Lágrima y Tango
A propósito de Tangos: el exilio de Gardel, del argentino Fernando Solanas.
La psicología del exiliado político es complicada. El exilio es una pena sentimental en la que se termina relacionando inevitablemente la ideología con la nostalgia del paraíso perdido. Un paraíso del todo apolítico del que fue echado o se automarginó, voluntariamente. La segunda consecuencia es que la nostalgia termina por “privatizar” la Historia, uniendo sobre el mismo plano sentimental tanto a los exiliados juntos como a los injustos.
Me explico: estaban juntos en el exilio tanto los reaccionarios de Coblenza en los tiempos de la Revolución Francesa de 1789 como los antifascistas de los años 30, cuando gran parte de Europa estaba en manos del totalitarismo. Los primeros aminaban contra la Historia. Los segundos estaban de parte de la Historia. Pero la nostalgia de unos y otros, seguramente, era la misma.
Así se llega a la conclusión de que el exiliado político, al confundir la política con la nostalgia, no puede prescindir, por lo menos durante todo el tiempo que dura el exilio, de la tendencia a hacer prevalecer la segunda sobre la primera, pero dándole a la política el carácter sentimental de la nostalgia. Si después esta nostalgia se expresa en poesía o en un filme como Tangos: el exilio de Gardel, de Fernando Solanas, entonces la Argentina se transforma en el lugar simbólico de ese exilio universal al que están condenados todos los hombres expulsados del paraíso de turno.
El de Solana quiere ser un filme sobre el exilio de los antifascistas argentinos refugiados en Paris después del golpe de Estado militar de 1976. Más allá de la historia de un local donde se reúnen para bailar tango y discutir de política, mas allá de las historias privadas de los habitués al lugar, el filme quiere ser- según un término acuñado por el director- una “tanghedia”, o sea una combinación de tango, tragedia y comedia; es decir, una representación no convencional de la situación existencial del exilio.
Ha dicho Solanas: “He querido marrar las historias del exilio enhebrando tangos y milongas, saliendo del modelo único del cine, elaborado y buscado lo incompleto, lo imperfecto”. De allí la explicación del carácter político – sentimental del filme de Solanas. La realidad del exilio esta simbolizada por Gardel y San Martin. Pero lo que une a estos dos hombres tan distintos no es tanto la ideología política como el tango, entendido no ya como una simple danza sino como cultura de la patria lejana y maltratada.
A la cultura de los exiliados Solanas contrapone la cultura de Paris. El acuerdo -contraste, hecho de irracional nostalgia y de racional atracción, es la sustancia de este filme bello e inteligente, y le confiere una autentica tensión. Porque Paris, nerviosa y nórdica, gracias también a la espléndida fotografía, nos aparece como la eterna tentación de ese eterno exiliado que es el intelectual argentino.
Esta columna del famoso narrador italiano Alberto Moravia (La Romana) apareció en el semanario L’Espresso.
La Semana- 5-02-86 – Por Alberto Moravia
El Exilio de Gardel (Tangos)
Dirección: Fernando Solanas
Ayudante de Dirección: Ana Poliak (segundo asistente de dirección)
Producción: Fernando Solanas – Envar El Kadri – Vicente Díaz Amo – Mario Emilio Marchioli
Guion: Fernando Solanas
Música: Astor Piazzolla – José Luis Castiñeira de Dios – Fernando Solanas
Protagonistas: Marie Laforêt -Miguel Ángel Solá – Ana María Picchio – Philippe Leotard – Lautaro Murúa
Año: 1985