, una historia.
Borges quedó ciego a los 55 años, sin embargo, siguió creando hasta su muerte, amparado en el dictado. Me inclino a pensar que las manos de un escritor no son manos, son alas que agitan la mente y saben sobrellevar cualquier circunstancia, incluida la ceguera. Tres directores de la Biblioteca Nacional quedaron ciegos mientras ejercían su conducción: José Mármol, Paul Groussac y Jorge Luis Borges y sus obras siguieron construyendo, entonces reafirmo y agiganto la premisa: las manos de un escritor son alas de un pájaro que se deja llevar por el misterio.