“Conocí a Perón en diciembre de 1965. Yo era un peronista racional, pero lo que sentí se define con una sola palabra: deslumbramiento. Compartí con él tres o cuatro días seguidos. Me puse de novio con una francesa que conocí en el avión y disfruté de una ‘luna de miel’ de una semana en Europa. Paralelamente conocí y trabajé con Perón. ¿Qué más se puede pedir? Perón tenía un magnetismo, una capacidad, una visión. Desde entonces soy un peronista racional y emocional. ¡Ah! También tenía mucha chispa. Me acuerdo de que era invierno yo tenía algo así como 25 años y vi que al general, por cuestiones de la edad, le costaba un poco ponerse el sobretodo. Por eso me paré raudamente para agarrarle el abrigo y ayudarlo. Él, con ese tono y picardía inconfundibles, me respondió: ‘No se preocupe m´hijo; en la lucha entre el sobretodo y el hombre siempre gana el sobretodo’.”
Entrevista de Eduardo Anguita y Sebastián Feijoó a Héctor Recalde – Sur – 21-09-08