Comienzos de abril de 2009. En el norte del conurbano bonaerense existen dos partidos que en parte están delimitados por una calle; se trata de San Isidro y San Fernando. La calle, avenida Uruguay. El primero de los distritos es uno de los más ricos, pero también contiene zonas de pobreza profunda como la villa La Cava. Por su parte San Fernando, no alcanza el nivel de opulencia de su vecino. De un lado de la avenida Uruguay, la populosa Villa Jardín
-San Fernando- ; del otro, el exclusivo barrio La Horqueta en San Isidro.
Por esos días y apoyándose en el problema de la inseguridad, el intendente de San Isidro Gustavo Posse decidió construir un muro sobre la avenida para separar ambos partidos.
La obra se inició súbitamente y por decreto, sin haber sido tratado el tema por el Concejo Deliberante como lo exige la normativa municipal, ya que se trata de un tema de tránsito.
El muro debía tener una extensión de cuatro cuadras y “Los vecinos sólo deberán rodear una zona de 400 metros y se encontrarán en los accesos con cámaras de seguridad y patrullaje policial”, se defendió el intendente. Cuando los vecinos de San Fernando se encontraron con la obra en construcción en medio de la avenida, reaccionaron airadamente.
Pero también los frentistas del lado de San Isidro se opusieron, ya que no habrían sido consultados en tiempo y forma. La gente de San Fernando ganó la calle, porque consideraba que el muro estaba destinado a aislar a “La Horqueta”, dificultando sus movimientos en una arteria que es de libre tránsito. El muro se convirtió en un gigantesco pizarrón donde cada uno expresó lo que pensaba del intendente Posse y su insólita obra:
“Posse Dictador”; “ningún pibe nace chorro”; “Posse = Videla”, fueron algunas de las expresiones estampadas en el muro de Posse. Al trascender el tema hubo un repudio generalizado que incluía desde la dirigencia política hasta entidades y medios de comunicación. Paralelamente, un juez ordenó suspender la obra y el Ministerio de Seguridad bonaerense advirtió al mandatario comunal que enviaría la policía para frenar la construcción.
Los vecinos resolvieron expeditivamente el problema; cientos de manos procedieron a demoler hasta los cimientos el muro de Posse.