Hablar hoy en día de Will Smith implica hacer referencia al escándalo (¿armado?) de los últimos premios Oscar. Pero en 1997, cuando se estrenó Hombres de Negro, el actor estaba entrando en la categoría de superestrella tras el increíble éxito que había tenido el año anterior con otro blockbuster: Día de la Independencia, en donde hizo su primera incursión en el mundo de la acción y la lucha contra formas de vida extraterrestres.
Smith tenía una carrera consolidada en la comedia y en la música. Demostró que era capaz de ser protagonista de un largometraje con proyección internacional gracias a un carisma que hacía rato no se veía en Hollywood. Cuando Barry Sonnenfeld lo convocó para que liderara el elenco junto al gran Tommy Lee Jones la decisión no sorprendió a muchos.
Como hemos hablado en otras notas, el cine de superhéroes a fines del siglo pasado era una apuesta arriesgada. Las grandes propiedades como Batman o Superman estaban en decadencia para los espectadores casuales de cine —no así para los lectores de historietas, por supuesto. Pocos estudios de Hollywood querían desembolsar presupuestos millonarios en esos largometrajes que, encima, iban a tocar fondo con el estreno de la infame Batman & Robin.
Pero Sonnenfeld tenía entre manos un proyecto que si bien había nacido en las páginas de una revista de comics, no lucía como tal. Los héroes vestían traje negro, camisa blanca y corbata negra, con lentes de sol las 24 horas. Se movían en autos clásicos y el mundo no los reconocía. Los Hombres de Negro eran—y son para algunos amantes de las teorías conspirativas— agentes especiales altamente calificados que lidiaban con aspectos que ni el gobierno oficial podría saber, siempre relacionados con cosas paranormales o asuntos extraterrestres.
En 1990 el guionista Lowell Cunningham y el dibujante Sandy Carruthers publicaron tres números bajo el sello editorial independiente Aircel Comics. Allí se presentaron a los personajes principales que pasarían a la pantalla grande como Kay, Jay o Zed. Pero el tono de la historieta era muchísimo más serio, Jay era un hombre blanco y no sólo se enfrentaban a extraterrestres sino que liberaban al mundo de demonios, fantasmas y otros monstruos. El estilo era más similar a X-Files (antes de X-Files) sin ningún tipo de comedia y con batallas mucho más sangrientas, brutales.
Los productores Laurie MacDonals y Walter F. Parkes compraron los derechos en 1992, pero no fue sino hasta 1995 que consiguieron poner en la silla del director a Sonnenfeld, la primera opción que tenían desde que vieron las increíbles adaptaciones de la tira cómica Los Locos Adams y su secuela, estrenadas en 1991 y 1993 respectivamente. El artista era capaz de mezclar humor, a menudos oscuro, con un estilo ágil, veloz, por momentos vertiginoso, muy a tono con la creciente generación MTV.
Con un guion de Ed Solomon, responsable de la comedia Bill & Ted, la filmación comenzó en 1996. Tommy Lee Jones le da vida al agente Kay, un estoico hombre que lleva treinta años persiguiendo a extraterrestres que buscan asentarse en Estados Unidos. Él fue uno de los primeros hombres en establecer contacto en 1961, año en la que se formó la organización secreta Hombres de Negro. Tras una redada en la frontera con México, Kay se queda sin compañero laboral tras que éste se jubile, y debe encontrar un reemplazo más joven y capacitado.
Will Smith es un policía neoyorquino llamado James Darrell Edward III quien después de una impresionante persecución a un sobrenaturalmente ágil criminal, que posee un arma extraña y parece tener ojos como un lagarto, termina recibiendo una invitación para una prueba en la misteriosa sede de Hombres de Negro.
Tras una impresionante serie de pruebas en donde James pasa con creces, Kay le informa sobre la verdadera naturaleza del trabajo. Hombres de Negro no depende de ninguna agencia gubernamental porque venden las patentes de la tecnología extraterrestre, detienen amenazas intergalácticas y ayudan a los inmigrantes a insertarse en la sociedad.
Mira, hace 1500 años todo el mundo sabía que la Tierra era el centro del universo. Hace 500 años, todo el mundo sabía que la Tierra era plana… y hace cinco minutos tú sabías que estábamos solos en este planeta. Imagina lo que sabrás mañana.
Kay, con este pequeño monólogo, consigue que James abandone su vida ordinaria, que deje atrás a toda la gente que lo conoce para vivir una vida de aventuras en secreto, en donde nadie sabrá quiénes son las personas que los cuidan de las amenazas que penden sobre sus cabezas.
El primer caso grande que le toca al nuevo dúo es el de una probable abducción a un granjero violento llamado Edgard (Vincent D´Onofrio), quien en realidad muere a manos de un violento extraterrestre similar a una cucaracha de tres metros de alto, que toma la piel del hombre y lo utiliza como “disfraz”. El extraterrestre busca una galaxia para destruir a una raza alienígena enemiga.
James, quien ahora utiliza el nombre Jay, se une a Kay para recorrer Nueva York y descubrir la increíble vida secreta de los extraterrestres escondidos entre los habitantes de la ciudad. Así se encuentran con muchos personajes pintorescos como Jack, un vendedor de una casa de empeños que en realidad es un alien que contrabandea armas de otros planetas, o Frank, un perro pug temperamental que trabaja como informante de los Hombres de Negro —y que se convirtió en uno de los favoritos de los fans, a tal punto que apareció en la secuela con un rol mucho más expandido.
La amenaza para la Tierra escala a niveles críticos cuando la raza que busca el Insecto, los arquilianos, le dan un ultimátum a la organización para que resuelvan el problema.
Hombres de Negro se convirtió en un éxito inmediato, y en su momento ostentó el tercer puesto en cuanto a mejor fin de semana de apertura. El tono de comedia mezclado con un universo de ciencia ficción que, a pesar de lo inverosímil, lucía realista. El público amó este nuevo mundo cinematográfico. Pero sin las icónicas actuaciones de Jones y Smith es probable que este largometraje hubiese sido uno más del montón, un film gracioso y con buenas escenas de acción, pero sin nada especial.
Rick Baker, uno de los pioneros en efectos especiales de Hollywood, se encargó de supervisar la creación de los extraterrestres y las diversas armas. Su impresionante labor nació de las intensas exigencias tanto del director como del productor ejecutivo, nada más y nada menos que Steven Spielberg. Su talento elevó el aspecto visual de la película, y presentó extraterrestres con diseños que jamás se habían visto en la pantalla. Uno de los elementos más icónicos fue el neuralizador, un aparato con forma de habano metálico que lanza una luz roja capaz de borrar la memoria de todo aquel que mira fijo.
El éxito, por supuesto, se tradujo en un arsenal de merchandising, una serie animada, más historietas y tres secuelas: Hombres de negro II y III, ambas dirigidas por Sonnenfeld, y una cuarta, Hombres de Negro: Internacional, un desastre dirigido por F. Gary Gray que no pudo aprovechar un increíble cast compuesto por Liam Nesson, Chris Hemsworth y Tessa Thompson.
Hombres de Negro pasó a la historia como una de las mejores comedias de ciencia ficción y aventuras, terminó de catapultar al estrellato a Will Smith y le ofreció al mundo una versión cómica de Tommy Lee Jones totalmente desconocida. Este año se cumplen veinticinco años desde su estreno, y pese a que algunos efectos visuales por computadora no envejecieron muy bien, el largometraje sigue siendo una joya que merece ser vista.
Hombres de Negro se encuentra disponible en Netflix.