La sopa casera fue un plato imbatible en las mesas argentinas y en otras regiones acostumbradas a ese menú clásico. Pero lo que parecía imposible sucedió: un producto concentrado de muy fácil y rápida cocción, se instaló con fuerza en las cocinas. Se trataba de los caldos concentrados de carne y de gallina Knorr Suiza.
La historia comenzó en 1838 cuando un tal Carl Heinrich Knorr, perfeccionó un método para deshidratar vegetales, conservando sus valores nutricionales intactos. La novedad generó una gran demanda, lo que obligó a su inventor, a instalar fábricas además de Suiza, en Alemania y Austria. Pero en más de un siglo el mundo cambió. Y también sus hábitos alimentarios, en los cuales influyeron los avances tecnológicos.
Corría el año 1958 cuando la empresa RMA, subsidiaria de la estadounidense Corn Products Refining Co. ya entonces productora de las féculas de almidón Maizena, decidió explorar la posibilidad de fabricar caldo concentrado en cubos en la Argentina. Para interiorizarse sobre el proceso de fabricación de caldos y sopas deshidratadas producidos por Knorr en Suiza, un grupo de representantes de RMA viaja a ese país. Recaba la información y con la asistencia de técnicos suizos, los hombres de RMA realizaron un minucioso estudio de mercado que incluyó hasta el análisis de los hábitos alimentarios de los argentinos. Finalizada la construcción de la planta elaboradora en Florida (provincia de Buenos Aires), en 1960 se lanza al mercado el caldo en cubos en sus dos variantes: carne y gallina. La campaña publicitaria de Knorr Suiza abarca todas las posibilidades de comunicación. Desde una caravana de pequeños automóviles, los populares “ratones alemanes” que pintados de verde y amarillo, los colores de la empresa, parten de la fábrica de Florida y recorren la ciudad de Buenos Aires y su Conurbano, hasta la difusión de pegadizos gingles por radio y mediante la estrella del momento: la televisión.
Pese a cierta desconfianza inicial acerca de las posibilidades competitivas de un producto industrial con la tradicional sopa, la aceptación de los consumidores fue inmediata, como lo prueba el hecho de que en apenas 30 días se vendió la producción prevista para un año. En el primer año RMA produce seis millones de litros – cubos, un volúmen pronto superado cuando se incorporó nueva tecnología. Se abrieron las puertas de la fábrica de Florida para que la clientela, en particular las amas de casa, pudieran verificar la elaboración del producto y las condiciones de higiene del establecimiento.
Debido a la rápida aceptación del caldo en cubos, en 1961 con la etiqueta Knorr Suiza aparecen las sopas de crema en sus distintos sabores: jamón, espárragos y gallina con fideos al huevo. Un año más tarde, las sopas crema de hongos y crema de pollo amplían la oferta. Por esos días se implementa también el Servicio de Información al Consumidor que responde a las inquietudes de sus clientes. Continuando el proceso de expansión, en 1964 en la provincia de Mendoza, Knorr Suiza inaugura una planta de deshidratación de vegetales que amplía en 1966, ante una demanda siempre en ascenso.
En 1969 la línea de caldos y verduras alcanzó a nuevas variedades fabricadas en cuatro plantas industriales donde además de sus tradicionales caldos y sopas, se producen la fécula de almidón Maizena, aceite Mazola, Kero y mayonesa Helmann’s. En la década de 1980 aparecen en las góndolas las sopas instantáneas Knorr Quick, acompañadas por una línea de arroces y pastas ‘listas’ para servir, previa una mínima cocción. Ya en el siglo XXI, Knorr Suiza sumó a los clásicos caldos en cubos y sopas, saborizadores y fideos secos.
Algunas de las marcas más importantes vinculadas a Knorr Suiza en la Argentina y el mundo, son: Helmann’s, Lipton, Maizena y Savora. Knorr Suiza es parte del Grupo Unilever
Testimonios
Me Llevó Hasta un Puesto de Knorr
“Landriscina tiene muchas anécdotas de Cosquín. ‘Como hacíamos una primera presentación y otra más tarde, en el medio íbamos por las peñas. Y echábamos unos traguitos. A la hora a la que tenías que volver al escenario, a la madrugada, ya estabas fuera de eje. Y así nos encontramos un día con Cafrune. Me dice: ‘a qué hora vas Luisito’. ‘Antes que vos’, le contesto. Y me dice: ‘Yo estoy medio machadito, ¿y vos? Le digo: ‘No del todo, pero…’ ‘Vamos a limpiar la pista’, me dijo. Me llevó hasta un puesto de Knorr y tomamos dos caldos de gallina. Y nos fuimos para el festival: me enseñó a curarme la mamúa’.
Por Gaspar Zimerman a Luis Landrisina – Clarín – Espectáculos – Música – 20-01-10