La credulidad en materia de supersticiones, es un rasgo cultural en vastos sectores porteños.
En nuestro medio, el tema cobró color local y generó una verdadera mitología, con sus personajes y fórmulas para evitar la mala suerte o inducirla en otras personas.
Así, en paralelo a la aceptación de la existencia de la mala suerte o un destino marcado por la fatalidad, se instalaron como verdades reveladas una cantidad de situaciones que presuntamente atraen las desgracias: romper un espejo, cruzarse con un gato negro, pasar debajo de una escalera, levantarse con el pie izquierdo… la lista es muy extensa y el límite lo pone sólo la imaginación del creyente.
Pero además de los episodios que convocan a la mala suerte, como los citados, existen también los portadores y agentes de contagio de esas calamidades. El ingenio popular los bautizó con distintos nombres:
Yettatore, Fúlmine, Mufa, Mufoso.
Un célebre tango firmado por Tagle Lara y César De Pablo, llamado Fierro Chifle, pinta un excelente retrato del “enyetado”:
Sos un yerro en ésta vida
Con la yeta que te encana
Y seguís la caravana
Con la desgracia a la par.
La brillante interpretación registrada por Carlos Gardel, completa la excelencia de ese trabajo, permitiendo ingresar al citado fierro chifle, yettatore o mufa, a la galería de personajes arquetípicos del tango. Cabe destacar que “fierro chifle” es también una voz que se acostumbraba pronunciar en forma de conjuro, ante la presencia de un mufoso o yettatore.
El fierro chifle, si bien no es calificado como mala persona, el común de los mortales rehuye su compañía:
“Por favor hacete a un lado
que nos vas a contagiar.”
Dice el tango aludido. Ese rechazo es provocado por el miedo al contagio de la mala suerte, que como una maldición arrastra el mufado. A mediados del siglo XX, la popularidad de los “enyetados” fue tal, que un personaje de historieta pasó a ser sinónimo de desgracia: Fúlmine.
El tal Fúlmine era un sujeto bonachón, muy flaco y alto y vestido siempre de riguroso traje negro. La particularidad de esa figura residía en que invariablemente acarreaba desgracias a todo aquel que se relacionara aunque fuera circunstancialmente con él. Fierro Chifle y Yettatore, como adjetivos, fueron quedando en desuso, pero la tradición y el temor no siempre expresado en voz alta, continúan vigente a través del tiempo.
En ciertos medios profesionales, como en el ámbito deportivo y artístico, colgarle a alguna persona el estigma de “mufa”, puede afectar seriamente sus posibilidades de relacionarse, ya que sus colegas, repitiendo la cruel conducta de los amigos del Fierro Chifle del tango mencionado, le reclamarán:
“Por favor hacete a un lado, que nos vas a resecar.”
Fierro Chifle
Vos naciste un martes trece,
Fierro Chifle, y es por eso
de que ándas siempre en la mala
sin poderte acomodar.
Sos un yerro en esta vida
con la yeta que te encana
y seguís la caravana
con la desgracia a la par.
Los amigos desde chico
de mascota te llevaban
y después que se escamaban
te tenían que largar.
Hoy se rajan de tu lado
y te gritan «Fierro Chifle,
por favor hacete a un lado
que nos vas a resacar».
Fierro Chifle
por favor hacete a un lado.
Fierro Chifle,
que nos vas a contagiar.
Toquen fierro,
que aquí cerca está la yeta:
háganle una gambeta
quien no quiera en la pileta
tristemente naufragar.
Si querés cambiar la guiñe
date vuelta la pisada,
conseguite un amuleto
y una llave te colgas.
Si encontrás una herradura,
la llevás para la pieza
y al respaldo de la cama
con piolín la asegurás.
De mañana al levantarte
no pisés con el izquierdo,
y ladéate a la derecha
cada vez que estornudás.
Si con eso no te pasa,
compra veinte de cianuro
y en un día martes trece,
viejo, el olivo te tomás.
Tango – 1928
Letra: Benjamín Tagle Lara
Música: Cesar De Pardo
No Acepto que a un Hombre se le Endilgue una Fama de Mufoso o Jetattore
“De cualquier forma (perdonen si insisto), yo sigo sospechando que el doctor Woodward, a quien se acusó, tontamente (o para desviar la atención) de no haber detectado desde el primer examen físico aquella rara anomalía que aquejaba a Figazza. No soy muy dado a creer en esas leyendas camperas. Como tampoco acepto, bajo ningún aspecto. Que a un hombre se le endilgue una fama de mufoso o jetattore por el simple hecho de haber coincidido su presencia con un par de resultados negativos y/o desgraciados”
Sixto Fugazza de La Mesa de los Galanes de Roberto Fontanarrosa – Edicioners de la Flor – 1995