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Amor – Sexualidad y Discapacidad
LA SEXUALIDAD Y EL AMOR EN LA PERSONAS CON DISCAPACIDAD
Amor – Sexualidad y Discapacidad

Se ha buscado desde hace mucho tiempo que las personas con discapacidad tengan el derecho y la posibilidad real de disfrutar de su sexualidad. Pero, en muchas instituciones de alojamiento todavía no existe la posibilidad de tener ningún tipo de relación o de práctica sexual. Hay que esforzarse entonces y poner los medios para ir cambiando esa cultura, asumiendo y defendiendo que la sexualidad es, para todos nosotros, un elemento esencial de la vida y que, en el caso de quienes viven en el medio institucional, es necesario adoptar medidas que les permitan vivir su vida lo más plenamente posible.

El concepto de “sexualidad” no pretende aquí ceñirse a la relación sexual en sentido estricto, sino que trata de abarcar una gama más amplia de sentimientos fundamentales para la autoestima y la confianza en uno mismo: cómo nos sentimos siendo mujeres o hombres; qué tipo de relaciones sexuales nos gustan; cuál es nuestra percepción del placer y qué cosas nos procuran placer; en qué medida nos gusta y cuidamos nuestro aspecto; cómo nos gusta ser percibidos por los demás.

Las personas con discapacidad, como las demás, tienen deseos sexuales y sienten la necesidad de expresarlos, aunque algunas de ellas no siempre sean capaces de controlar sus impulsos y de discernir cuándo pueden expresarlos y cuándo no deben hacerlo. También en esta faceta de su vida, las y los profesionales de apoyo jugamos un papel fundamental:

•Por un lado, nos enfrentamos con frecuencia a situaciones en las que es necesario saber cómo actuar ante una reacción sexual por parte de una persona con discapacidad a la que estamos atendiendo.

•Otras veces, tenemos que prestar apoyo a la persona cuando siente que sus relaciones sexuales y afectivas no responden a sus necesidades o   a sus deseos.

•Otras, finalmente, tenemos que intervenir porque observamos un riesgo de abuso.

No Juzgar
Las y los profesionales de apoyo no debemos juzgar si lo que hace la persona está bien o mal en función de nuestros propios gustos o de nuestras pautas educativas o morales; lo importante es tratar de ofrecerle pautas para que actúe de una manera que resulte socialmente apropiada y aceptable para su entorno.

Tomar decisiones o ayudar a tomar decisiones en un ámbito tan íntimo como la afectividad y la sexualidad no es fácil, porque no todas las  personas partimos de las mismas pautas educativas y no todas tenemos los mismos deseos. Exige un alto grado de sensibilidad que capacite a la persona profesional para aconsejar de la mejor manera posible a la persona con discapacidad y ayudarle a tener cierto control sobre su sexualidad, a saber cuándo y dónde puede desarrollar su actividad sexual y cuándo y dónde no conviene hacerlo para no crear situaciones embarazosas o violentas tanto para ella como para otras personas. Debemos ofrecerle pautas para que actúe de una manera que resulte socialmente apropiada y aceptable para su entorno, sin juzgar si lo que hace la persona está bien o mal en función de nuestros propios gustos o de nuestras pautas educativas o morales.

Proximidad Física
Prestar apoyos a una persona con discapacidad conlleva, por lo general, tener, en determinados momentos, contacto con las partes íntimas de su cuerpo.

Son situaciones muy delicadas, de modo que es fundamental que las y los profesionales de apoyo sepamos cómo actuar con respeto y, a la vez, con naturalidad. Para ser del todo conscientes de lo que puede suponer para la persona con discapacidad encontrarse en esa situación, conviene tratar de pensar en cómo nos sentiríamos nosotros en las mismas circunstancias. Por un lado, es probable que no nos gustaría que nos atendiera alguien a quien, visiblemente, le incomoda esa situación, porque, en tal caso, resultaría todavía más embarazoso que se produjera algún incidente (por ejemplo, si tuviéramos una erección o si estuviéramos en periodo de menstruación).

Por otro lado, tampoco nos gustaría que nos atendiera alguien que actúe con excesiva confianza o que trate la situación muy a la ligera (bromeando, por ejemplo). Y sin duda, tampoco nos gustaría que nos atendiera alguien que nos hiciera notar que le resulta molesto y desagradable. Hay pues que establecer pautas que ayuden a las personas profesionales a reaccionar de la forma más adecuada, tranquilizando a la persona atendida.

Para una persona que empieza a trabajar en este ámbito, asumir esas funciones puede resultar un tanto desconcertante al principio. Puede resultarle incómodo o embarazoso, y por eso conviene que tenga la posibilidad de comentar sus temores, su incomodidad o sus dudas con otras y otros profesionales que ya cuentan con la experiencia suficiente para orientarle en el abordaje de estas situaciones.

Relaciones Sociales y Personales
Además de tratar de ayudar a la persona con discapacidad a tener cierto control sobre su sexualidad, las y los profesionales de apoyo debemos tratar de generar oportunidades y contextos que contribuyan a reforzar su vida social. Desde esta óptica, es importante poner los medios para poder ayudar a desarrollar una buena opinión de sí misma y a reforzar su autoestima:

•ayudando a cuidar de su aspecto;

•creando, en el marco de su planificación individual y de la organización de las actividades, oportunidades reales de relación social: actividades en las que puede encontrarse con personas de su edad, ir de vacaciones con otras personas, organizar celebraciones en diferentes ocasiones, etc.

•orientando y apoyando en sus intentos de sociabilización

Al desarrollar esta función, debemos tener presente cuál es la situación específica de la persona: si se acaba de trasladar desde otro servicio, es preciso evitar que cese la relación con amigos o amigas con quienes haya mantenido una relación estrecha durante años; si ha vivido con sus padres hasta entonces, puede que su círculo social sea muy restringido y la persona no haya aprendido nunca a relacionarse, activamente, con personas alejadas de su entorno familiar y, en tales casos, requerirá mucho apoyo  en sus iniciativas de vincularse.

El Contexto Institucional
El contexto institucional es un ámbito en el que, inevitablemente, se generan situaciones de cierta intimidad y se construyen relaciones interpersonales de gran intensidad. En ese marco, puede ocurrir que una persona con discapacidad se enamore o se sienta atraída sexualmente por un miembro del personal, lo cual puede colocarle al o a la profesional en una situación incómoda para desarrollar su trabajo. Estas situaciones se explican, en

Facilitar las Relaciones
•Las y los profesionales de apoyo debemos tratar de generar oportunidades y contextos que contribuyan a reforzar la vida vincular de las personas con discapacidad a las que atendemos.

•Es importante poner los medios para ayudarle a desarrollar una buena opinión de sí misma y a reforzar su autoestima.

Un dilema que puede y suele plantearse es el de si conviene o no acercar a las personas a las que atendemos a nuestra propia vida social o, en caso afirmativo, hasta dónde cabe ese acercamiento.

Sin duda, compartir nuestros intereses, nuestros gustos y nuestras amistades con las personas atendidas puede ser algo positivo, pero conviene respetar ciertos límites. Si por ejemplo, nuestra pareja o un amigo nuestro suele acercarse al centro a visitarnos o participa en algunas actividades sociales organizadas para las personas residentes, es necesario considerar, con sensatez, cómo pueden percibirlo estas últimas.

Autor: Equipo Educativo Redba
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