La palabra “bacán” tiene varias acepciones, pero en la mayoría de los casos, refiere a hombre adinerado, de buenos modales, excelente presencia y finas prendas vistiendo su cuerpo.
Proviene de “baccan”, voz genovesa con que se denomina al capitán de un buque, o a un padre de familia.
En nuestro medio, se lo utilizaba con el sentido definido en primer término; el de hombre poderoso, elegante y habituado a la buena vida, en éste caso bien vale compararlo al “jailaife”, el hombre dedicado a la “high life” , la vida sin privaciones, aquel que se da todos los gustos.
Como muchos términos de nuestro lunfardo y del habla urbana, el bacán quedó ligado a la imagen del cabaret, a las mujeres de ocasión y al mundo del tango, ya que a través de sus letras se convirtió en un personaje popular:
“Que el bacán que te acamala
tenga pesos duraderos
y te abras de las paradas
con cafishios milongueros (…)
Advierte el personaje de “Mano a Mano”, tango de Celedonio flores, a una señorita que “se ha hechao a rodar”. Por lo que se deduce de ésta estrofa, el bacán financia a una mantenida, diferenciándose del “mishé” o el “paganini” obligados a abonar por cada servicio amatorio. El bacán bien podía darse el lujo de mantener una familia formal y además una o más queridas.
Algunos investigadores relacionan bacán con las bacanales romanas; aquellas fiestas que los antiguos latinos ofrendaban al dios Baco, y en donde los acólitos además de beber generosamente, se permitían ciertas licencias, al punto que la festividad religiosa no se diferenciaba mucho de una orgía. Las connotaciones eróticas de la bacanal facilitan la asociación con nuestro bacán, pero no está probada la relación entre ambos vocablos.
Cuando el bacán se convertía en un personaje notorio u ostentaba una buena capacidad de gasto, se lo llamaba “bacanazo”. El vesre de bacán se convirtió en “camba”, con idéntico sentido y hasta un verbo completa la oferta: abacanar, cuyo significado es dar lujos, vida de bacán.
Las características que adornan al bacán, son válidas también para las mujeres; por eso existe la bacana, calificativo que alcanza además, a la mujer simplemente adinerada o muy elegante.
Referencia
Bacán: Lunf. Concubinato
«Es la mina [mujer] de un lunfardo, que en combinación con su bacán [hombre], se finge enferma para atraer otarios»
Los Beduinos Urbanos» (Bocetos policiales) – Benigno B. Lugones – La Nación – 18 de marzo de 1879.
Dueño de una mujer, canfinflero
«Los canfifleros dicen: no hay mina que no se espiante cuando el bacán (amante) anda misho (pobre)
La Mala Vida en Buenos Aires – Eusebio Gómez – 1908
Hombre que mantiene a una mujer
«…que el bacán que te acamala tenga pesos duraderos…».
Celedonio Flores – Chapaleando Barro – 1929
Individuo adinerado o que aparenta serlo
«–Le digo una sola cosa hay que portarse bien. ¿Sabe por qué? Porque éste es un barrio de bacanes»
Tiempo Argentino – 21-06-84
«…aunque o lo crean, en el subconsciente de los gordos existe la idea fija de ser un bacán».
Megafón o la Guerra – Leopoldo Marechal – Sudamericana – 1970
Muy rico, lujoso
«…escucharía el estrépito de los automóviles bacanes…».
Roberto Arlt – Aguafuertes Porteñas
Baccan: Del gen. El jefe del lugar.
Bacana: fem. Tiene todas las acepciones correspondientes al masc. (inclusive la del ‘concubina’).
Bacanazo: Aumentativo
Camba: Forma vésrica
Abacanar: proporcionar lujos.
Bacanería: calidad o condición de bacán. Camba dio el afectivo cambusa y su derivado
Cambusería: condición de bacán.
«…en sus largas noches de cambusería».
Julián Centeya – La Musa del Barro
Ivette
En la puerta de un boliche
un bacán encurdelado
recordaba su pasado
que una mina amuró,
y entre los humos de caña
resurgen en su memoria
esas páginas de historia
que su corazón grabó.
Bulín que ya no te veo,
catrera que no te toco,
percanta que ya no embroco
porque con otro se fue.
Mina que fuiste el encanto
de toda la muchachada
y que por una pavada
te acoplaste a un mishé.
Qué te ha de dar ese otario
que tu viejo no te ha dado,
pa’ que no falte el bullón?
¿No te acordás cuando en cana
te mandaba en cuadernitos
aquellos lindos versitos
sacados del corazón?
¿No te acordás que conmigo
te pusiste un sombrero
y aquel cinturón de cuero
que a otra mina le chaqué?
¿No te traje pa’tu santo
un par de zarzos de bute
que una noche a un farabute
del cotorro le pianté?
Y con ellos unas botas
con las cañas de gamuza
y una pollera papusa
hecha de seda crepé.
¿No te acordás que te traje
aquella crema de lechuga
que hasta la última verruga
de la cara te pianté?
¿Y aquellos polvos rosados
que aumentaban tus colores…?
Recordando sus amores
el pobre bacán lloró.
Tango – 1914
Letra: Pascual Contursi
Música: José Martínez