Esta expresión, muy argentina, fue usada primero en una forma más simple: ¡metele!, probablemente dirigida a un jinete para que le metiera chicote y espuela a su caballo.
Los pasteles, plato tradicional desde la colonia, tuvieron una desusada demanda al estallar los conflictos que concluyeron en 1880 con la federalización de Buenos Aires. La ciudad estuvo largo tiempo convulsionada, sufrió restricciones en la entrada de reses y otros alimentos. Ralearon los parroquianos en las fondas y muchos hombres dejaron de almorzar en casa para reunirse en esquinas a la espera de lo que pudiese ocurrir.
Es aquí donde aparecen los pasteles. Al oír el pregón de los vendedores, el público se abalanza sobre los canastos. Había que “meterle” para no quedarse sin nada. Con ayuda de la rima, el dicho quedo ligado a cualquier situación que no admite derrota. Aunque ella nada tenga que ver con el civismo o los pasteles.
Caras – 11-08-94 – Etimología – Historia de las Frases