“Todas las curas de abstinencia tendrán un éxito aparente, si el médico se conforma con sustraer al enfermo la sustancia narcótica, sin cuidarse de la fuente de la cual brota la imperativa necesidad de aquella”. Sigmund Freud
Desde tiempos inmemoriales la humanidad ha hecho uso de las drogas. En todas las culturas ciertas plantas y hongos, o las drogas obtenidas de ellos, se consumían en rituales religiosos para lograr mayor rendimiento o con otros fines.
En la época de Hipócrates (460 a. C.) los griegos ya sabían que cualquier droga puede hacer bien o mal dependiendo de la dosis, las condiciones de su aplicación y el contexto en el que es usada.
Hoy la inquietud no está en el hecho de que un individuo consuma drogas, sino en el tipo de USO que hace de ellas. Todos los días convivimos con las drogas, es más, la mayoría de las sustancias que interfieren en el normal funcionamiento de nuestro cerebro son legales:
– estimulantes:-cafeína (en café y gaseosas cola) es consumida por millones de personas diariamente en el mundo entero;
– nicotina (tabaco) segundo en la tabla de los consumos de drogas de la O.M.S. (1.1 billón de personas)
– anfetaminas (en medicamentos para adelgazar y algunos energizantes)
– depresoras: -ansiolíticos, calmantes
– inhalantes (benzina, nafta, gas oil, acetona, pegamentos, esmaltes, removedores)
– alcohol en sus distintas presentaciones (siendo éste el psicoactivo más antiguo)
Hay un verdadero batallón de sustancias químicas al alcance de nuestras manos. Más allá de las denominaciones: “legal o ilegal”, “dura o blanda”, “natural o sintética”; todas poseen la misma característica: alterar el normal funcionamiento del organismo, el estado de ánimo y el pensamiento (excitan, relajan, distorsionan la realidad que se está viviendo, impidiendo medir los riesgos y consecuencias de lo que se hace)
Cada persona es diferente y busca algo distinto al hacer uso indebido de drogas. Puede querer experimentar algo nuevo; obtener placer; enfrentar una dificultad; superar un momento de angustia o tristeza; para impresionar a alguien o relacionarse mejor con los demás; para pertenecer a un grupo; tener buen rendimiento en sus relaciones sexuales, etc., etc., etc.
Debemos tener en cuenta que el uso de drogas siempre es fruto de la interacción de muchos factores: realidad familiar, comunitaria y social del individuo, sus características psicológicas, biológicas o sociales, momento histórico, disponibilidad de acceso.
El proceso adictivo de las personas que consumen sustancias psicoactivas va del uso, al abuso y por último la dependencia. Se identifican varias categorías de consumo: consumo experimental, consumo socio-recreativo, consumo circunstancial-situacional, consumo intenso y consumo compulsivo.
Es evidente que las fronteras entre cada nivel de consumo no se encuentran definidas y que toda droga usada indebidamente trae una consecuencia. Al principio las conductas adictivas producen placer, alivio y otras compensaciones a corto plazo. Finalmente provocan dolor, angustia, miedo, desastre y desolación.
El consumo de drogas afecta la salud psíquica, física, las relaciones interpersonales, el trabajo, la economía, la conducta, las habilidades sociales, los valores, los sentimientos, genera falta de control, interés selectivo, manipulación, negación en todas sus formas (negar terminantemente, minimizar, maximizar, justificar, evitar el tema, victimizarse)
Los riesgos asociados al uso indebido de drogas involucran las 3 dimensiones de la salud: física (consecuencias biológicas, neurológicas), mental (consecuencias psicológicas) y social (consecuencias sociales).
Considerando que en la vida nada es definitivo o irreversible, y que el usuario-adicto no es “un caso perdido” o “un número más dentro de una estadística”, sino un ser humano; y que su dependencia a las drogas ha sido un proceso que se fue desarrollando en el tiempo, causado por variedad de factores, debemos, para revertir el cuadro, escoger una metodología adecuada al tipo de individuo y a las circunstancias en que él vive. Siempre en forma personalizada. Sin atenernos a un modelo único de tratamiento, sino a abordajes multidisciplinarios. Trabajar con el individuo y su problemática, entendiendo que la sustancia no es el problema, sino las razones que lo llevaron al consumo. Luego se trabajará en la reinserción social y profesional del dependiente.
Lic. Sergio Fernando Saliche
Psicólogo – M.N. 25353
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