Para los diccionarios, aguantar significa tener paciencia ante situaciones dolorosas; frente al sufrimiento. Capacidad de soportar. El verbo roza la moral heroica, ya que la condición de aguantar está socialmente bien vista. En la antigua escala de valores argentina, el aguante era una cualidad casi excluyentemente masculina:
“Sufra canejo, sufra y no llore
que el hombre macho no debe llorar”;
dice un tango de los años ’20. Hacer el aguante es primo hermano de “bancar”. “Yo me la banco”; “hay que bancarlo”, “lo bancaron”; son algunos usos del verbo que alude a enfrentar situaciones difíciles. En las hinchadas futboleras, al equipo hay que “hacerle el aguante” en las buenas y en las malas. Los seguidores de grupos musicales – particularmente rockeros – le “hacen el aguante” a sus artistas preferidos, siguiéndolos en giras o estando presentes en recitales en lugares alejados de su medio.
El aguante tiene una condición doble: la que ejerce un grupo humano que participa de situaciones como las ya descriptas – los que “le hacen el aguante” a otros – y que emparenta el aguante con la lealtad y reconocimiento de liderazgo de aquel o aquellos que son beneficiarios del aguante. Pero también está el aguante que tienen aquellos que son seguidos, para enfrentar problemas o actividades deportivas, artísticas o políticas. “Esta presidenta tiene aguante”; dijo Cristina Fernández en uno de los actos en que fue oradora.
Y así es que vimos florecer pintadas exhortando a la mandataria a cumplir con esa condición plebeya: “Aguante Cristina”, dice una leyenda estampada al pie del Puente Nicolás Avellaneda en el barrio de La Boca, y que firma el Comedor Los Pibes de ese barrio. Cuando ese puente cuya silueta junto al del transbordador que se yergue a cincuenta metros y que se convirtieron en el principal ícono de La Boca fue reinaugurado por la viuda de Néstor Kirchner en febrero de 2011, la Jefa de Estado se refirió justamente a un episodio de “aguante” que tuvo por escenario a esa obra. Luego de destacar la importancia económica que la estructura tiene ya que es uno de los pasos vitales entre la Ciudad de Buenos Aires y la provincia, Cristina Fernández recordó que por ese lugar “pasaron cientos de miles de obreros que venían a rescatar a un líder, al entonces coronel Juan Perón, un coronel del pueblo”. La presidenta se refirió al mítico episodio protagonizado por los trabajadores el 17 de octubre de 1945, cuando una multitud abandonó sus tareas en las zonas industriales del Conurbano y Capital, para marchar a la Plaza de Mayo a exigir la libertad del coronel Perón, quien había sido despojado de sus cargos mediante un golpe palaciego. Durante toda la jornada, miles de obreros y empleados se concentraron en el solar histórico coreando una consigna:
“Queremos a Perón”.
Ese gigantesco acto de aguante de los trabajadores al coronel caído en desgracia, pasó a la historia como El Día de La Lealtad; una de las fechas más significativas de la liturgia peronista, ya que cambió el destino de la política argentina.
La idea del “aguante” a Cristina, se amplió luego del fallecimiento de Néstor Kirchner el 27 de octubre de 2010 y son prueba de ello, los innumerables cánticos y pintadas alusivas a esa lealtad. Una de las tradicionales rondas de las Madres de Plaza de Mayo en ese espacio en marzo de 2010, estaban encabezada por un gran cartel que decía:
“Si le pegan a Cristina nos pegan a todas. Todas con Cristina”.
Paralelamente el mismo día y en el mismo lugar, se hizo presente una numerosa concentración de obreros del gremio de la construcción, para expresar su “aguante” a la Primera Mandataria: “vinimos a apoyar a Cristina para que tenga continuidad y que siga con el proyecto de país” , sostuvo uno de los manifestantes. Una de las expresiones más gráficas del aguante a Cristina Fernández, está dado por un estribillo juvenil tomado para graffiti que dice:
“Si la tocan a Cristina
que quilombo se va a armar”