Agüero Vera nos habla de esta mujer morena, en la plenitud de su vigor, de ojos y cabellos negros y voluminosos pechos que se mueve al andar, produciendo el sonido onomatopéyico del que deriva su nombre. Con sus manos pequeñas y blancas (o sea de distinto color que el resto del cuerpo) acaricia a los niños que las mujeres dejan a la sombra de un árbol del monte cuando salen a juntar algarrobas. Los cuida, les quita el polvo de la cara y les da de mamar. Pero también protege a los algarrobos, y sí el padre de la criatura hachó a uno de éstos, le robará a uno de éstos, le robará el hijo y no se lo devolverá nunca. Se ocupa también de avisar los fuegos que dejan encendidos los recolectores para ubicar el campamento por el humo.
Al parecer es un genio local, pues sólo se oyó hablar de él en la localidad riojana de Vichigasta.
Seres Sobrenaturales de la Cultura Popular Argentina – Adolfo Colombres
Biblioteca de Cultura Popular – Ediciones del Sol – 1984
Ilustración de Ricardo Deambrosi